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Padre Orlado Francisco Frías, un sacerdote comprometido con su iglesia

lunes, 31 de mayo de 2010

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com

Por Tony Eusebio
El sacerdote es un ser de equilibrio en la comunidad, su investidura le impone un liderazgo especial, es el pastor, es consejero, conciliador, maestro, instructor, enfrenta los problemas con sensibilidad y determinación, colabora, suma, multiplica, se entrega a su iglesia, se gana el aprecio de todos y todas, es carismático, paternal y observador, constructor, es celoso de sus hábitos, amoroso, perdonador, es ante la iglesia el representante mas cercano de Jesucristo por los dones dado en el compromiso filial que asume bajo su humildad y su fe.
Es tan importante la investidura del sacerdote, que muchas veces nos olvidamos de que es un ser humano común, que es un hombre cuyas condiciones humanas lo hacen ser débil, cuya única fortaleza es la oración constante porque su carga de responsabilidades peligra frente a la realidad de su entorno, la cultura cambiante, la pérdida de valores y la brega constante frente a una sociedad cada día mas complicada, meno creyente, mas espontánea, menos sensible y por ende menos servicial.
La comunidad católica de Río San Juan ha estado en las últimas semanas alarmada de manera preocupante, es como si el sanedrín se cambiara de época, de espacio y tiempo; y analizando todo lo ocurrido uno como que tiende a confundirse. ¡Cuidado!, ¡mucho cuidado!, porque el peor error sería dejarnos confundir. La situación actual requiere de reflexión sincera y justa. Y digo esto, porque no podemos igualarnos con los que piensan y actúan de manera medalaganaria y no toman en cuenta la delicadeza de la comunidad, la de cada familia, la de sus hijos, no valoran la fe en Dios, ni siquiera la de ellos si es que la tienen.
Juzgar y condenar es asunto de tribunales. El tribunal de Dios nos juzgará por nuestros actos y actitudes. Y como creer es cuestión de fe, dejemos que sean Dios, los santos y los Ángeles quienes asuman la responsabilidad de juzgar y condenar lo que hagamos o no hagamos en esta existencia.
Desde el Concilio Vaticano II, los laicos, es decir, los miembros de la Iglesia que no pertenecen a ninguna orden religiosa, han asumido un papel cada vez más importante ayudando a los sacerdotes y a los obispos, en especial en temas prácticos e incluso en el ejercicio pastoral, como la catequesis o mejor dicho formación religiosa.
No obstante, vista la situación actual en Río San Juan, parece que una parte de los laicos se le ha olvidado su compromiso, pues en vez de ayudar, lo que han hecho es lo contrario. Se han olvidado de que el Sacerdote es un ser humano, lo han juzgado, lo han condenado al estilo del sanedrín. No tuvieron la valentía de acercársele y conversar con El, cuestionarlo, confirmar la realidad, pedir una explicación, demostrarle su amistad…, al parecer así era más fácil, porque el sacerdote es un sacerdote y a nadie le va hacer daño digan lo que digan.
Cargar con la vida ajena quita tiempo para pensar en la nuestra, mientras un sacerdote es hundido, una comunidad sigue su ritmo acelerado, y en esa comunidad no aparecen valientes que denuncien los puntos de drogas, los bocinones estridentes, las bebentinas, los apagones, los robos, los compra conciencias de aquellos que solo saben que existen y no saben porqué ni para qué, cuantas familias no tienen comida ni trabajo, a cuantos jóvenes hay que educar, etc. Mientras a un sacerdote en un medio de comunicación le llaman enamorón, ese medio de comunicación parece estar ajeno a la realidad. Mientras un sacerdote es acusado de piropear mujeres, quienes lo acusan no miden causas y efectos, y olvidan que ese sacerdote es un hombre, y sin embargo nadie denuncia a la mujer que va a misa con la mitad de los senos al aire, o ropas provocativas que definen lo que tienen. Si el sanedrín de hoy entiende que a un sacerdote hay que aislarlo de su iglesia, porque como humano y como hombre a una mujer le dijera sus virtudes como dama, entones este es el fin de la iglesia que Jesús le instruyó a Pedro crear. Creo, sin interés de ofender a nadie, que casos y cosas mucho más importantes en nuestra iglesia deben ponérsele más atención, por ejemplo el valor e importancia de la liturgia y la eucaristía. El trabajo pastoral, y la función social y educativa de la iglesia.
Dejemos a los sacerdotes que hagan su trabajo, oremos por ellos, ayudémosle son humanos, dejemos que sean ellos quienes le den cuenta a Dios de sus actos, y nosotros ocupémonos de los nuestros, la santidad no se gana con titulo ni con una posición. La santidad es para aquellos que sean capaces de imitar la vida de los santos que nos han precedido y es Dios el ser supremo quien puede determinar esa santidad construida con nuestras actitudes.
Seamos humildes, amémonos como Jesús nos amó, valoremos y respetemos la vida, construyamos una iglesia de amistad con amor, fidelidad, respeto y humildad.
Padre Orlando, estoy contigo, mi familia está contigo, toda esta comunidad está contigo; y sabes ¿Por qué?, porque en ti no solo hemos encontrado a un sacerdote, también encontramos a un ser humano humilde y servicial, jovial, dinámico, emprendedor y comprometido con su Iglesia. Sigue adelante con la frente en alto, que Dios tiene lindos planes para ti. Costa Verde DR

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