Vigilado
e investigado por científicos de todo el mundo, el nuevo coronavirus sigue
planteando muchas incógnitas tres meses después de su aparición en China.
¿Por qué es benigno
para unos y gravísimo para otros?
La
extrema variabilidad de su impacto entre los pacientes no deja de sorprender.
¿Por qué la COVID-19 no produce ninguno o pocos síntomas en el 80% de los
casos, según la OMS, mientras que en otros produce una fuerte fiebre e incluso
una neumonía mortal?
"Las
investigaciones desde febrero de 2020 muestran que el abanico clínico de esta
enfermedad puede ser muy heterogéneo", confirma Leo Poon, de la facultad
de medicina de Hong Kong.
Durante
el pico de la epidemia en China, Poon comparó junto a un equipo chino de la
Universidad de Nanchang (centro), un grupo de pacientes poco afectados con
enfermos graves.
Los
resultados publicados en la revista médica británica The Lancet mostraron que
los enfermos graver era de "mucha mayor edad", con una concentración
de virus de "alrededor 60% veces más alta" que entre los pacientes
poco afectados.
¿Se
debe esto a una reacción inmunitaria insuficiente debido a la edad o bien es
consecuencia de una exposición a dosis más elevadas del virus?
Los
estudios sobre el sarampión mostraron que la gravedad estaba relacionada con la
dosis de exposición inicial al virus. Se ignora cuál es la respuesta para la
COVID-19.
¿Suspendido en el
aire?
Se
ha establecido que el coronavirus se transmite por contacto físico y por vía respiratoria.
Por ejemplo, mediante las gotitas de saliva expulsadas cuando un enfermo tose.
¿Puede circular en
suspensión en el aire como la gripe?
Un
estudio estadounidense publicado en el New England Journal of Medecine muestra
que el nuevo coronavirus puede sobrevivir en laboratorio hasta tres horas en
forma de partículas en el aire. Pero se desconoce si esta facultad se reproduce
en la vida real y si desempeña un papel importante en la transmisión de la
enfermedad.
"No
sabemos si el virus está presente en el ambiente, si persiste mucho tiempo en
el aire o en las superficies inertes. Sabemos que se puede hallar en estas
condiciones, pero no si así es infeccioso", según la doctora Karine
Lacombe, jefa del servicio de enfermedades infecciosas en el hospital parisino
de Saint-Antoine.
¿Cuántos contagiados?
¿Cuántas
personas están contagiadas? Las cifras son muy aproximativas, salvo en países
como Corea del Sur y Alemania, que aplicaron estrategias de detección masiva.
El
gobierno británico por ejemplo estimó el 17 de marzo que había 55.000 casos en
el país, mientras que oficialmente se habían diagnosticado menos de 2.000.
Pero
tener una idea precisa de la envergadura de la epidemia es crucial para aislar
a los portadores del virus y tratarlos mejor. También será crucial más adelante
saber quién contrajo el virus para determinar si ya está a priori inmunizado.
Para ello, la ciencia está desarrollando un nuevo test.
¿Un virus sensible al
tiempo?
¿El
COVID-19 menguará con la llegada de la primavera en el hemisferio norte? Es una
posibilidad pero no una certeza, responden los especialistas.
Los
virus respiratorios como la gripe son más estables con un tiempo frío y seco,
por lo que se transmiten sobre todo en invierno.
Un
estudio realizado por universitarios de Hong Kong mostró que el virus del SRAS
que golpeó Asia en 2002-2003 y pariente del actual coronavirus, resiste mejor
con bajas temperaturas y poca humedad.
Pero
un estudio estadounidense reciente de la Harvard Medical School subraya que
"los cambios meteorológicos por si mismos no llevarán necesariamente a un
declive de los casos de la COVID-19 si no se aplican a la vez medidas
sanitarias importantes".
¿Por qué no afecta
prácticamente a los niños?
Los
niños prácticamente no están afectados por la COVID-19 y, salvo excepciones,
cuando desarrollan síntomas en general son leves.
Un
estudio chino publicado en la revista Nature entre 10 niños contagiados
constató que ninguno de ellos enfermó gravemente, con síntomas limitados al
dolor de garganta, tos y poca fiebre.
Según
el mismo informe, los niños que viven con personas enfermas tienen entre dos y
tres veces menos posibilidades de contagiarse que los adultos. Se desconoce por
qué, pero el mismo fenómeno sucedió con la epidemia del SRAS.
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