Su misión es interponerse entre la bala y el presidente.
BBC/MUNDO
Generalmente
los vemos sobriamente vestidos de negro, hombres -y mujeres- serios e
impasibles con sus sempiternas gafas de sol, acompañando a los presidentes y
candidatos presidenciales de Estados Unidos y oteando los alrededores en busca
de una posible amenaza.
El pasado fin de semana no lograron verla a tiempo.
Pero su
reacción fue la que se espera del Servicio Secreto de EE.UU.: se lanzaron sobre
Donald Trump para proteger con sus cuerpos al expresidente y, cuando la amenaza
pasó, lo metieron a la fuerza en un vehículo blindado -él parecía querer en
algún momento zafarse para seguir hablando a sus seguidores- y lo sacaron
rápidamente del lugar de peligro.
Pero su misión
no siempre ha sido esa. De hecho, cuando el Servicio Secreto se fundó en 1865,
su objetivo principal era combatir la falsificación de moneda en un país
devastado por el conflicto bélico.
Cuando
finalizó la guerra de Secesión o guerra civil estadounidense, se calcula que un
tercio de todos los dólares que circulaban en el recientemente reunificado país
eran falsos.
Esta
abundancia de papel moneda falsificado ponía en peligro la estabilidad
financiera del país, según la propia historia del Servicio Secreto. El
Departamento del Tesoro decidió entonces crear una agencia para combatirlo, a
la que llamaron “División del Servicio Secreto” y nombró a William P. Wood como
su primer director.
A lo largo de
los años, y como consecuencia de su éxito en reducir el número de billetes
falsos en circulación, su mandato se amplió para incluir otros delitos
federales, como el contrabando o el robo de correo.
Su misión dio
un giro, sin embargo, tras el asesinato del presidente William McKinley.
El 6 de
septiembre de 1901, el anarquista Leon Czolgosz aguardó pacientemente su turno
en la cola de personas que querían saludar al 25 presidente de Estados Unidos
durante la Exposición Panamericana y, cuando llegó su vez, le disparó dos veces
en el abdomen. Su artimaña no fue muy sofisticada: escondió el revolver debajo
de un pañuelo.
Los agentes del Servicio Secreto introdujeron rápidamente a Donald Trump en el vehículo blindado.
Las
autoridades se dieron cuenta de que los presidentes necesitaban de una fuerza
especial para su protección, que hasta entonces había estado a cargo de
guardaespaldas, vigilantes no oficiales y una guardia auxiliar que tenía, entre
otras funciones, la de gestionar el acceso público a la Casa Blanca, la sede y
residencia de los mandatarios de Estados Unidos.
El Servicio
Secreto recibió entonces el encargo de la protección de los presidentes
estadounidenses, sus familias y los dignatarios extranjeros en visita oficial.
Su afiliación pasó del Tesoro al Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.
en 2002.
Con la
creación del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) en
1908, parte de los cometidos financieros del Servicio Secreto pasaron a la
nueva agencia. Sin embargo, delitos contra el sector financiero o bancario,
como la ciberdelincuencia, siguen siendo misión del Servicio Secreto.
A quién
protege
El Servicio
Secreto se encarga de la protección de presidentes en activo, exmandatarios y
sus parejas e hijos menores de 16 años, de los vicepresidentes y de los jefes
de Estado extranjeros en visita oficial. También de los principales candidatos
presidenciales y a la vicepresidencia en los 120 días anteriores a las
elecciones.
Desde 1998, el
Servicio Secreto también se encarga de la seguridad en lo que se conocen como
“eventos nacionales de seguridad especial”, que podrían ser potenciales
objetivos criminales.
Esto podrían
ser convenciones de partidos políticos, los eventos de toma de posesión de los
presidentes, ciertas cumbres internacionales, funerales de Estado, discursos
del estado de la Unión, o inclusos ciertos eventos deportivos como el Super
Bowl.
La agencia ha
ido creciendo en sus casi 125 años de historia y ahora mismo cuenta con más de
7.000 efectivos repartidos en 150 oficinas en Estados Unidos y en el
extranjero, según explicó Norman Roule, exfuncionario de inteligencia de EE.UU.
y asesor de la organización Counter Extremist Project, al servicio árabe de la
BBC.
La relación
entre agentes y protegidos puede llegar a ser muy intensa y, ya desde su
creación, los miembros del Servicio Secreto se encontraron con las reticencias
de algunos presidentes que intentaban escaparse de su estrecha vigilancia.
