En la foto aparecen Walter Veitemilla, Christian Sanon, Arcángel Pretelt y Antonio Intriango. FOTO: EL TIEMPOUna
llamada les abrió a los exmilitares la casa
presidencial. Hay informantes y un fugitivo claves.
El Tiempo De Colombia
Los más recientes itinerarios que cumplió un lujoso jet privado, de matrícula HI-949, se convirtieron en una de las pistas clave, en manos del FBI, sobre el crimen del presidente de Haití, Jovenel Moïse, el pasado 7 de julio.
Una
foto, que EL TIEMPO revela en exclusiva, muestra al médico haitiano Christian
Emmanuel Sanon, señalado de ser uno de los autores intelectuales del
magnicidio, en las escalinatas de la aeronave, avaluada en 1,2 millones de
dólares, y operada por Helidosa S.A.
Se
trata de una firma de aviación vinculada al excandidato a la presidencia de
República Dominicana, Gonzalo Castillo.
Al
lado de Sanon, hoy preso por el crimen de Moïse, está un colombiano al que casi
nadie le conoce el rostro: el exmilitar Arcángel Pretelt Ortiz. Y al otro lado,
el ecuatoriano Walter Veintemilla.
Tal
como lo reveló EL TIEMPO, Pretelt es un exmiembro del Ejército que asegura
vivir en Estados Unidos por haber colaborado en un caso federal por
narcotráfico contra un exmiembro de las exFarc.
Su
nombre aparece en los documentos de la firma CTU Security LLC, con sede en
Miami, junto con el venezolano Antonio Intriago, otro de los de la foto.
Desde CTU se articuló el reclutamiento y envío de los exmilitares colombianos que terminaron involucrados en la tortura y crimen del Presidente; y en el intento de asesinato de la Primera Dama.
Los
de la foto –Sanon, Veintemilla, Intriago y Pretelt– se movieron hasta el
aeropuerto La Isabela, de Santo Domingo, para afinar la contratación del
comando.
La
Policía de Haití reveló, a mitad de semana, otras imágenes en un lujoso hotel
de Santo Domingo, en donde se reunieron el médico Christian Sanon, el
evenezolano Intriago y el exsenador John Joel Joseph.
A la
reunión también asistieron el enlace haitiano-estadounidense James Solages
(Capturado); el alcalde Marky Kessa y Veintemilla.
El ecuatoriano Veintemilla ha cobrado relevancia en la investigación, en la que participan la Dirección Nacional de Inteligencia de Colombia, (DNI), la Policía e Interpol Colombia, con sus cabezas en terreno.
Al
quiteño se le atribuye haber movido parte de los fondos del plan criminal.
Desde su empresa Worldwide Capital Lending Group salió dinero para que viajara
parte del contingente de exmilitares, en junio pasado.
Llamada
y vudú
La
noche del magnicidio alguien de la Policía llamó a la residencia presidencial
para que dejaran pasar a los colombianos. Por eso, la puerta de seguridad
estaba abierta.
Uno
de los receptores es el capitán (r.) Germán Rivera García, quien mantenía
contacto con CTU y quien, el día del asalto, coordinó el anillo de seguridad
para que ingresan los hombres que terminaron aniquilando al Presidente.
EL
TIEMPO tuvo acceso a un audio en el que un informante le entregó a un agente de
inteligencia de República Dominicana datos de la contratación de los vehículos
usados y de los hombres que entraron a la habitación de Moïse a matarlo.
Excapitán Germán Rivera, preso en Haití y señalado articulador del reclutamiento de exmilitares.
Según
el informante, la noche del magnicidio alguien importante de la Policía llamó a
la residencia presidencial para que dejaran pasar a los colombianos. Por eso,
la puerta de seguridad estaba abierta, no hubo intercambio de disparos y fue
fácil reducir y esposar a la guardia.
En francés, la fuente le dijo al agente dominicano que quienes mataron a Moïse fueron policías haitianos. Y la prueba es que le sacaron el ojo izquierdo.
“Es
un ritual vudú, para que el muerto no te siga mirando desde el más allá”,
explicó.
Y
también dio pistas sobre uno de los fugitivos: Mario Antonio Palacios, un
exsoldado del Chocó que sigue con vida. Dijo que él sí ingresó hasta la
habitación del Presidente (ver nota abajo).
Y
varios exmilitares presos han reiterado que a ellos les dijeron que iban a
hacer efectiva una orden de captura contra Moïse. Solo al final les revelaron
que iban a asesinarlo y a avanzar al Palacio para proteger a un nuevo
mandatario.
Duberney Capador aparece con la dotación que, según su hermana, le dio la empresa de seguridad para la que fue a trabajar a Haití.
De
nuevo, el capitán Rivera y el sargento (r.) Duberney Capador aparecen como los
únicos enterados del supuesto plan.
Además de las cuentas bancarias de Veintemilla, otras son chequeadas para saber quién irrigó los fondos para ejecutar el crimen. Buscan conexión con empresarios haitianos y con el señalado capo Rodolphe Jaar, alias Dodof, quien ya tiene orden de captura.
Se
calcula que el plan criminal pudo haber costado más de 20 millones de dólares y
el rastro del dinero puede llevar a los otros autores intelectuales.
Otro
dato, hasta ahora desconocido, es que los tiquetes usados por varios de los
implicados para viajar a República Dominicana y luego saltar a Haití, fueron
gestionados a través de una reputada agencia de viajes.
