Alberto Nájar/BBC
Mundo, Ciudad de México
Las primeras señales aparecieron hace algunas semanas, en
carteles colgados de puentes o amenazas escritas en papeles junto a cadáveres
en calles o carreteras. Luego hubo emboscadas y asesinatos múltiples. Después
surgieron grupos armados en varios pueblos que desterraron a quienes
controlaban el territorio.
Los ataques ocurrieron en zonas que hasta 2012 se creían
controladas por el Cartel de Sinaloa, y en varios casos aparecieron mensajes
contra al líder visible de la organización: Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.
Especialistas y consultoras como la estadounidense
Stratfor ven un creciente desafío contra la organización de narcotráfico más
importante de América Latina, que parece enfrentar una revuelta en su propia
casa.
Se trata de una consecuencia de la guerra contra grupos
enemigos y autoridades, pero también es el indicio de una nueva generación de
jefes dentro del Cartel, explica a BBC Mundo Martín Barrón, investigador del
Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).
"Son cambios generacionales por diversas razones,
como el envejecimiento de los jefes y las bajas que han sufrido por
enfrentamientos entre carteles y la autoridad. Eso merma su capacidad de
respuesta", afirma Barrón.
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Guerra en Guasave
La Mochomera, Los Mazatlecos, Jalisco Nueva Generación, El
Dos Letras...
Nombres de algunos que se han enfrentado al Cartel de
Sinaloa en los últimos meses.
Detrás de algunos de estos grupos se encuentra la
organización de la familia Beltrán Leyva, que se separó de la organización de
El Chapo en 2008 cuando uno de los sus principales líderes fue detenido.
Los hermanos Beltrán culparon a Guzmán Loera de la
captura, y a partir de ese momento iniciaron una guerra en su contra donde se
aliaron con quienes en algún momento fueron sus enemigos, los carteles de
Juárez y de Los Zetas.
Esta alianza, señala Stratfor, es el motor principal de la
revuelta en los pueblos que controlaba el Cartel de Sinaloa.
La agencia estadounidense y medios locales documentaron
que grupos de sicarios de Los Zetas se instalaron en los suburbios de Culiacán,
la capital de Sinaloa, así como en Mazatlán, un balneario en la costa del
pacífico de ese estado.
La rebelión llegó incluso a Guadalajara, Jalisco, ciudad
considerada como el sitio de descanso y estudio de las familias de la
Federación del Pacífico y uno de sus principales centros de operación
financiera según la Procuraduría (fiscalía) General de la República (PGR).
Pero el problema más serio se ha presentado en municipios
de la región montañosa de Sinaloa, como en Mocorito, Cosalá o Guasave, cercanos
a las comunidades donde nacieron los principales líderes de la Federación.
En su reporte de seguridad sobre México llamado Un Nuevo
Conflicto en el Norte de Sinaloa, Stratfor advierte que la banda conocida como
La Mochomera ha amenazado a los jefes de policía de Guasave.
Y antes hubo reportes de medios locales de grupos armados
presentes en el municipio de Badiraguato, donde nacieron El Chapo Guzmán y
otros líderes del Cartel de Sinaloa.
El futuro
¿Por qué la revuelta en el territorio de Guzmán Loera?
Una de las razones es que la guerra de los últimos años
contra carteles rivales y el gobierno federal agotaron parte de los batallones
de confianza de la Federación del Pacífico, explica el académico de Inacipe.
Desde su nacimiento, en la década de los años 70, la
fortaleza del Cartel de Sinaloa se fincó en que su red de líderes y operadores
eran familiares, conocidos, amigos o vecinos de la misma región.
Esta alianza de sangre, como se le conocía en agencias
estadounidenses, era una de las diferencias principales con otros carteles como
el del Golfo y su derivación, Los Zetas, unidos por vínculos económicos más que
familiares.
Pero esa estructura pareció debilitarse en los últimos
años, no sólo porque muchos de los herederos de los viejos líderes del cartel
("chacas", les dicen en Sinaloa) fueron asesinados o encarcelados,
sino porque la organización amplió su cartera de negocios y territorios.
"Parte de su identidad es que eran una familia
extensa", cuenta, pero ahora ya no.
Se han acabado y para mantener el funcionamiento de la
organización recurren a lugartenientes o intermediarios”, que en algún momento
se rebelan, indica.
Estos nuevos grupos, que no tienen elementos para obedecer
al líder histórico del cartel, son un riesgo mayor a los viejos dirigentes del
narcotráfico.
"Como tienen el control de los sicarios creen tener
capacidad y fuerza para retar al líder", explica.
¿Sobrevivirán los viejos líderes del Cartel, como El
Chapo, al relevo generacional?
Hasta ahora no hay consenso en la respuesta. Lo unico
claro es, según los especialistas, que el proceso de renovación puede generar
más violencia, como ya ha ocurrido con organizaciones que enfrentaron el mismo
dilema.
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