Por
Stanislaw peña
En sus inicios, es decir,
en la antigüedad, la décima estuvo conformada por diez versos de rima
consonante con los octosílabos asimétricos. Cuya primera observancia partía de
la combinación 4+6 (abba cddcdc). El primer verso rimaba con el cuarto. El
segundo con el tercero. El quinto con el octavo y el décimo. Y el sexto con el
séptimo y el noveno. Vicente Espinel, un poeta y músico español, transformó la
décima dejando instaurada la siguiente combinación: (abba –– ac–– cddc). Dos
redondillas de rima abrazada con dos versos de enlace en el centro. Tiempo
después esta estrofa fue llamada décima espinela, o sólo Espinela, en honor a
su artífice. En nuestro país, decimeros como Meso Mónica y Juan Antonio Alix
han sido tal vez los más destacados en este género, sobre todo este último, por
ser considerado como el que mejor ha interpretado la idiosincrasia del
campesino dominicano.
Pero por muchos años el
uso de la décima ha caído en una connotada aplicación principalmente en los
sectores populares de nuestro país. Por ejemplo, alguien escucha por ahí a un
viejito recitando o improvisando versos y dice que está “diciendo décimas”,
sólo porque se escucha una armónica rima en la cual casi todos los versos
riman. Quedando lejos lejos del (abba ––ac ––cddc). Es en ese tenor que las
décimas de Martín Brito presentan una estructura mucho más acabada con relación
a la décima de Vicente Espinel. Encontrándonos en la Posmodernidad, no
podríamos exigir una fidelidad absoluta. Por ejemplo, los poetas de la
Generación del 98 y los de la Generación del 27 de España, modificaron
sutilmente algunos rasgos de cuartetos y cuartetas, y también los modernistas.
Y Gabriela Mistral igual lo hizo con el soneto. Creemos que ese es un recurso
viable que implica una especie de factible licencia.
Martín Brito respeta a
plenitud la rima de la décima. Y la mayoría de los versos son octosílabos. “Los
Tiempos Añejos” es un libro de décimas ubicado en un contexto físico y
psicológico enmarcado en un panorama auténticamente autóctono. Martín alude las
costumbres, las tradiciones, y toda una gama de elementos folklóricos que desde
tiempos añejos han sido estandarte de nuestra identidad y de nuestra cultura.
Además, le añade un sello personal a muchas de sus composiciones, imprimiéndole
un carácter vivencial que complementa el amplio contenido de esta obra,
haciéndola más interesante y pintoresca.
En sus décimas, Martín
acomoda a su estilo algunos elementos morfosintácticos y semánticos. Así como
también, la concordancia de los tiempos verbales en algunas de las estrofas del
libro, aludiendo maniobras propias de su forma de escribir. Creemos sin lugar a
dudas amigo lector, que en este libro de décimas encontrará usted un rico
arsenal poético que recoge de manera amplia, humorística y coherente, lo que
fue la vida de antaño de nuestro pueblo, especialmente la vida rural.
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