A pesar de que tuvo que trabajar a muy temprana edad para ayudar a sus abuelos con quienes vivió desde que nació, desde pequeño sintió gran atracción por el arte inspirado por su padre, que aunque no tocaba de manera profesional, tenía un acordeón y de vez en cuando apuntaba merenguitos de Tatico Enríquez, El General Larguito y otros, sin embargo es con el acordeonista Lupe Valerio con quien encuentra su norte en la música típica. Este le enseña los primeros acordes y lo educa musicalmente.
Sin importar que la fama le llegó
siendo muy joven, Rubio Acordeón es una persona humilde y de grandes valores
familiares. El joven acordeonista asegura que hizo un trato con Dios de que si
le daba éxito, ayudaría a su familia y a todo el que lo necesite.
El Rubio Acordeón es la
representación de como el merengue típico ha evolucionado a lo largo de los
años, convirtiéndose en una auténtica expresión de identidad cultural. Los
versos de sus letras transmiten historias de amor, desamor y la vida cotidiana,
llevando consigo las emociones y experiencias del pueblo dominicano.
Este talentoso joven músico comienza
a dejar huellas imborrables en la historia de la música dominicana,
convirtiéndose rápidamente en un ícono del género y un virtuoso maestro del
acordeón. Desde temprana edad, surgió un talento innato para la música y, en
particular, para dominar el acordeón, instrumento emblemático de este género.
Tanto a es así, que ya muchos se
aventuran a decir que es el nuevo Tatico Enríquez.
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