Al hombre se lo acusa de “desgarrar las páginas del sagrado Corán y escribir palabras blasfemas contra el profeta Mahoma.
Un clima de tensión inundó las calles de la ciudad de Faisalabad, en la provincia de Punyab, en Pakistán, luego de que las acusaciones de blasfemia contra un joven de la minoría cristiana desatasen la furia de los vecinos.
Una
importante turba incendió este miércoles varios lugares de culto de esta
religión -entre ellos cinco iglesias y un cementerio-, saquearon inmuebles con
objetos de valor y demolieron la casa del joven señalado en respuesta a las
alegaciones de las mezquitas del vecindario.
Según
informó el diario Dawn y confirmó posteriormente el portavoz de la policía de
la zona de Jaranwala, Mohammed Naveed, el joven cristiano “ha sido acusado de
desgarrar las páginas del sagrado Corán y escribir palabras blasfemas contra el
profeta Mahoma”.
Como
respuesta a este alboroto, la policía local desplegó varios operativos que no
lograron sofocar las manifestaciones y obligó a la convocatoria de la unidad
policial militarizada Rangers así como del cuerpo de paramilitares federales de
Pakistán, bajo el control del Ministerio del Interior.
El
primer ministro Anwarul Haq Kakar aseguró estar “destrozado” por los sucesos y
el nivel de violencia que se vive en la ciudad y que ha provocado la huida de
varios cristianos residentes de la zona, y sentenció que “se tomarán medidas
severas contra aquellos que violen la ley y ataquen minorías”.
“Se
ha pedido a todas las fuerzas del orden que detengan a los culpables y los
lleven ante la Justicia. Tengan la seguridad de que el Gobierno de Pakistán
apoya a nuestra ciudadanía en igualdad de condiciones”, continuó.
Desde
el núcleo religioso se expresó también el obispo Azas Marshall, presidente de
la Iglesia de Pakistán, quien lamentó también las imágenes de la ciudad
invadida por el humo espeso que dejaron los incendios en manos de jóvenes.
“Me
fallan las palabras mientras escribo esto. Nosotros, obispos, curas y personas
comunes estamos profundamente doloridos y afligidos. Una iglesia se está
quemando mientras escribo este mensaje”, dijo antes de acusar a las turbas de
“profanar” biblias y “torturar y acosar” a los cristianos falsamente acusados
Asimismo,
en pos de restaurar la paz instó a las autoridades nacionales a intervenir
inmediatamente la ciudad.
Junto
a Marshall, el presidente del Consejo de Ulemas de Pakistán, Tahir Ashrafi,
comentó que otros líderes religiosos visitaron la zona con ánimos de calmar a
los manifestantes.
Por
otro lado, la Comisión de Derechos Humanos del país se pronunció en la red
social X y alertó sobre estos ataques extremistas “sistemáticos, violentos y, a
menudo, incontenibles” que, “en los últimos años”, se han incrementado.
“El
estado no solo ha fallado en proteger a sus minorías religiosas sino que,
también, ha permitido que la extrema derecha penetre y se introduzca tanto en
la sociedad como en la política. Tanto los perpetradores como los instigadores
de esta violencia deben ser identificados y castigados con todo el peso de la
ley”, continúa el mensaje.
En
Pakistán, donde más del 95% de su población profesa el islam, la blasfemia
constituye un delito. Así quedó asentado en la época colonial británica y,
posteriormente, fue endurecido en la década de 1980 por el dictador Mohamed
Zia-ul-Haq.
Desde
entonces, este delito conlleva la pena de muerte aunque hasta el momento nadie
ha sido ejecutado por ello.
De
todas formas, este no es el primer episodio del estilo que se desata en el
país. El caso más conocido fue en 2010 cuando la cristiana Asia Bibi fue
sentenciada a muerte por sus acciones. Más tarde, en 2018, el Tribunal Supremo
dispuso su absolución, lo que desató protestas multitudinarias.
Sin
ir más lejos, este pasado febrero otro caso de blasfemia derivó en turbas
incontrolables. Entonces, los manifestantes irrumpieron en una comisaría en el
este del país, donde permanecía detenido un hombre acusado de profanar el
Corán, y lo mataron a golpes.
INFOBAE/Con
información de EFE y Europa Press
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