Francis Frías/prensalibrenagua.blogspot.com
Desde hace años tengo por cierto que la vieja ley de Gresham de la economía “la moneda mala expulsa a la buena” (La colega Teonilda Gómez conoce muy bien esta frase, porque sabe de economía), donde efectivamente se cumple es en la política: los políticos malos expulsan a los buenos. Las condiciones establecidas en nuestra muy encomiada Constitución y en sus leyes de desarrollo han generado un sistema político y electoral que termina expulsando a todos los que conciben la política como una actividad noble y la abrazan guiados por una ideología en la que creen de verdad. Antes o después, desengañados, convencidos de que las reglas de juego están trucadas, terminan retirándose llenos de melancolía.
Por el contrario, los otros, los trepadores, los aprovechados, los que consideran la política como una profesión capaz de conducirles a un nivel social que de otra manera tendrían totalmente vedado, los tramposos, los reyes del tráfico de influencias, se encuentran como el pez en el agua y permanecen. ¿Por qué extrañarnos de lo que ha ocurrido en muestra provincia María Trinidad Sánchez? Que el cieno salga a la superficie sólo en algunas ocasiones no quiere decir que no esté en el estanque.
Pero tampoco criminalicemos a la política. En realidad, las reglas del juego en ella no son muy distintas que las que parecen regir en el sector privado. La diferencia estriba en que en el ámbito privado la publicidad es menor, se puede pasar más desapercibido y los ciudadanos estamos más propensos a disculpar todo. Ingenuamente tendemos a pensar que el éxito va unido a la inteligencia, cuando tiene que ver más bien con la capacidad de navajeo y de manipulación. Es más, gran parte de los males que afligen hoy a la política a nuestra provincia vienen de los aprovechados, de los importados. Es la imbricación entre la política y los intereses económicos y empresariales la que engendra todos los vicios y perversiones.
La historia de la democracia es ante todo el intento de separar el poder de la propiedad privada. En otras formas de gobierno, feudalismo o monarquía absoluta, el poder radica en quien posee las riquezas. La democracia, incluso en la antigua Grecia, constituye ante todo una transferencia de poder de las oligarquías al pueblo. Bien es verdad que el concepto pueblo no siempre ha sido homogéneo. En Grecia, estaban excluidos del pueblo, y por lo tanto de la democracia, los esclavos, los metecos (que eran los extranjeros) y las mujeres. En épocas más recientes, la emancipación de la propiedad privada fue también un proceso lento. El voto se restringía a los que tenían un mínimo de bienes (sufragio censitario) y por supuesto las mujeres quedaban también relegadas.
Pero es que incluso una vez que el sufragio se convirtió en universal, no por ello la propiedad privada quedó totalmente separada del poder político. Muy pronto surgieron voces que alertaron del peligro de que en un Estado liberal, presidido por el “laissez faire”, las fuerzas económicas utilizasen sus ingentes y múltiples medios para transformar la democracia en una cáscara vacía y carente de todo contenido. El surgimiento del Estado social obedece a la necesidad de paliar este riesgo.
El problema que se plantea, en fin, no es otro que el de la credibilidad de nuestra democracia, y hasta qué punto nuestro sistema político no está siendo esclavo del mundo del dinero, de los trepadores que vienen ganan una candidatura con el voto popular y luego se creen dueños de los votantes y del pueblo, incluso a muchos se le ha escuchado decir “Este cargo me salio muy caro”.
LOS POLÍTICOS SINCEROS, LIMPIOS, DECENTES
Esas mayorías manipuladas, antiguamente desde los púlpitos, están despertando de su letargo, para echar al basurero de la historia a los condotieros, aventureros políticos sin escrúpulos, de profesión, ladrones de cuello blanco, traficantes de la esperanza, engendros de parásitos.
Ahora como pueblo no necesitamos candidatos arribistas, oportunistas, logreros, no hay sitio para quienes buscan prebendas, cargos, candidaturas, funciones públicas a pretexto de espacios ganados, aquí ya no caben los buscas candidaturas para largarse de aquí y luego volver como si estuviéramos en la etapa precolombina todavía.
Contamos con políticos sinceros, limpios, decentes, desprendidos, que no aspiren réditos económicos y personales. De: Francis Frías/prensalibrenagua.blogspot.com
A QUIEN LE SIRVA ESTE SOMBRERITO QUE SE LO PONGA…SIN PALABRAS.
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