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ORLANDO DICE. ¿Está Mejía en ánimo de pedir perdón a Vargas?

lunes, 16 de enero de 2012

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com

Orlando Gil/Listin Diario
FALSO.-  Los perredeístas nunca resuelven sus problemas a cabalidad, puesto que en vez de buscar razones, se conforman con orígenes falsos y externos. Los periodistas y el gobierno, por ejemplo. Con decir que los primeros actúan al servicio del segundo para dañar al partido o  su boleta, todo queda solucionado.

Ahora ¿Qué tienen que ver la prensa y el gobierno con el habla coloquial del dominicano? ¿O qué esta sea gráfica y desconsiderada, y  que algunos candidatos, en relación a sus oponentes internos, se pasen de gráficos y desconsiderados? Igual ¿ Qué culpa tienen los medios de que los perredeístas de todos los bandos se mueran por un chisme  y que su mejor forma de practicar la lealtad sea ir donde su jefe y contar con pelos y señales lo que  dijo otro compañero? Enchinchar no es una virtud, pero quienes gozan con enchinchar son los propios perredeístas, sabiendo ñcomo sabenñ el efecto que va a producir su insidia. Lo de ahora es lo de siempre, y quien se equivoca es porque quiere. Los perredeístas no necesitan que los azuzen. Para pelear entre ellos se bastan y se sobran...
EL IRRESPETO.- Miguel Vargas se queja en su último documento público de “ser irrespetado en lo personal y en lo familiar”. Es decir, que se siente ofendido y agraviado de manera directa y en su entorno. Pero no se va por la tangente ni acusa a la prensa ni al gobierno de ese acoso imperdonable. Y no podía hacerlo, puesto que si no  es candidato, tampoco rival del aspirante oficial. El gobierno, por demás, cuando ataca, o lo hace contra el partido en su conjunto  o contra Hipólito Mejía como ex presidente. Incluso, cuando Vargas fue candidato, Mejía siguió siendo la diana. De manera que no hay porque confundirse. Vargas tampoco se anda por las ramas. Dispara con precisión y sobre todo con conocimiento. Atribuye a “dirigentes de su comando de campaña” de usar a terceros para que lancen “especies calumniosas contra mi persona, mis colaboradores y familiares”. Se refiere, no hay dudas,  a esos voceros oficiosos que hacen el papel de policías malos en los programas interactivos. Esto es, que hay seguidores de Mejía que se comportan como la gatica de María Ramos que tira la piedra y esconde la mano...
LAS VILLAS.-  No hay dudas de que cuando Miguel Vargas condenaba la acción de “dirigentes de su comando de campaña”, pensaba en las otras ofensas, en los agravios que le llegan a través de los compañeros que visitan al candidato Hipólito Mejía. Entre sus íntimos se comentan por lo menos dos. Los “testimonios de Villa”, en alusión a comisiones de  Villa Mella y  de Villa Altagracia, que en ocasiones diferentes  intercambiaron con Mejía. Cuentan que en vez de retornar a sus lares, Villa Mella y Villa Altagracia, desde el mismo camino contactaron a Vargas y que este, interesado en recibir de primera mano esas revelaciones, los recibió sin demora. Estos  compañeros, cada cual en su momento, hablaron sin pelos en la lengua  y casi le vomitaron arriba al presidente del partido. Lo de Mejía es casi un ritual. Saca de su maletín sus últimas encuestas, muestra sus porcentajes y la ventaja que le lleva a Danilo Medina, dejando ver que no necesita de Vargas ni de los dos o tres necios que persisten en seguir sus orientaciones. Los Fiquito Vásquez, para citar, no cuentan...
EL PERDÓN.-  Ese es el aspecto crucial del actual problema del PRD, del trance entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía. El problema no es solo político, también es personal. Es más, lo personal obstaculiza lo político. Lo político se resuelve de dos maneras: o con reparto o colocando en primer plano los principios. Lo personal de una única manera: con el perdón. Mejía sabe que lo que ha dicho en la intimidad con compañeros del partido llegó a Vargas como si fuera un mandado. No hay formas de recoger todas  las plumas después que fueron lanzadas al viento, pero si reconocer la intemperancia, el desbocamiento, la falta de contención. ¿Está Mejía en ánimo de pedir perdón a Vargas por las ofensas de su comando de campaña o las suyas propias, o Vargas en condiciones de concederlo, ya no por razones políticas,  sino por imperativo religioso? Mejía es un hombre de iglesia ¿y Vargas? El cristianismo se funda en el perdón, y el Señor, además de enseñar la oración del Padre Nuestro, impuso la obligación de perdonar setenta veces siete. El entendimiento entre Mejía y Vargas, más que político,  tiene que ser  teológico...


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