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ORLANDO DICE. El vía crucis de los perredeístas tras el pacto de caballeros

sábado, 3 de septiembre de 2011

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com

Orlando Gil/Listin Diario
EL CAPITÁN
El problema, si es que llega a problema, no es el tratamiento que Hipólito Mejía y su grupo dan a los seguidores del presidente del PRD, sino al propio Miguel Vargas. El asunto es de capitán y no de soldados. Vargas siente que desconocen su autoridad cuando Mejía suma a su gente a la campaña de manera personal, sin tomar en cuenta su jefatura, cuando de por medio hay un Acuerdo de Compañeros y un Protocolo de Integración. ¿Puede atribuirse mala fe a  Mejía? No. Como advierte que el camino real está bloqueado, inteligentemente se va por la vereda y busca a los antiguos MVP uno a uno. Como hizo el presidente Leonel Fernández con los reformistas. No había un comando que los unificara ni una dirección que los representara, y siendo como eran una fuerza pequeña pero crucial, se decidió a buscarlo casa por casa, nombre por nombre, pueblo por pueblo, y se conocen los resultados. Mejía tiene que ganar unas elecciones y no puede dejar que la oportunidad se le vaya de las manos por culpa de la versión política del “añoñaíto”...
MIGUEL
La carta de Julio Maríñez se basta como ningún otro documento, pues va al problema y lo plantea con solución incluida. Habla del “sacrificio” de Miguel Vargas e igual de su “nobleza” y sobre todo de su “disposición”. Quiere la unidad y trabajar por el triunfo, pero “no es correspondido”. Maríñez sabe lo que está diciendo, pues en más de una ocasión trató el tema con el candidato Mejía y éste le salió con uno de sus repentes. “¿Y qué es lo que quiere? Que yo se loÖ”. Vargas quiere darse importancia como “presidente y líder” y Mejía  como Olivorio no come pendejada. ¿Presidente de qué, si incluyó el cargo en la apuesta y lo perdió? Tampoco puede pretenderse líder del PRD, si atendiendo a los resultados de la convención es minoría. El partido blanco tiene que revisarse, puesto que la condición de líder se relaja cuando la asume quien no puede. Si Vargas no se hubiera sometido a escrutinio, y fuera presidente del partido, no se le pudiera negar ni disputar esa categoría. El verdadero líder fue quien se impuso en la lucha interna...
NO ES IGUAL
Miguel Vargas quiere que  después que los seguidores de Mejía proclamaran que el 98 por ciento de sus seguidores se integró a la campaña, le reconozcan un ascendiente entre los perredeístas que ya no es real. No puede tener el 47 por ciento que sacó en la convención si la casi totalidad de quienes lo apoyaron ahora secundan al candidato de su partido. ¿Cómo es que los subalternos entendieron sus obligaciones primero que su superior? Vargas se dio cuenta tarde de algo que debió prever: el cambio de lealtades. Si se hubiera presentado ante Mejía con su 47 por ciento, y discutido de tú a tú la campaña y el gobierno, la actual situación de confrontación o de olvido no existiera. Pero se puso a jugar con otras cartas y exploró posibilidades que eran imposibles. Los perredeístas son como el vía crucis: siempre tienen las mismas caídas. En vez de aceptar con “sacrificio”, “nobleza” y “disposición” la derrota, creó un impasse de esos que llevan a temer lo peor. Poner la causa en manos de terceros es un error...
SIN NADA
Miguel Vargas vino a darse cuenta tarde que el 47 por ciento de la convención se le fue empequeñeciendo, y ahora, cuando mira a su alrededor, no encuentra las multitudes que lo siguieron y apoyaron en su lucha por la candidatura. Solo le quedan dos o tres compañeros que no hacen la diferencia: Julio Maríñez, Rafael Díaz Filpo y Rafael -Fiquito- Vásquez, etc. a quienes llaman Los Institucionales. Podrían ser más, pero se vio que cuando Mejía juramentó a Iván Rondón, estaba acompañado de Andrés Bautista, el presidente en funciones. Si el presidente en funciones hace su papel, el titular sobra. ¿Culpa de Mejía? No. Dicen los responsables de la campaña que a Vargas se le participan por escrito todos los actos en que estará presente Mejía. De manera que si no va es porque no quiere, y además tampoco se excusa. El plan iba a las mil maravillas hasta que últimamente se percataron de que su reticencia no afectaba la candidatura de Mejía, las encuestas demuestran su solvencia, y sí originaba situaciones que ponían en riesgo su futuro político.



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