Por Tony Eusebio
La razón nos permite ser veraces a la hora de expresarnos con franqueza, y en mi condición de ciudadano común me produce complacencia y satisfacción escribir sobre las lágrimas de
Cuando la he visto llorar he sentido gran admiración, pues no todos los seres podemos llorar con facilidad aunque se nos esté partiendo el alma por algún acontecimiento, y nos sentimos ahogados con deseos de estallar, condición esta que hace peor la situación porque entonces el sufrimiento se reprime.
En nuestra cultura existe una condición psicológica inducida desde niño, pues recordemos que alguien cuando niños nos dijo “los hombres no lloran”; sin embargo es necesario llorar cuando se siente ganas de hacerlo, y no importa si es hombre o mujer, porque como escribió un poeta, “los hombres lloramos como las mujeres porque tenemos débiles como ellas el alma”.
Las lágrimas de Isabel Bonilla reflejan dos condiciones interesantes, una que es mujer y otra porque sufre antes las circunstancias adversas de los más pobres. Sin embargo, la condición de ser mujer es una de las grandes virtudes que adornan al gran ser humano que hay en el alma y espíritu de Isabel Bonilla, pues ojalá muchos hombres tener la valentía de esta gran mujer.
No obstante, la situación social y económica de nuestro país (siempre en crisis) le hace difícil el trabajo al que con buenas intenciones quiere abrirse pasos en medio de los buitres que asechan en cada rincón del quehacer dominicano. La cultura dominicana asimila con facilidad cambios e imposiciones que vengan de donde vengan contribuyen a que nuestros valores se pierdan, lo que junto a la envidia corroen por doquier, y producto de eso hay mucha gente que no soporta ver a otro llorar y lo considera débil, pero la debilidad, a mi entender, debe aplicarse a aquellos que sucumben ante lo ajeno, o mas claro, ante lo que es del pueblo.
Cuando se llora es muy confortante encontrar los hombros de alguien donde apoyar la cabeza, y Río San Juan muchas veces a recostado la cabeza en los hombros de Isabel Bonilla. Llorar es el lenguaje universal con el que todos nacemos. Las lágrimas de Isabel Bonilla son las lágrimas de los que no tienen voz o medio por donde expresarla.
Yo, que la he visto llorar muchas veces, en reuniones o encuentro de trabajo, en programas de TV donde la he entrevistado, les aseguro que en esas lágrimas lo que he percibido es la grandeza de un gran ser humano.
Valoremos las lágrimas de Isabel Bonilla, recuerden que las lágrimas son producidas por las glándulas lagrimales de manera natural para lubricar los ojos y protegerlos de sustancias extrañas y frente a infecciones.
Que las lágrimas de
Costa Verde DR
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