Por:
Geraldo Fernández
Introducción
En China estuve por espacio
de un mes aprendiendo sobre políticas públicas para reducir la pobreza a través
de la actividad turística y ecológica, un tema que toca frontalmente nuestra
realidad nacional y provincial, pero a pesar de ir a conocer un tema tan
específico la verdad es que aprendí mucho más.
China es un país de casi
diez millones de kilómetros cuadrados y 1.4 billones de habitantes es decir el
20% de la población mundial y el 33% de toda Asia, su territorio es de relieve
montañoso (63%) y solo cuenta con un 33% de planicies lo que en parte explica
la alta densidad poblacional de sus ciudades grandes e intermedias.
China tiene 18,000.00
kilómetros de costas y 7,600 islas, hace frontera con 14 países y comparte sus
mares con otros 8. Su división político-administrativa consta de 4 municipalidades
bajo control directo del Gobierno Central, 23 provincias, 5 regiones autónomas
y 2 regiones especiales. Su capital es Beijing o Pekín.
Hasta hace poco tiempo China
era un país eminentemente rural y no es hasta 1978 que el gobierno del Partido
Comunista se decide por un cambio de modelo que sin lugar a dudas les ha dado
resultado aunque aún les queda mucho trabajo por hacer hoy China es la segunda
economía mundial y no se detiene.
En nuestra estadía en ese
gran país no pudimos ver nada que nosotros no pudiéramos hacer pero si muchas
cosas que no estamos haciendo, por ejemplo, en China se ha creado el Centro
Internacional para la Reducción de la Pobreza (IPRCC por sus siglas en ingles)
que tiene como función coordinar y dar seguimiento a la ejecución de todas las
políticas públicas vinculadas al tema.
La erradicación de la
pobreza es un objetivo común a todos los planes y proyectos que ejecuta el
gobierno chino, desde el urbanismo, la construcción de infraestructuras, la
protección del medio ambiente, la ecología, la agroindustria, el turismo, la
educación, la política económica hasta el control del clima van dirigidos a
mejorar la calidad de vida de los miles de millones de chinos.
La planificación, la
coordinación, el seguimiento, el uso intensivo de la ciencia y las tecnologías,
la voluntad política y un pleno conocimiento de sus potencialidades y
limitaciones son los pilares fundamentales del desarrollo chino pero para mí la
lección más importante radica en la observación de cuatro aspectos si se quiere
subjetivos como son la dedicación, la paciencia, la fe en sí mismos y una
fuerte conciencia nacional con la que esta milenaria nación ha asumido la tarea
de salir adelante.
Cuando comparo a China con
nuestro país veo enorme diferencias pero muchas similitudes y concluyo que las
cosas que nos faltan para dar el salto definitivo al desarrollo no están más
lejos que en nuestras mentes y corazones, es deber de todos y de cada uno abonar
cada día el árbol del futuro aunque como dijera Martí en uno de sus últimos
versos: “no nos toque sentarnos bajo su sombra”.
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