Tomás Aquino Méndez
Creo que no podemos vivir de los recuerdos.
Pero al mismo tiempo entiendo que no podemos borrar el pasado y los pueblos no pueden olvidar su historia.
Por eso no puedo sustraerme a los tiempos en que el liderazgo político dominicano defendía la ideología en sus partidos; tiempo en el que las escuelas de formación política se imponían; épocas en las que para ingresar a un partido como el PRD, PLD, MPD, Línea Roja, teníamos que hacer cursillos, leer varios libros y discutir lo aprendido en “células” formadas por varios compañeros.
También teníamos que demostrar fidelidad, firmeza y compromiso social.
Hoy, la fidelidad con un equipo de béisbol es mucho más firme que con un partido político.
Difícilmente un seguidor del Licey, Escogido, Estrellas, Águilas, Toros o Gigantes cambie su franela porque su equipo perdió un campeonato o porque un jugador o dueño del conjunto no le prestó atención o escuchó una solicitud. Pero en política se ha hecho común cambiar de chaqueta si se pierde una convención o si se pide algo a la dirección y no se le concede.
Para dar el paso se argumenta necesidad de cambios, se cuestiona a sus antiguos dirigentes o se recurre a una supuesta “ideología” distinta.
Pero ¿de que ideología puede hablar alguien que va a buscar un cargo o un puesto político a otra parcela? Los partidos hoy no hablan de socialismo democrático, social cristianismo o marxismo. Eso, ni se comenta ni se debate entre compañeros o dirigentes.
Lo único definido es la búsqueda del poder, sea como sea, y desde allí dirigir a la nación, distribuirse las posiciones y manejar los recursos que aporta el ciudadano. Por eso causa risa escuchar a quienes han pasado de un partido a otro hablar de que dieron el paso para luchar por los más pobres, trabajar por el país, y cuestionan a su antiguo partido diciendo que allí “se perdió la ideología” Pero, ¿Cuál ideología?.
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