Por: Mercedes Castillo/e-mail:
mcastillosandoval@gmail.com
Las
teorías de la comunicación consideran y señalan al Modelo de Comunicación de
Aristóteles como el primer esquema o teoría de la comunicación desde el cual
han partido los posteriores modelos comunicacionales, que han normado el
ejercicio de la comunicación.
El
énfasis del modelo aristotélico está en el emisor y el mensaje, debido a que el
receptor juega un papel pasivo, inactivo en el proceso comunicacional. Es
decir, de oyente, de solo recibir mensajes. Es una comunicación unidireccional,
sin retorno, sin interacción, sin intercambios de ideas, y dicho sea de paso.
Este
modelo comunicacional tiene como protagonista a uno de los actores del proceso,
y ese protagonista es el emisor, que es el orador en la retórica de
Aristóteles, el que da un discurso (mensaje) para persuadir al receptor.
Pero
Aristóteles condiciono a tres características básicas el papel privilegiado del
emisor para poder persuadir al receptor en el proceso de comunicación debía
tener (ethos) o alto nivel de credibilidad y confiabilidad frente al receptor,
alto niveles académicos y experiencia, especialidad en el tema que trata en el
discurso.
En
otras palabras, el receptor o la audiencia tienen que creer en su discurso, en
lo que dice el emisor, para poder persuadirlo. Debe parecerle creíble, el
público debe creer en lo que dice el discursante u orador. (Pathos) mensajes
que conectan al emisor con el receptor de manera emocional para cautivar al
público. (Logos), la lógica del mensaje presentado por medio de “hechos
reales”, para por ser entendido, única forma de aceptar lo que dice o argumenta
el emisor. (Ver Modelo de Comunicación de Aristóteles, en todo sobre
comunicación, internet).
Para
Aristóteles, no hay objeto o intención comunicación que no sea la persuasión.
Persuadir al receptor, al público, al auditorio, al oyente, para que crea en lo
que el emisor u orador le está diciendo, argumentando, planteando, es decir,
persuadir para convencerlo de las bondades de sus ideas, pensamientos y
propuestas.
Para
la Real Academia Española, credibilidad es la cualidad de creíble. Pero la base
de la credibilidad es la honestidad del mensaje y de quien lo dice, informa o
divulga. Es tener confianza en alguien o algo.
Como
hemos visto, para poder incidir, influenciar al receptor del mensaje, es decir
al público o a las masas debemos, primero ser creíble y concebido con la
autoridad moral, con la especialista y con experiencia en el tema que tratamos.
¿Cuantas
personas hablan por los medios de comunicación, sin poseer credibilidad
publica? No hay forma de persuadir a nadie, si usted no posee esas condiciones
para persuadir. Mucho menos hoy día con la poderosa Internet como medio de comunicación.
El
receptor de hoy no es el mismo de ayer, es un receptor/perceptor con la
inmediatez que le da la Internet para responder, criticar, ripostar, comentar
de una vez.
Los
comunicadores, como profesionales de la comunicación social debemos tenerlo muy
claro y muy cuenta a la hora del ejercer la profesión. Igual los políticos.
Vivimos una nueva realidad comunicacional.
Si
Aristóteles exigía ciertas condiciones para persuadir, ahora con más fuerza, en
razón que el receptor de hoy no es el del tiempo del referido filósofo griego,
un receptor/perceptor y emisor la vez, que posee el poder de la comunicación a
través de las redes sociales, que castigan sin piedad a quienes consideran no
se portan bien.
En
definitiva, un emisor sin credibilidad no influirá en el público, por lo menos
en la dimensión deseada. A su vez, un emisor de mensajes con alta credibilidad
influirá muchísimo en el receptor, en las masas, en el público o en la
audiencia o auditorio. Para tomarlo en cuenta.
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