Existen diferentes tipos de violencia: violencia psicológica, verbal, física y estructural. Esta ultima es definida por José María Tortosa y Daniel
La violencia en la sociedad dominicana se manifiesta desde lo micro a lo macro. En las esferas micro-sociales la encontramos en el hogar (relaciones hombre-mujer, padres/madres—hijos) la escuela, resolución de conflictos cotidianos, el transito, delincuencia y la esfera laboral. En lo macro encontramos un permanente ejercicio de violencia que se produce desde las esferas de poder donde se mezcla la violencia estructural, con violencia psicológica y violencia física.
En este artículo nos vamos a centrar en la violencia que se ejerce desde las esferas de poder. Esta violencia tiende a mantenerse invisible, ocultada o enmascarada por los mismos agentes de poder que mantienen “supuestos discursos” contra la violencia pero que ejercen continuamente violencia contra la ciudadanía en general.
Algunas de las expresiones de violencia ejercida desde el poder en nuestro país son:
1. Precariedad en el suministro de los servicios básicos. El sometimiento diario y continuo a toda la población, con mayor fuerza a la más vulnerable, a apagones, deficiencias en el suministro de agua potable y saneamiento es un ejercicio de violencia. Con ello se somete a la ciudadanía a vivir en inseguridad y sin acceso a las necesidades básicas.
2. Exclusión, abandono y Pobreza. A pesar de que nuestro Presidente muestra en
3. Asesinatos diarios de jóvenes y hombres en manos de la policía en supuestos “intercambios de disparos”. La presencia continua de ajusticiamientos de la policía (incluyendo los últimos casos y escándalos) son modelos que repiten el ejercicio del terror trujillista y balaguerista. La policía desaparece diariamente a entre uno y dos jóvenes-hombres por día. Se ha institucionalizado la pena de muerte como método de investigación a “sospechosos”. ¿Puede hablarse de una “revolución democrática” en el terror? ¿Por qué estas muertes no le preocupan al Presidente de
4. Violencia ejercida desde el congreso y la asamblea nacional hacia la población y sus derechos fundamentales. Tenemos ahora una nueva constitución que niega los derechos fundamentales de la ciudadanía a: accesar a playas, demandar casos de corrupción e inconstitucionalidad, de las mujeres a optar por sus vidas, de las personas con opciones sexuales diversas a formar familias, de los hijos de migrantes a nacionalidad y educación y de perdida de la independencia del poder judicial. Esta constitución es un ejercicio de violencia a la población que surge de una imposición desde el Pacto firmado entre Leonel Fernández y Miguel Vargas en un estilo totalmente autoritario que suplanta la democracia y que no puede llamarse “revolución democrática” sino por el contrario “revolución autoritaria”.
Todos estos elementos nos muestran una sociedad que sufre una permanente violencia estructural y física desde los estamentos de poder. El ejercicio del poder en el país ha ido tornándose en un ejercicio de terror y dejando de lado el modelo democrático que debería tener. No se respetan las libertades ni los derechos de la ciudadanía. La democracia no convive con el terror, el terror no convive con la gobernabilidad y menos aún con proyectos vinculados al “progreso” y la “inversión extranjera”.
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