Su niñez estuvo marcada por las estrecheces económicas.
Junto a su madre, vivió en carne propia las inclemencias de la más extrema
pobreza. Pero fue precisamente esa escasez material la que lo impulsó a
superarse en la vida y lo ayudó a expandir sus dimensiones como ser humano.
En este diálogo, Johnny recuerda las navidades de su
infancia, en especial, aquella en la cual, el Día de Nochebuena su madre y sólo
tenían pan de fruta él para llevar a la mesa.
Estas líneas recogen la historia de un hombre que aún
llora amargamente al recordar que a solo horas de haber sepultado a su madre,
debió subir a un escenario y dar lo mejor de sí a un público que le aplaudía
delirante, sin sospechar que dentro de su pecho el corazón lloraba la partida
de la personas más importante de su vida: Su madre, Virginia Soriano.
1. Días de infancia
Nací en el sector San Carlos, en la calle Abreu número 75,
y un empujón que nos dio la vida nos mandó a Villa Consuelo; el próximo empujón
nos trajo al ensanche La Fe y después a Villa Juana, pero en el ínterin y en
medio de eso, como mi padre era militar fuimos a Moca, La Vega y Monte Cristi.
En un regreso a La Vega, ya teniendo yo cinco años, mi madre y mi padre se
separan. Mi padre era un hombre muy alegre, le gustaba mucho la bebida y la
vieja no quiso soportarlo. Físicamente me parezco más a mi mamá, tengo hermanos
que son muy parecidos a mi papá, pero yo saqué todo de mi mamá. Yo quedé con mi
mamá desde los cinco años, de mi papá los recuerdos son muy limitados porque nos separamos cuando yo tenía 5 años y
nos volvimos a ver cuando yo tenía 18, y él murió cuando yo tenía 19, durante
ese año tuve la oportunidad de compartir con él. Era un viejo bonachón y
chévere. Nos quisimos mucho ese año que nos tratamos. De mi madre recuerdo
todo, si soy bueno hay que agradecérselo a ella y si soy malo, ya ustedes saben
que ella fue que nos crio así. Era una mujer muy fuerte de carácter. Mamá era
el eje de toda la familia Soriano. Alrededor de nosotros no ocurría nada que
ella no dispusiera. En la casa se hacía lo que mamá decía.
2. Niño travieso
Yo recibí mis pelitas cuando muchachito, aunque yo era un
niño bueno, era algo travieso y definitivamente mamá corrigió eso. Recuerdo
haber hecho muchísimas travesuras, yo
era quizás un justiciero, a mí las injusticias siempre me han disgustado y en
el barrio habían muchachos que eran fornidos, que nosotros les decíamos Tarzán,
y entonces ellos eran medio abusadores, y yo como no salía con ellos, al ver
sus abusos era de los que les daba una pedrada. No me quedaba con nada, era ojo
por ojo y diente por diente. Fueron de las cosas que mamá fue corrigiendo y me
llevó a convertirme en la persona pacífica que soy ahora.
3. Vida difícil
Todos los momentos de mi vida durante mi infancia y mi
adolescencia fueron difíciles. Antes de mamá ser cocinera, como te conté, ella
era lavandera y nosotros nos levantábamos para ir a la escuela. La suerte es
que en ese tiempo en las escuelas a uno
le daban un chocolate y una galletita, pero cuando no estábamos en escuelas de
esas, la vida era muy difícil. Mamá se levantaba a recoger la ropa en el
barrio, cuando eso no había ni lavadora ni secadora eléctrica, es decir que mi
mamá lavaba a puño y secaba al sol y nosotros le pedíamos a Dios que no
lloviera para que pudiéramos tener comida, porque después que mamá planchaba,
volvía a devolver la ropa, cobraba, entonces iba al colmado a comprar lo que
íbamos a comer. Eso era como a las dos y media o tres de la tarde. Fue muy
duro, pero sirvió de mucho para nosotros porque es lo que nos animó a educarnos
y a prepararnos y a tratar de ser autosuficientes y es una de las cosas que más
me alegra en la vida. Tuvimos una vida con muchas estrecheces y con muchas
limitaciones, que, más que mal, nos sirvió para crecer más como seres humanos.
Mi mamá no nos quiso poner un padrastro a sus hijos.
4. Mi primer sueldo
Con mi primer sueldo, lo primero que le regalé a mi mamá
fueron unos muebles de palito, de unos famosos que en esa época estaban de moda
y para mí no hubo una satisfacción más grande que esa, poder hacerle un
presente a mi madre; pero, sobre todo, lo más importante es que comenzó a
cambiar nuestra forma de vivir y nuestra forma de comer. Ya ella no tenía que
trabajar tanto, aunque trabajó hasta el día de su muerte, nunca se resistió a
estar sentada, le gustaban los negocios, era muy activa. Recuerdo que mi mamá y
yo dormíamos juntos en una camita pequeña y un día me desperté y la vi en el
suelo y le pregunté que por qué estaba ahí y me dijo que yo tenía muy mal
dormir y que para ella poder dormir tenía que acostarse en el suelo. Eso me
hizo a mí, a los 13 años, empezar a trabajar para comprarle una cama.
5. Aquellas
navidades
Nuestras navidades siempre fueron alegres. El barrio se
metía en fiesta y nosotros dentro de ese marco de estrecheces disfrutábamos en
las calles del barrio, porque en la casa no teníamos nada para celebrar.
