El origen de esta práctica se remonta a la Edad Media. En esa época la Iglesia católica ordenaba que los fieles no se bañaran durante la Semana Santa, pues consideraba que hacerlo era un pecado y ofensa a Dios.
El agua es
para la religión católica el elemento más importante de purificación, así que
no podía emplearse hasta el Sábado Santo, que hoy conocemos como Sábado de
Gloria.
Como una forma
de celebrar la víspera de la resurrección de Jesús, surgió la costumbre de
lanzarse cubetazos de agua el sábado, como una forma de purificar los pecados.
Costumbres del
Sábado de Gloria
Una de las
costumbres llevadas a cabo por los fieles de la iglesia es el uso del agua. En
una celebración originada en la Edad Media, los creyentes acostumbran a mojar
su cuerpo.
Antiguamente,
la iglesia católica disponía de distintas reglas a seguir, en donde se señalaba
la imposibilidad de bañarse durante Semana Santa. Al ser un elemento de
purificación, el agua debía ser utilizada hasta el Sábado de Gloria.
Es así como
las personas se mojaban con agua para purificar el alma y lavar los pecados.
Además, el día anterior al domingo de Resurrección, las personas acudían a un
bautismo colectivo. Era tanta gente que había en los recintos religiosos o en
los lugares de bautismo, que los sacerdotes optaron por mojar a todos al mismo
tiempo.
Según los
textos de la biblia, el Evangelio de Mateo cuenta cómo el cuerpo del Mesías fue
depositado en una tumba nueva en el Sábado Santo. Los líderes religiosos
exigieron al gobernador romano, Poncio Pilato, una protección especial para el
lugar donde descansarían los restos de Jesús, con el objetivo de que nadie
profane su cuerpo y fingieran su resurrección.
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