Se
trata de Ok Mundo Travel, ubicada en Doral, Florida y ajena al caso. Pero se
espera que, a través de sus registros, se conozca quién los pagó y quiénes
faltan en la trama.
Todo
indica que desde Ecuador se coordinó parte del desembarco de exmilitares, a
través de Dimitri Hérard, jefe de seguridad del Palacio, hoy también preso por
el magnicidio.
Hérard,
entrenado en una academia militar de Quito (la Eloy Alfaro), en 2013, se negó
esta semana a declarar ante la Fiscalía cómo fue que al Presidente lo
torturaron, le sacaron el ojo izquierdo y lo acribillaron, sin que sus
guardaespaldas sufrieran un solo rasguño.
Tampoco
ha explicado sus asiduos viajes a Ecuador, con seis escalas en Bogotá, en donde
se habría encontrado con Capador y Rivera.
A la reunión en el hotel asistieron el médico Sanon, Tony Intriago, el exsenador John Joel Joseph. Además, James Solages, el alcalde Marky Kessa y Walter Veintemilla. Foto: Foto: Policía de Haití
La mujer del audio
Estados
Unidos ya lo venía investigando por tráfico de armas, un dato que conocía el
presidente Moïse desde mayo, cuando viajó con él a la posesión del presidente
del Ecuador, Guillermo Lasso.
EL
TIEMPO estableció que los investigadores tienen un audio en el que una mujer
entrega más detalles clave sobre la relación del presidente con Hérard y el
reclutamiento de exsoldados.
La
mujer asegura que Hérard le dijo a Moïse que debían contratar a los colombianos
para controlar a las bandas que ejecutan secuestros, asesinatos selectivos,
saqueos y hasta violaciones de mujeres.
Jovenel Moïse viajó con Dimitri Hérard a la posesión del Presidente de Ecuador. Foto: Archivo Particular
Sus
cabecillas tienen acorralada a la pequeña élite haitiana, incluidas familias
árabes que manejan parte de la economía y que están asentadas en el exclusivo
barrio Pétion-Ville, donde vivía el Presidente.
“Los
contratos de los mercenarios fueron con el gobierno”, dice la mujer. Y coincide
en que habría miembros de la Policía involucrados.
Ahora,
los exmilitares van a ser trasladados a las mismas cárceles donde están
recluidos cabecillas de las bandas que supuestamente iban a combatir. Y algunos
creen que allí los pueden van a empezar a matar (ver nota abajo).
Palacios, el fugitivo, pieza clave
Las
autoridades haitianas no son las únicas que buscan al exmilitar colombiano
Mario Antonio Palacios Palacios, uno de los 7 colombianos que permanecen
fugitivos tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse. Agencias externas
también tratan de localizarlo porque lo consideran pieza clave dentro de la
trama.
(Además:
Apareció Ronal Ramírez, expolicía mencionado en magnicidio en Haití)
El
exsoldado nacido en Quibdó (Chocó), habría sido uno de los que alcanzó a
ingresar a la residencia del mandatario. Su familia ha dicho que es un
trabajador, miembro de una iglesia cristiana. EL TIEMPO supo que ya estableció
contacto con un tercero y que dijo que teme por su vida.
Son 26 los colombianos involucrados en el crimen del presidente de Haití han sido interrogados y algunos habla de tortura.
¿Qué les va a pasar a los exmilitares colombianos?
El
delito de alta traición puede ser castigado con trabajos forzados de por vida
sin que se permita conmutación de la pena. Y este caso encaja en esa conducta.
Los
exmilitares implicados en el crimen del presidente de Haití, Jovenel Moïse, completan
10 días presos en la sede de la Policía Nacional, incomunicados y sin que el
consulado los haya podido visitar para prestarles apoyo.
De
hecho, nadie sabe en qué condiciones se encuentran y, según fuentes federales,
algunos habrían sido torturados, para que admitieran su participación en el
crimen.
La
Cancillería colombiana ya envió una carta en la que se plantea la “urgente
necesidad de que el Gobierno de Haití apruebe la visita consular a los ciudadanos
colombianos detenidos".
Incluso,
este diario estableció que la comisión que viajó a Puerto Príncipe a apoyar la
investigación judicial, aún no ha tenido acceso a los connacionales.
Ahora
se teme que sean enviados a la Penitenciaría Nacional de Puerto Príncipe –con
un hacinamiento superior al 400 por ciento– o a Croix-des-Bouquets, una cárcel
en las afueras de Puerto Príncipe. De allí, se fugaron hace 5 meses 200
prisioneros y 25 personas más resultaron muertas, incluido el director del penal
y civiles que pasaban cerca.
Y
aunque la Constitución política de Haití no contempla la pena de muerte, el
delito de alta traición puede ser castigado con trabajos forzados de por vida
sin que se permita conmutación de la pena.
(Sobre
el tema: ¿Quién es Sanon, médico capturado por crimen del presidente de Haití?)
El
artículo 21 define esa conducta y uno de sus parágrafos encaja con lo sucedido:
“Consiste en portar armas contra la República en un ejército extranjero (...).
El
riesgo para los exmilitares es tal, que poco después de su captura, el
embajador de Haití en Colombia, Jean Mary Exil, señaló que podrían ser
asesinados por quienes los contrataron para callarlos.
“"Quienes
los hicieron llegar allá son capaces de envenenarlos o hacer cualquier cosa con
ellos para que no hablen”, puntualizó el diplomático.
UNIDAD INVESTIGATIVA
u.investigativa@eltiempo.com
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