Por Félix Bautista
El Texto Sagrado en el libro de Proverbios, capítulo 14,
versículo 30, indica: “El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia
es carcoma de los huesos”. La envidia es un pecado despreciable. Es mirar con
mala voluntad a otra persona.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
la define como “Tristeza o pesar por el bien ajeno; sentimiento de
animadversión contra el que posee una cosa que nosotros no poseemos”.
La envidia impide que las personas aprecien y disfruten de
lo que tienen, trae infelicidad, nos empequeñece, nos impide rendir honor al
que sobresale y aplaudir al ganador, nos hace ser antipáticos, destruye. Los
envidiosos se sienten desdichados, inferiores, aburridos, sienten celos,
rencor, rabia, sufrimiento, desazón, disgusto y resentimiento. Este sentimiento
aniquila el crecimiento personal, crea obstáculos a la felicidad de los demás y
trata de destruir el mérito y la gloria. De la envidia brota la codicia. “No
codiciaras” dice la Biblia en el libro de Éxodo 20: 17.
“La Biblia tiene mucho que decir sobre el pecado de la
envidia. Está clasificada en las compañías impías de la injusticia, de la
fornicación, la perversidad, la avaricia, el homicidio, la contienda, el
engaño, la detracción, el odio a Dios, la desobediencia y la mentira. (Romanos
1:29-30)”.
La envidia se manifiesta a todos los niveles, sin importar
la clase social u organizaciones: en el ámbito familiar, empresarial, militar,
profesional, laboral, político, en fin, en cualquier espacio de competencia y
de reunión de un colectivo, sobre todo, si se tiene talento.
Distintas figuras de trascendencia mundial se han
expresado a cerca de la envidia:
Para Napoleón Bonaparte “la envidia es una declaración de
inferioridad”; Francisco de Quevedo, escritor español, expresó “la envidia es
flaca y amarilla porque muerde y no come”; Víctor Hugo, novelista francés,
definió al envidioso como “un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le
calienta”; Miguel de Unamuno, filósofo y escritor español define la envidia
como el hambre espiritual, y Leonardo Da Vinci, pintor y escultor italiano, lo
dijo de manera elocuente: “en cuanto nace la virtud, nace contra ella la
envidia, y antes perderá el cuerpo su sombra que la virtud su envidia”; el
colombiano Antonio José Nariño, político y militar y uno de los precursores de
la emancipación de las colonias americanas del Imperio español, escribió: “Al principio del reino de TiberioÖ
la complacencia, la adulación, la bajeza, la infamia, se hicieron artes
necesarias a todos los que quisieron agradar Ö desde la hora en que triunfa el
hombre atrevido, desvergonzado, intrigante, adulador, el reino Tiberio empieza
y el de la libertad acaba...”.
Y es que el envidioso vive perturbado y amargado, no
obstante, si envidian tus éxitos y tus logros porque eres brillante, no dejes
de brillar. No permitas que te lastimen ni que te hieran, sigue trabajando
aunque tu luz moleste a los demás. Siempre habrá alguien que te apoye. Tu
legado permanecerá. Tu recuerdo quedará no importa lo que pase o lo que digan.
Cuenta la leyenda, que una vez, una serpiente empezó a
perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido y con miedo de la feroz
depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir. Huyó un día y ella no
desistía, dos días y nada. En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró
y dijo a la serpiente:
--¿Puedo hacerte tres preguntas?
--No acostumbro dar este precedente a nadie, pero como te
voy a devorar, puedes preguntar.
--¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
--No.
--¿Yo te hice algún mal?
--No.
--Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
--Porque no soporto verte brillar.
Con frecuencia nuestras acciones y comportamientos
provocan la envidia de los demás, sobre todo si hacemos las cosas de manera
correcta y eficiente. Alguien tratará de buscar el lado negativo, no importa lo
beneficiosas que sean tus actuaciones. Por lo general uno termina diciendo:
¿Por qué me reprochan y me cuestionan si lo único que hago es hacer las cosas
bien sin dañar a nadie? La respuesta es sencilla: no soportan verte billar,
como dice la leyenda. Piensa que los envidiosos nunca dejarán de ironizar sobre
tu orgullo, pero al final es imposible tapar el sol con una sombrilla, el
resplandor y la luz permanecerán y seguirás brillando.
La mejor manera de superar este sentimiento, es asumiendo
lo que expresa un fragmento de la canción Desiderata: “Siempre habrá personas
más grandes y más pequeñas que tú”. Todos somos maestros y podemos enseñar y
aprender de los demás. En lugar de criticar lo que otros hacen, poseen o
disfrutan, es mejor aprender cómo lo
hacen y cómo lo han logrado.
Enrique Nieto, escritor español, cuenta que “tu vida no
cambia cuando cambia tu jefe, cuando tus amigos cambian, cuando tus padres
cambian, cuando tu pareja cambia. Tu vida cambia, cuando tú cambias, eres el
único responsable por ella. Examínate y no te dejes vencer.”
Imagina que un día un grupo de empleados de una empresa
lleguen a su trabajo a la hora acostumbrada y se encuentren en la puerta de la
empresa con un letrero que diga: Ayer falleció la persona que impedía tu
crecimiento en la empresa. En el patio
central está el cadáver. Todos los empleados deben participar del funeral. En
principio todos estaban tristes por el fallecimiento de su compañero. Sin
embargo, todos estaban curiosos por
saber quién impedía su crecimiento. El interés mostrado por cada empleado por
ver la cara del verdugo originó en tumulto, que hizo necesario la intervención
de la seguridad para poner el orden.
Todos se preguntaban: ¿Quién será el que estaba impidiendo mi progreso?
¡Qué bueno que murió! Cuando pasaban frente al ataúd, miraban y se quedaban estupefactos,
en el más absoluto silencio. Dentro del ataúd había un espejo, cada uno se veía
a sí mismo y leían un texto que decía: Todo ser humano posee virtudes, dones,
talentos y cualidades que puede potencializar y ponerlas al servicio de causas
nobles y de metas alcanzables. Solo tú puedes limitar tu crecimiento,
perjudicar tu vida y ayudarte a ti mismo.
Nieto lo expresa con la siguiente metáfora: “El mundo es
como un espejo, que devuelve a cada persona, el reflejo de sus propios
pensamientos. La manera como tú encaras la vida es lo que hace la diferencia”
La felicidad se logra, no cuando haces lo que quieres sino
cuando quieres lo que haces. El éxito dependerá de asumir un fracaso como un
capítulo en tu vida y una lección para aprender y seguir avanzando. El desafío
es convertir la adversidad en
oportunidad. Para lograrlo tus
pensamientos deben ser positivos para que se conviertan en palabras, en
acciones, en hábitos, en valores que guíen tu destino.
No envidies al que brilla. Imítalo. Trabaja y tendrás
éxito.
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