Mária Telkes nació en 1900 en Hungría. Este retrato es de 1956.
Dalia Ventura/Role,
BBC News Mundo
La llamaban la
Reina del Sol, y con razón.
La biofísica
Mária Telkes se distinguía por hacer dispositivos que aprovechaban la energía
solar, cuando eso no era tan común.
Una de sus más famosas creaciones fue la Sun Dover House, una casa construida en la zona rural de Massachusetts, Estados Unidos, hace 75 años con un sistema de calefacción solar diseñado por ella.
Pero esa fue
apenas una de sus creaciones, que incluyeron hasta un aparato que salvó vidas
durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando
estalló, Telkes estaba en el Instituto de Tecnología de Massachusetts o MIT,
donde se creó en 1941 la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico de
EE.UU. para ayudar en el esfuerzo bélico.
Le encomendaron
idear una solución a un problema urgente: cuando los aviadores o marineros eran
abatidos en el Pacífico, quedaban a la deriva en el océano y morían de
deshidratación.
Telkes diseñó
un kit de desalinización inflable alimentado por energía solar, que convertía
el agua salada en potable.
El dispositivo
fue incluido dentro de los botiquines médicos de emergencia del ejército
estadounidense.
La misma
tecnología fue posteriormente ampliada y rediseñada para satisfacer las
necesidades de agua de las Islas Vírgenes, y, para que tengas una idea de cuán
excepcional era que la inventora fuera mujer, así fue como lo anunció el diario
Daily Boston Globe, en noviembre de 1948:
"Gracias
a una rubia alta y de aspecto deslumbrante del Instituto Tecnológico de
Massachusetts que es lo suficientemente bonita como para ganarse la vida como
modelo o corista si no fuera una física establecida, la gente de St. John en
las Islas Vírgenes ya no tiene que depender de las tormentas para obtener agua
potable".
La "rubia deslumbrante" en la costa de Massachusetts con una de sus destiladoras.
No sería la
única publicación que destacara con asombro su género al reportar sus logros
Cuando en 1950
MIT celebró un simposio titulado “Calefacción espacial con energía solar”,
Telkes y la arquitecta Eleanor Raymond fueron la comidilla por haber ideado y
construido Sun Dover House.
“La casa de
pasado mañana está en camino. De hecho, una ya ha sido construida... y otra,
mucho menos costosa, fue concebida por una mujer científico y un arquitecto del
mismo sexo”, señaló una de las muchas publicaciones que hablaron del tema en
EE.UU. y otros países.
Tres mujeres
Para ser más
precisos, no fueron dos sino tres mujeres las que unieron fuerzas para hacer
realidad el proyecto de crear una vivienda completamente calentada con energía
solar... en una época en la que se esperaba que las mujeres se encargaran de
limpiar la casa, no construirla.
Raymond se
había labrado una carrera a pulso en un campo en el que las mujeres eran
escasas: en 1910, sólo había 50 arquitectas en todo EE.UU., y muchas escuelas
de arquitectura negaban la admisión a las mujeres.
Nacida en
1887, se había graduado en 1917 y, tras asociarse con un arquitecto para poder
trabajar, se independizó en 1928.
Cinco años más
tarde, una comisión para diseñar un estudio al estilo Bauhaus en Dover,
Massachusetts, resultó trascendental.
Era para la
escultora y filántropa Amelia Peabody, quien se convertiría en su mecenas, y
completaría el trío de mujeres que colaboraron en la Sun Dover House, aportando
la financiación.
Las 3 damas del Sol: Telkes y Raymond al lado de la Sun Dover House (izq. imagen cortesía de MIT Museum), y Peabody en su taller de escultura en 1962 (der.).
Heredera de la
fortuna una familia de la crema y nata estadounidense, Peabody nació destinada
a una vida como socialité de Boston, pero optó por quedarse soltera, dedicarse
a su pasión por la escultura y usar la riqueza familiar para financiar causas
benéficas.
En un paseo a
montar caballo, se había enamorado de Dover y comprado una propiedad con acres
de bosques en la que se refugiaba del ajetreo de la vida social.
Fue ahí donde
Raymond le construyó su estudio de escultura y otras 7 estructuras, varias
arquitectónicamente revolucionarias.
Y fue Raymond
quien le propuso patrocinar un proyecto histórico de una científica llamada
Mária Telkes, una idea que fascinó a Peabody.
MIT, el lugar
donde esa científica había desarrollado el proyecto, no tuvo ningún problema
con que Peabody estuviera involucrada, pero sí cuestionó la asociación con
Raymond, pues no sólo era homosexual sino que no hacía mucho esfuerzo por
ocultarlo.
El principal
administrador solar de MIT escribió que su afiliación lo dejó "un poco
preocupado" por el bien de la escuela.
No obstante,
en 1948, en un terreno en la finca de Peabody en Dover y con unos US$20.000
dólares (unos US$255.000 actuales), los planos de Raymond y el novedoso diseño
del sistema de calefacción de Telkes se transformaron en la Sun Dover House.
La primera
Fue la primera
casa con calefacción de energía solar únicamente.
Aunque MIT
exhibió otro proyecto en la conferencia, que utilizaba el Sol para calentar el
agua que circulaba por tuberías, dependía de calor auxiliar en los días
nublados.
Telkes evitó
esa necesidad usando sal mirabilis o sal milagrosa, llamada también sal de
Glauber, la sal sódica del ácido sulfúrico.
Es un sólido
que contiene agua, y almacena calor con una eficiencia siete veces mayor que el
agua.
