Por
Geraldo Fernández/El autor es arquitecto especializado en asuntos municipales
´´Las
sociedades, tienen su fundamento en una decisión racional y en el empleo de la
voluntad humana, donde un grupo de personas se une por una causa común, cuya
meta es desarrollar una tarea y alcanzar una finalidad´´.
Para cambiar una sociedad
primero hay que conocerla, miren (o lean), no basta con los deseos ni con las
buenas intenciones, hay que meterse en la piel del otro, conversar, leer,
observar, estudiar las razones y causas de los comportamientos de los individuos
y los grupos sociales, "ir al origen" le llaman algunos estudiosos.
Encerrarnos en nuestra
visión de las cosas condicionada por nuestras propias experiencias es una
trampa. Diría Nietzsche "toda convicción es una cárcel” porque nos impide
entrar en contacto con otras verdades que no son más que construcciones de las
realidades individuales o grupales.
Hace algún tiempo que me
salí de la trampa de la "intelectualidad" y comencé a razonar desde
la acera del frente, contrastando el "como lo veo yo" con el
"como lo ven los demás", analizando contextos, historia,
condicionantes, etc. Las sorpresas han sido muchas, la primera fue descubrir
que no hay nada de factible en aferrarse a lo ideal pues es poco práctico y
casi irrealizable.
Lo conveniente es trabajar
por lo posible, con alto optimismo, ver las cosas en proceso no como hechos
concluidos, no imperfectas sino perfectibles, susceptibles de mejorarse para
satisfacción de las mayorías ya que siempre habrá quien se muestre
insatisfecho. Las sociedades son complejas, heterogéneas, muchas veces
contradictorias para quien las mira convencido de tener la razón.

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