Poco después de las 22:00 GMT de este 5 de junio, el
planeta Venus comenzará a transitar directamente entre la Tierra y el Sol,
apareciendo en el cielo como un pequeño punto negro que se desliza frente al
disco solar.
Cuando amanezca el 6 de junio, aquellos afortunados en
ciertos puntos terrestres con cielos despejados y provistos del equipo
protector necesario podrán observar este fenómeno aguardado con enorme
expectativa, que finalizará a las 04:49 GMT.
Casi ninguna de las personas existentes hoy vivirá lo
suficiente para ver algo similar. Los tránsitos de Venus ocurren en pares
separados ocho años, pero un par está apartado del siguiente por más de un
siglo. El tránsito anterior ocurrió en 2004 y los próximos no tendrán lugar
sino hasta 2117 y 2125.
El pasaje de Venus por delante del Sol no es una mera
curiosidad celestial. Los tránsitos del siglo XVIII fueron registrados con
pasión por astrónomos que enfrentaron enormes obstáculos y grandes distancias
para llegar hasta los mejores sitios de observación.
Fue gracias a cuidadosas mediciones de esos pasajes que
los científicos lograron por primera vez medir el tamaño del Sistema Solar.
Pero en el siglo XXI el tránsito de Venus ha adquirido un nuevo significado.
Con mediciones coordinadas tanto en la superficie terrestre como en el espacio,
los astrónomos esperan que el pasaje abra una ventana hacia los planetas
externos al Sistema Solar, redefiniendo nada menos que la comprensión de
nuestro lugar en el Universo.
El llamado de Halley
El tránsito planetario de Venus tiene lugar sólo cuando el
Sol, Venus y la Tierra se alinean en ese orden, de forma que el planeta bloquea
la luz emitida por el disco solar. El fenómeno es muy poco frecuente ya que las
órbitas alrededor del Sol, de la Tierra y Venus están ligeramente inclinadas la
una respecto a la otra.
Fue el astrónomo británico Edmund Halley quien llamó la
atención de otros científicos sobre la importancia de medir los pasajes de
Venus, aunque sabía que no viviría lo suficiente para ser testigo de esos
eventos.
"Halley instó a otros astrónomos a usar el tránsito
de Venus como un instrumento para medir la distancia entre la Tierra y la Luna.
Sabía que no viviría para ver este fenómeno, pero en 1716 publicó un documento
que básicamente decía, 'Yo no estaré allí, pero no deben dejar pasar esta oportunidad.
Si no realizan esas mediciones, estarán defraudando a la ciencia'", dijo a
la BBC Rebekah Higgitt, curadora de historia de la ciencia en el Real
Observatorio Astronómico de Greenwich, en Londres.
En aquel entonces, Halley escribió: "recomendamos
esto una y otra vez a los investigadores curiosos de estrellas. Cuando nuestra
vida haya llegado a su fin, les confiamos estas observaciones y esperamos que
plenamente conscientes de nuestros consejos, se dediquen con vigor a estas
observaciones y a las inmensidades de las esferas celestiales".
Los dos tránsitos de Venus en el siglo XVIII, en 1761 y en
1769, permitieron a los astrónomos de la época obtener por primera vez una
estimación del tamaño del Sistema Solar y medir la distancia entre la Tierra y
el Sol, de 150 millones de kms.
El "mundo
infernal" de Venus
Las observaciones actuales del tránsito de Venus se
plantean interrogantes diferentes.
"El evento es el mismo, el pasaje de Venus frente al
Sol, pero por primera vez en la historia el par de tránsitos en 2004 y 2012 son
observados simultáneamente no solo desde la Tierra, sino desde el espacio,
incluso desde el espacio interplanetario porque la sonda Venus express, que
está orbitando este planeta, será activada durante el pasaje", dijo a la
BBC Thomas Widemann, del Observatorio Astronómico de París.
Es crucial que las mediciones realizadas sean simultáneas
para que los datos sean comparables y contribuyan al estudio de los misterios
de Venus.