Teddy Roosvelt fue el primer presidente de Estados Unidos en ser protegido por el Servicio Secreto, como en esta imagen de 1905 el día de su toma de posesión.
Teddy
Roosvelt, el primer mandatario que estuvo bajo su protección tras suceder al
infortunado McKinkey, iba custodiado por dos agentes a todas partes y
encontraba esta compañía, al parecer, irritante, según la White House
Historical Association, la asociación formada en 1961 por la primera dama
Jacqueline Kennedy para preservar la historia de la casa Blanca.
Para
frustración del Servicio Secreto, Roosvelt a veces se escapaba en secreto de
los jardines de la Casa Blanca y se iba a dar un paseo por el parque de Rock
Creek.
Su sucesor,
William Howard Taft, pareció haber aprendido de él. En la Nochebuena de 1911,
Taft y su esposa dieron esquinazo al Servicio Secreto y se escabulleron de la
Casa Blanca bajo la lluvia para visitar a unos amigos.
Cuando los
agentes encargados de su protección se dieron cuenta, cundió el pánico y se
pusieron a buscarlos por toda la ciudad, aunque ellos mismos regresaron,
empapados y felices, un par de horas después.
Como
curiosidad, el Servicio Secreto también otorga un nombre en código para el
presidente, aunque los mandatarios pueden elegir, al parecer, entre una lista.
Bill Clinton fue “Eagle” (águila), George W. Bush “Trailblazer” (pionero),
Barack Obama “Renegade” (renegado, rebelde) y Donald Trump “Mogul” (magnate).
El actual presidente, Joe Biden, es “Celtic” (celta), por sus orígenes
irlandeses.
Asesinatos y
escándalos
Pese a su
dedicación, el Servicio Secreto no ha logrado, en ocasiones, mantener a sus
protegidos fuera de peligro.
El momento más
dramático fue, sin duda, el asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963.
“Tras ese
incidente, las funciones de la agencia se ampliaron para incluir la protección
de por vida de la viuda y los hijos del presidente Kennedy”, explicó Norman
Roule a Zeinab Dabaa, del servicio árabe de la BBC.
Agentes del Servicio Secreto acompañaban el vehículo en el que Kennedy fue asesinado, como puede verse a la derecha de la imagen.
Antes, en
1950, dos nacionalistas puertorriqueños, Óscar Collazo y Griselio Torresola,
trataron de asesinar sin éxito al presidente Harry S. Truman.
Sí lograron
alcanzar a uno de los agentes del Servicio Secreto, Leslie Coffelt que, a pesar
de haber recibido tres balazos, consiguió neutralizar a Torresola con un
disparo en la cabeza. Coffelt es, hasta la fecha, el único agente del Servicio
Secreto que ha fallecido protegiendo a un presidente.
La agencia
también estaba presente cuando en 1981 Ronald Reagan sufrió un intento de
asesinato. Saliendo del Hotel Hilton de Washington, un hombre armado abrió
fuego contra el presidente, su jefe de prensa y los agentes del Servicio
Secreto y la policía que lo acompañaban.
Reagan recibió
un disparo en el pulmón, del que se recuperó. Uno de los agentes del Servicio
Secreto, que se había interpuesto entre el presidente y el atacante, John
Hinckley, un hombre obsesionado con la actriz -entonces infantil- Jodie Foster,
también resultó herido, pero logró salir adelante.
Miembros del Servicio Secreto y la policía se abalanzaron para proteger al presidente Ronald Reagan durante el tiroteo en el que fue herido en 1981.
Tras el
intento de asesinato de Reagan, la agencia se reformó, explicó Roule, ampliando
su tamaño y el uso de tecnología. Sin embargo, “las reformas más significativas
se centraron en los delitos financieros», añadió el exfuncionario de
inteligencia.
La agencia se
vio sacudida en 2012, durante la presidencia de Barack Obama, por un gran
escándalo que se vio a la vez como una brecha de seguridad y como un episodio
bochornoso.
Pocos días
antes de la Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, varios miembros del
Servicio Secreto se vieron envueltos en una noche de alcohol y prostitución que
llevó a la dimisión del entonces director del servicio, Mark Sullivan.
Al parecer,
los agentes invitaron a varias prostitutas a su habitación poco antes de la
llegada del presidente Obama.