La casa en sí
funcionaba como un horno, cuyas 18 ventanas de vidrio y metal absorbían el
calor del sol, calentando el aire que se canalizaba hacia contenedores con 21
toneladas de esa sal, construidos en las paredes.
El calor se
almacenaba y se usaba cuando era necesario.
La revista Popular Science le dedicó la portada a Sun Dover House en marzo de 1949, con la leyenda "Horno solar en tu ático".
En vísperas de
Navidad de 1948, la familia conformada por Esther, Anthony y su hijo de 3 años
Andrew Nemethy se mudó a ese experimento que sería su nuevo hogar.
Eran
refugiados que huyeron de Hungría hacia el final de la Segunda Guerra Mundial y
habían aceptado la oferta de Telkes, prima segunda de Anthony, convirtiéndose
en inquilinos de la Sun Dover House.
Vivirían ahí
inicialmente sin pagar alquiler
Pero con una
condición: tenían que abrirle las puertas a quienes quisieran ver su futurista
casa... y muchos querían.
"Miles de
personas vinieron a visitarnos", le contó a BBC Witness Andrew Nemethy,
quien ahora es escritor y educador.
"Reporteros,
curiosos, hombres y mujeres vestidos con sus mejores galas de domingo brindaban
por la casa. Era todo un evento social, y mi padre, que era un intelectual muy
simpático y entendía cómo funcionaba Sun Dover House, daba los recorridos, mientras
mi madre sonreía".
Peabody y
Raymond se hicieron amigas de la familia, y la arquitecta alguna vez dijo que
cuando le abrieron la puerta de la casa "y fui recibida con una ráfaga de
aire cálido que sabía que debía provenir únicamente del Sol, fue realmente
emocionante”.
Pero la cara
más visible del proyecto era Telkes, la mayor fuente de fascinación para la
prensa
"Era una
mujer extremadamente atractiva y carismática, difícil de encasillar",
recuerda Nemethy.
"En esa
época, la estrella de cine también húngara Zsa Zsa Gabor era muy famosa, y
quienes escribían sobre Telkes eran los mismos que seguían los círculos
sociales en las artes en Massachusetts, así que describían su apariencia, sus
gestos y su forma de hablar como si fuera alguien exótico.
"Pero
también era una científica increíblemente centrada y brillante, y eso era
difícil de entender. La cobertura fue casi cómica".
Recelos e
inviernos
Telkes fue la primera en recibir el Premio de la Sociedad de Mujeres Ingenieras, que aquí "muestra orgullosa", según la descripción de la foto en 1952.
Telkes se
había enamorado del Sol cuando estudiaba en la Universidad de Budapest, donde
se doctoró en química física en 1924, un logro poco común ya que sólo un mínimo
porcentaje de los estudiantes universitarios eran mujeres.
Un año
después, fue a visitar a un tío en EE.UU. y se quedó.
Trabajó como
biofísica en la Cleveland Clinic Foundation e ingeniera de investigación en
Westinghouse Electric, antes de unirse al Proyecto de Conversión de Energía
Solar, una unidad de MIT, en 1939.
Causó recelo,
no sólo por ser la única mujer, sino por su insistencia en crear cosas que se
utilizaran en el mundo real y por su habilidad para promocionarlas
"En el
mundo académico, no salías a venderte de la manera en que ella lo hacía",
apunta Nemethy.
"Ella era
como una personalidad mediática, y esa no era la forma en que se hacían las
cosas" en esa torre de marfil.
Así, elogios
como “la principal autoridad mundial en ciencia solar para calefacción”, del
diario The Boston Post, contrastaban con un informe de MIT de 1953 sobre el
programa solar que calificó a Telkes como “una persona de opiniones firmes que
expresó con fuerza, que no se somete voluntariamente a las instrucciones”.
Pero, a pesar
de su éxito público, entre bastidores, el experimento de la casa solar no iba
tan bien.
Durante el
tercer invierno, el sistema de calefacción dejó de funcionar correctamente.
Telkes ya lo
había advertido en la conferencia de MIT en 1950.
"El
problema de la casa calentada por el Sol no puede ser resuelto por una o dos
casas experimentales, pero cada casa nueva es otro paso experimental hacia el
uso del Sol como recurso combustible", había dicho.
La Dra. Mária Telkes, "la inventora de energía solar más famosa del mundo" (según la descripción de entonces de la foto), con sus colegas y su horno, en 1955.
Telkes
continuó investigando la energía solar a lo largo de su vida.
E inventando
aparatos como un horno solar, diseñado para usar en países en desarrollo, que
era capaz de alcanzar temperaturas de 400 °C, no requería materiales especiales
para su construcción y costaba sólo US$4.
O como un
calentador de aire solar, que controlaba la temperatura en todas las
estaciones, absorbiendo o reflejando el calor del Sol, dependiendo del clima.
También
trabajó para desarrollar materiales capaces de soportar las temperaturas
extremas del espacio.
En 1980 ayudó
al Departamento de Energía de EE.UU. en el desarrollo de la primera residencia
eléctrica solar del mundo, construida en Carlisle, Massachusetts.
En el momento
de su muerte en 1995, había obtenido más de 20 patentes, la mayoría de ellas
por invenciones que explotaban lo que ella consideraba el potencial ilimitado
de la energía solar.
"De todos
modos, la luz del Sol se utilizará como fuente de energía, tarde o
temprano", había escrito en un artículo de 1951, y añadió: "¿Por qué
esperar?".
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