"Hay mucho que aún no sabemos sobre la atmósfera de
Venus. Este planeta tiene el mismo tamaño de la Tierra y está hecho de los
mismos elementos. Pero lo que debemos comprender es por qué estos planetas que
deberían ser gemelos han evolucionado en forma muy diferente", señaló
Wiedeman.
David Crisp, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la
NASA, explicó a la BBC que "mientras la Tierra llegó a una temperatura
promedio de 23 grados centígrados y tiene agua líquida en la superficie, Venus
es como un mundo infernal. Su atmósfera está compuesta principalmente por dióxido
de carbono, lo que crea un efecto invernadero masivo, con temperaturas en la
superficie de 457 grados centígrados, suficientes para derretir el plomo, y
nubes que en lugar de tener vapor de agua como las terrestres contienen
partículas de ácido sulfúrico".
Por otra parte, "Venus tiene 90 veces más atmósfera
que la Tierra, por lo que la presión es mucho mayor, equivalente a la existente
a tres kilómetros de profundidad en un oceáno terrestre. Y no es un mundo muy
brillante, ya que sólo el 6% de la luz llega a la superficie".
Exoplanetas
Los astrónomos esperan que las mediciones realizadas en
este nuevo pasaje ayuden al estudio de los tránsitos planetarios, uno de los
principales mecanismos que permiten investigar la gran cantidad de exoplanetas
o planetas externos a nuestro Sistema Solar descubiertos en las últimas dos
décadas.
Dado que muchos de esos planetas no pueden ser observados
directamente, ¿cómo es posible que los científicos deduzcan tanta información a
partir de cambios en la luz cuando transitan frente a sus estrellas?
"Es asombroso cuánto podemos aprender con los
tránsitos planetarios", dijo a la BBC Suzanne Aigrain, profesora de
astrofísica de la Universidad de Oxford. "Podemos deducir el tamaño del
planeta por la cantidad de luz que bloquea. Otras mediciones nos permiten
inferir además la densidad, que nos da una idea sobre la composición del
planeta. Planetas como Júpiter, por ejemplo, son menos densos que otros como la
Tierra".
"También podemos medir el período de la órbita, es
decir, cuán largo es el año en ese planeta. Y si se puede hacer la medición en
diferentes longitudes de onda puede aprenderse mucho más. Si los gases de la
atmósfera bloquean ciertos colores de la luz, es decir, ciertas longitudes de
onda pero no otras, el planeta aparecerá con tamaños diferentes en diferentes
longitudes de onda y comparando estos datos puede determinarse el tamaño del
planeta. Es increíble que podamos deducir toda esta información de los
tránsitos planetarios, sin siquiera ver el planeta".
En las mediciones del tránsito de Venus en junio
participará incluso por primera vez el telescopio espacial Hubble. Sus
instrumentos no pueden mirar directamente al Sol pero los astrónomos usarán la
luz reflejada por la Luna, en forma similar a los difusores utilizadas por los
fotógrafos.
Gafas protectoras
El tránsito no será visible en gran parte de Sudamérica.
En España, podrá captarse al amanecer del 6 de junio, justo cuando la silueta
de Venus esté terminando su viaje y empiece a abandonar el disco solar.
Es necesario protegerse la vista, porque "una
fracción de segundo es suficiente para quemar el ojo y tener daños
permanentes", señaló Francisco Colomer, investigador del Observatorio
Astronómico Nacional de España.
Quienes no se encuentren en los sitios de observación,
podrán seguir las transmisiones del evento en internet. El proyecto Gloria,
liderado por la Universidad Politécnica de Madrid e integrado por socios de
ocho países, dará acceso libre y gratuito a una red de telescopios robóticos a
través de un sitio en la red.
Con gafas o por internet miles de aficionados en el
planeta estarán pendientes del tránsito del planeta a la vez cercano y
misterioso, a la vez gemelo y diametralmente opuesto.
Y con sus mediciones en observatorios terrestres o en el
espacio, los astrónomos del siglo XXI responderán al llamado de Halley para
entregarse con pasión a "las inmensidades de las esferas
celestiales".
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