Recuerdo una Nochebuena, que la cena de mi mamá y yo, porque yo era el más
pequeño y ya mis otros hermanos se habían casado y marchado, nació un hermanito
después de mí, pero murió; esa noche lo único que teníamos era pan de fruta,
por eso en esta casa siempre, como un homenaje a la vieja, en todas las
Nochebuena entre todo lo que hagamos tiene que estar ese plato de pan de
frutas. Eso era lo que teníamos, pero lo disfrutamos. Mis navidades siempre son
muy alegres. Contrario a lo que la gente pueda pensar, las navidades yo las
sentía como algo estrujante y muy comercial, que nos estrujaba la pobreza,
porque muchos podían disfrutar de todo y
muchos no podíamos disfrutar nada.
6. El día más triste
La desaparición física de mamá fue muy sorpresiva, yo
había hablado con ella media hora antes. Para mí fue traumático y superarlo fue
muy difícil, sobre todo porque yo salí del cementerio para el aeropuerto,
aunque tratamos por todos los medios de cancelar una gira que teníamos en
Colombia. El empresario no quiso, porque decía que iba a perder mucho dinero.
La gira fue exitosa, fueron cinco conciertos en cinco estadios y en cinco
ciudades diferentes, pero imagínate lo que es salir de aquí del cementerio y
debutar esa misma noche en un estadio con 20 mil personas aplaudiendo, llenos
de alegría. Cuando yo llegué al hotel sentía que había traicionado a mamá.
Sentía que había cometido un crimen. Eso pasó durante los cinco días que duró
la gira. Cuando llegué al país me sentía tan culpable, pero mucha gente como
Ónix Báez, Jesús Torres Tejeda, entre otros amigos que ya se han ido,
trabajaron mucho conmigo la parte psicológica. Me tomó mucho tiempo
superarlo. Mi madre era todo para mí.
7. Un dolor
inexplicable
Tener que pararte en un escenario y mostrar tu mejor cara,
cuando acabas de enterrar a tu madre, es algo que no se puede explicar. A mí me
nació un odio increíble contra ese empresario que no quiso cancelar la gira,
por más que le insistimos. Ya con el tiempo, eso pasó, pero fue muy duro. No
creo que yo haya vivido y superado una situación más difícil que esa.
8. Superación
El solo hecho de venir de esa área de la sociedad, donde
abunda la escasez, a vivir el estándar de vida que llevo hoy, gracias a los
aplausos y el cariño de la gente es una satisfacción. Por eso trato de
reciprocar y cada persona que se me acerca y quiere una foto conmigo, para mí
es un honor. No entiendo como la gente aún se desvive tanto por Johnny Ventura
después de tantos años y de que hace más de 20 años no tengo temas pegados en
la radio. Yo mismo me sorprendo.
9. La familia
Tuve la suerte de encontrar a Fifa. Ella ha sido
determinante en mi vida. Encontrar a una persona con sus cualidades, con sus
condiciones de ser humano y de mujer es lo que me ha dado la estabilidad que
esta familia exhibe hoy en día. Yo viajaba mucho, tanto al interior como al
extranjero, y ella fue moldeando nuestra casa y nuestras vidas. Tengo hijos que
no son de ella, pero que ella también estuvo con ellos y le agradezco
infinitamente nuestra unidad familiar.
10. Homenaje a mi
madre
Cuando me gradué de bachiller mi mamá era cocinera en una
casa de familia en la capital y ganaba ocho pesos al mes como cocinera y la
inscripción en la universidad eran 100 pesos. Es decir, que las posibilidades
de ir a la universidad eran remotas y así fue. Esos eran los sueldos de la
época. Por eso, mi graduación de abogado fue tardía, pero fue un homenaje a
mamá. Ella luchó mucho para que nosotros nos educáramos y yo sentía que le
debía un título universitario y se lo di. Ella vivió y disfrutó una gran parte de mi carrera. Mamá fue mi
disquera y fue una buena época porque se vendían mucho los discos de Johnny
Ventura.
Repertorio dedicado
a la gente pobre del pueblo
La última composición que hice con esa temática fue “José
Chancleta”, a uno de los muchachos del barrio que nosotros le decíamos así
porque no tenía zapatos. Ya yo con cierta fama, me lo encontré en la calle El
Conde, un 23 de diciembre, y ese día me dio tanta alegría verlo, a pesar de que
su imagen era muy triste.
Lo saludé con mucho entusiasmo y le pregunté que cómo
estaba y me respondió: “Ya tú me ves”, y comenzó a decirme cómo se siente un
padre sin poder darles nada a sus hijos en Navidad, sin poderles comprar los
útiles de la escuela. “Mañana es Nochebuena y no sabemos qué vamos a comer”, me
dijo.
Me hizo un cuadro que me mostró una cruda realidad. Yo lo
monté conmigo en mi carro y me lo llevé a la oficina y me dio una lección. Yo
le di un dinero y cuando se lo estaba pasando, él me dijo: “No, a mí me
gustaría ganármelo”. Eso me enseñó el valor de la dignidad. Yo le dije: “vamos
a hacer una cosa, te adelanto de tu sueldo y después te digo en qué puedes
trabajar”. Él insistió y lo puse a trabajar hasta que él entendió que su vida
se había encaminado y con el dinero que ganó con nosotros puso un colmadito.
Después hice la canción.
Difícil
“Tener que pararse en un escenario cuando acabas de
enterrar a tu madre, es algo que no se puede explicar”. (Evelyn Irizarri/Diario
Libre)
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