Entierro. Los restos de
Geisy Lorenzo fueron velados en una casa familiar ubicada en la localidad Doña
Ana, en San Cristóbal, desde donde partió a las 4:00 de la tarde hacia el
cementerio de Cambita. Familiares, amigos y seguidores lo acompañaron hacia su última
morada en medio del llanto, la indignación y el dolor que produjo su inusual
muerte.
Entierro. Los restos de
Geisy Lorenzo fueron velados en una casa familiar ubicada en la localidad Doña
Ana, en San Cristóbal, desde donde partió a las 4:00 de la tarde hacia el
cementerio de Cambita. Familiares, amigos y seguidores lo acompañaron hacia su
última morada en medio del llanto, la indignación y el dolor que produjo su
inusual muerte.
Cambita,
San Cristóbal
Con sus guantes puestos en
el pecho, Geisy Lorenzo se llevó ayer a la tumba el último nocaut de su carrera
boxística.
Su féretro fue enterrado
en un nicho enlodazado del cementerio de Cambita, ubicado en su municipio natal
de San Cristóbal, ante el llanto de familiares y amigos que lo acompañaron
hasta su morada definitiva con lamentos, flores y gritos de amargura delante de
sus restos.
El carro fúnebre empezó su
marcha con el cadáver del púgil hacia al camposanto a partir de las 4:00 de la
tarde, seguido de una guagua repleta de sus parientes, en medio de un cielo
gris que parecía haber desahogado, horas antes, su tristeza con un fuerte
aguacero.
Antes de iniciar el
recorrido fúnebre, su cuerpo estaba siendo velado en una casa familiar en la
localidad Doña Ana de esta provincia, donde el pastor que oraba por su alma,
recitaba los versículos de la Biblia que hablaban de la resurrección de Lázaro,
solo que esta vez, no sucedería lo mismo con Geisy. Lamentablemente no habría
tal milagro.
“El Zurdito del Sur”, como
era conocido el boxeador, falleció el jueves en la mañana en una sala del
hospital Darío Contreras luego de sostener dos combates, uno en Santo Domingo y
otro en La Romana, los cuales perdió. Estas dos peleas se produjeron en un
período de 72 horas. Además, dos semanas antes de las peleas, Geysi habría
sufrido un accidente en la carretera 6 de Noviembre tras ser embestido en su
motocicleta por un vehículo. En este incidente sufrió traumas severos.
La hazaña mortal de
Lorenzo es violatoria al artículo 88 del reglamento de boxeo profesional local
que ordena un descanso mínimo de 30 días si el peleador es noqueado o vapuleado
de forma total por su rival, con chequeos médicos antes y después,
procedimiento que no se aplicó en su caso.
El
drama familiar
Los restos de Geisy
llegaron a su último destino pasada las 5:00 de la tarde. Su madre, María
Lourdes Montás, no aguantaba el llanto.
“¿Qué haremos ahora sin
él? Mi hijo ha dejado a cuatro niños pequeños de 11, 10, 8 y 7 años, él estaba
luchando por ellos, yo no quería que él se arriesgara porque se encontraba
delicado de salud, pero él no se llevaba de consejo”, expresa su madre con voz
entrecortada.Su tío, Oscar Montálvez, manifiesta lleno de indignación que a su
sobrino lo dejaron morir “pendejamente”.
“El entrenador sabía que
mi sobrino no estaba en condiciones para pelear. No es posible que no haya
notado que ese muchacho tenía una herida en la cabeza que se hizo cuando tuvo
el accidente. ¿Cómo es posible que no exista un control en esas peleas?”,
cuestiona Montálvez, visiblemente irritado.
Julio Caba, profesor e
instructor ocasional de Geisy, asegura que no sabía de su condición física.
“Ahora todo el mundo sabe
que él se había accidentado y no estaba en condiciones. Después que está
muerto. Pero a él yo lo veía bien, y además, él queria pelear para ganarse
entre 6 mil y diez mil pesos en las peleas, porque él quería comprarle los
útiles escolares a sus hijos”, explica Caba.
Algunos amigos de Geisy
que se encontraban en el entierro, murmuraban que existe una “mafia” que
consiste en colocar a un peleador sin condiciones frente a otro que está siendo
promocionado, a fin de que este último pueda vapulear a la “chata”, y de esa forma
ganar rating y publicidad en el mundo del boxeo.
Las acciones intrépidas
del púgil terminaron con su vida y el último tirón de tierra que cubrió su
ataúd se produjo a las 5:40 de la tarde.
LA
TUMBA SE AHOGÓ:
El cementerio de Cambita
está abandonado. Sus lápidas lucen mugrientas y con grietas, la hierba sin
recortar y el suelo lleno de charcos por el inexistente mantenimiento.
Cuando llueve, las tumbas
lloran porque se rebosan de agua y se posan durante meses. convirtiendo así ese
lugar en un tentativo reproductor de enfermedades. Las moscas y los mimes han
acogido ese camposanto como su lugar preferido, así lo describe Rolando Pérez,
residente de Cambita.
“Este cementerio es
viejísimo, pero las autoridades municipales no hacen nada por nosotros”, denuncia.
Para llegar al hoyo donde descansa Geisy Lorenzo, las personas tuvieron que
brincar tumbas para no hundirse en el lodazal. Uno de los amigos del púgil
estuvo a punto de caerse por un tropezón que se dio con una de las tantas
varillas que obstaculizaban el camino.
Tal parece que Geisy
Lorenzo descansará en paz, pero no de forma digna, ya que las autoridades de
ese municipio de San Cristóbal han tirado a los muertos al olvido.
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