Ocho de los
agentes se vieron también obligados a dimitir, y el servicio Secreto endureció
sus normas para los agentes que, desde entonces, cuando viajan al extranjero
tienen prohibido beber en horas de trabajo, visitar lugares de “dudosa
reputación” y llevar extranjeros a su habitación de hotel.
¿Falló el
Servicio Secreto a la hora de proteger a Trump?
Los
acontecimientos del pasado sábado en Pensilvania, en los que un hombre logró
encaramarse armado a un tejado y disparar sobre el expresidente Donald Trump
mientras daba un discurso ante una multitud, han despertado críticas sobre la
actuación del Servicio Secreto.
Para Jonathan
Gilliam, exagente especial federal y antiguo miembro de las fuerzas especiales
de la Armada estadounidense, “por supuesto que hubo un fallo”.
Según explicó
al servicio Árabe de la BBC, “una semana antes de un evento, la agencia de
protección realiza un estudio preliminar de la zona donde tendrá lugar el acto
electoral, y determina dónde se ubicará el personal de seguridad, el marco en
el que se moverá y cómo proporcionará la máxima protección a la persona que
tiene la responsabilidad de asegurar”.
En su opinión,
el Servicio Secreto debería haber escudriñado el edificio desde el que se
produjo el tiroteo, que se encontraba fuera del perímetro de seguridad
instalado en el día del evento.
De hecho,
según ha podido saberse después del tiroteo, el Servicio Secreto vio al
atacante una hora antes de que empezara a disparar y lo señaló como
“sospechoso”, pero luego lo perdió entre la multitud.
“Fue
identificado como un personaje sospechoso porque [tenía] un telémetro, así como
una mochila. Y esto fue más de una hora antes de que se produjera realmente el
tiroteo”, dijo el senador republicano John Barroso a la cadena Fox News.
Un telémetro
es un instrumento que se utiliza para medir la distancia hasta un objetivo.
El Servicio Secreto se había fijado en el atacante una hora antes de que empezara a disparar, y lo consideró "sospechoso".
El senador
había participado en una sesión informativa a puerta cerrada con los
legisladores del Congreso y Senado en la que miembros del Servicio Secreto y
otras fuerzas del orden compartieron nueva información sobre Thomas Matthew
Crooks, el hombre de 20 años que abrió fuego en el mitin de Trump.
Al parecer, un
francotirador del equipo táctico local desplegado para ayudar al Servicio
Secreto tomó incluso una fotografía de Crooks mirando por el telémetro, e
inmediatamente llamó por radio a un puesto de mando para informar del
avistamiento, según dijo a la CBS un miembro de las fuerzas del orden que
participa en la investigación.
Según ABC News
y otros medios estadounidenses, el tirador fue visto de nuevo en la azotea de
un edificio 20 minutos antes de que comenzara el ataque, según revelaron las
autoridades.
Un policía
local se encontró cara a cara con el pistolero en el tejado momentos antes del
ataque, según declaró a la CBS el administrador del municipio de Butler, Tom
Knights.
El policía
había sido informado de que había una persona sospechosa y la estaba buscando.
Se encaramó al tejado en el que se encontraba Crooks ayudado por otro agente
pero se topó con el sospechoso que le apuntó directamente con un rifle, por lo
que se soltó y cayó al suelo. Entonces dio la alarma y momentos después comenzó
el tiroteo.
Crooks fue
abatido por francotiradores del Servicio Secreto a los 26 segundos de abrir
fuego contra Trump.
Desde el
tiroteo el pasado sábado, se han multiplicado las voces que piden la dimisión
de la directora del Servicio Secreto de EE.UU., Kimberly Cheatle. Ella misma se
ha atribuido la responsabilidad de que la agencia no lograra evitar el ataque,
según dijo en una entrevista con la cadena ABC News, pero ha dicho que no
dimitirá.
Está previsto
que Cheatle, una veterana que lleva 27 años en el Servicio Secreto, testifique
la próxima semana en dos comités de la Cámara de Representantes, que están
controlados por los republicanos.
“La carga de
trabajo del Servicio Secreto no es solo grande, es enorme”, admite Norman
Roule.
Entre 2003 y
2019, la agencia llevó a cabo unos 29.000 arrestos relacionados con la
falsificación y otros delitos financieros. Y solo en 2023, proporcionó
protección a casi 5.000 visitas nacionales y a más de 340 visitas al
extranjero, según dijo a la BBC el exfuncionario de inteligencia de EE.UU.
*Con
reportería de Zeinab Dabaa del servicio árabe de la BBC.
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