Por: Nélsido Herasme
A mí me podrán dar esperanza diciéndome que cuando
Hipólito Mejía y Luis Abinader se pongan de acuerdo con respecto a la
candidatura presidencial de la
República, habrá un giro en el espectro político nacional, pero al día de hoy,
la oposición da muestras fehacientes de estar
atada de pies y manos.
Del Partido Revolucionario Dominicano no espero nada nuevo
y bueno, porque sus cenizas apuntan a colocarlo en el camino de convertirse en
una organización bisagra.
De este lado no hay discurso, es decir no hay contrapeso,
y lo digo, porque acaba de freírse en la respuesta a la Ley General de Partidos
y Organizaciones Políticas.
La oposición, sin respuesta, guardó hermético silencio
ante la desaparición de otro avión de un hangar del Aeropuerto Las Américas.
Los grandes temas nacionales, incluyendo, narcotráfico,
impunidad y corrupción, explotan en el plano internacional, porque en el país,
a la oposición ni les huele ni les hiede.
Quienes deben fungir de gabinete de la sombra fallan una
vez más ante el supuesto soborno que envolvió la compra de los Aviones Súper
Tucanos, en donde solo se menciona a un teniente coronel y no a todo el que
está metido en ese rollo. En este sentido, si hubiese oposición el nombre del
senador, como el corcho, hubiese flotado, pero no, lo que hay es una
desconexión política, a la espera solo de que los peledeísta exploten por su
propia cuenta, como al efecto lo están haciendo.
Y ahora se le puso el cascabel al gato, porque el
principal candidato del Partido de la Liberación Dominicana, en su reciente
visita a los Estados Unidos, junto a su comitiva, fue entrecogido por una
franja de la diáspora dominicana, quien que le vociferó todo tipo de
improperios, entre los que se escuchan por las redes sociales el de
"ladrón y chapeadora", pero de eso nadie se entera, porque los
éticos, los Castillo, las bocinas y papagayos a sueldo le dan archivo definitivo.
Mientras todo eso sucede, el PLD gobernante saca los temas
neurálgicos de la palestra pública y los llamados “partidos de oposición”,
dormidos en sus laureles y con las pilas
gastadas, unos buscan ser legalizados por la JCE y otros se la pasan realizando
operativos de salud, remodelando casitas en pueblos del interior y juramentando
reducidos grupos de adeptos.
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