BBC
Pekín/John Sudworth
En los años 60 y 70 el
líder comunista Mao Zedong intentó erradicar de China al cristianismo, el cual
era visto como un símbolo del imperialismo cultural. No lo consiguió.
Según un estudio publicado
por Pew Research en 2011, China contaba entonces con 67 millones de cristianos.
Y el año pasado el
director del Centro de Religión y Sociedad China de Purdue University, Fenggang
Yang, aseguró qye en 2030 China contará con 247 millones de cristianos,
convirtiéndose en el país con mayor población de esta religión en el mundo.
Por ahora, hay estimaciones
que aseguran que en China más cristianos que los más de los casi 88 millones de
miembros con que cuenta el Partido Comunista.
En concreto, hasta 100
millones de personas celebrarán las Pascuas este domingo en el país asiático.
Pero aquello que no consiguió
destruir, el partido igual lo quiere controlar. Por eso, un gobierno
oficialmente ateo lleva adelante sus propias iglesias y controla la designación
de sus sacerdotes.
Tal es el caso del pastor
Wu Weiqing de la iglesia Haidian de Pekín. "Debemos recordar que antes que
nada somos ciudadanos de este país", dice. "Y somos ciudadanos del
Reino de Dios. Eso viene en segundo lugar".
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Entonces, le pregunto:
"Si Jesús estuviera vivo hoy, ¿crees que se sentiría cómodo con el
gobierno del Partido Comunista en China?".
Wu responde sin siquiera
pensarlo: "Absolutamente. Yo creo que sí".
El gobierno chino ha
quitado las cruces de algunas iglesias para imponer una "teología chino
cristiana" más en concordancia con el Partido Comunista.
Esta afirmación ilustra de
manera perfecta el plan del Partido Comunista respecto a las creencias religiosas.
En los últimos dos años,
las autoridades han estado intentando desarrollar su propia versión del
cristianismo, "una teología chino cristiana", según un funcionario de
alto mando.
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Dicha teología necesita
ser compatible con el desarrollo político chino, lo que en verdad implica
subordinarla a él.
Sin embargo, no todos
están dispuestos a esta reinterpretación religiosa.
En
la clandestinidad
Dentro de un pequeño
apartamento, un grupo de diez personas estudian la Biblia. Se trata de uno de
los cientos de ejemplos de "iglesias hogar" no oficiales ubicados en
Pekín. Quienes asisten corren el riesgo constante de ser acosados y hasta
detenidos por las autoridades.
Más de 100 millones de
personas celebrarán las Pascuas este domingo en China.
Xu Yonghai, quien lidera
las oraciones en esta jornada, ha cumplido una cantidad de penas en la cárcel.
"Las iglesias
oficiales son, en verdad, instituciones políticas", afirma Xu. "Para
nosotros es imposible creer en Jesús y ser parte del partido".
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Las "iglesias
hogar" tienen mucha más libertad de lo que se hubiera podido siquiera
imaginar hace 40 años. Pero como suele suceder en China, los ciclos de
represión y relativa relajación van y vienen.
Con la creciente presión
del partido para hacer que la religión sea "compatible con el camino
socialista del país", algunos temen que el lugar pequeño que tiene la libertad
de cultos en China se reduzca aún más.
Para estos cristianos, la
religión debe ser una voz de la conciencia crítica e independiente en la China
moderna.
Cumplir
con las leyes
"Yo elijo llevar
adelante una vida cristiana dentro de los márgenes de la ley", dice Wu, el
pastor de la iglesia oficial de Pekín.
Wu Weiqing, pastor de una
iglesia oficial en Pekín, dice que lleva "una vida cristiana dentro de los
márgenes de la ley".
"No voy a hacer
aquello que el gobierno no me permite hacer, por ejemplo, predicar el Evangelio
en el metro para hacer que mucha gente se me acerque y, como resultado,
provocar que una calle o carretera termine bloqueada", agrega.
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Para un gobierno cuya
preocupación principal es evitar las reuniones masivas y los disturbios, la
respuesta de Wu parece salida de un manual del Partido Comunista.
Mao puede haber fallado en
destruir a la Iglesia, pero el moderno Partido Comunista ha logrado algo mejor:
apropiarse de ella.
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