lunes, 1 de abril de 2019

El emisor del mensaje, credibilidad e influencia


Por: Mercedes Castillo/e-mail: mcastillosandoval@gmail.com
Las teorías de la comunicación consideran y señalan al Modelo de Comunicación de Aristóteles como el primer esquema o teoría de la comunicación desde el cual han partido los posteriores modelos comunicacionales, que han normado el ejercicio de la comunicación.
El énfasis del modelo aristotélico está en el emisor y el mensaje, debido a que el receptor juega un papel pasivo, inactivo en el proceso comunicacional. Es decir, de oyente, de solo recibir mensajes. Es una comunicación unidireccional, sin retorno, sin interacción, sin intercambios de ideas, y dicho sea de paso.
Este modelo comunicacional tiene como protagonista a uno de los actores del proceso, y ese protagonista es el emisor, que es el orador en la retórica de Aristóteles, el que da un discurso (mensaje) para persuadir al receptor.
Pero Aristóteles condiciono a tres características básicas el papel privilegiado del emisor para poder persuadir al receptor en el proceso de comunicación debía tener (ethos) o alto nivel de credibilidad y confiabilidad frente al receptor, alto niveles académicos y experiencia, especialidad en el tema que trata en el discurso.
En otras palabras, el receptor o la audiencia tienen que creer en su discurso, en lo que dice el emisor, para poder persuadirlo. Debe parecerle creíble, el público debe creer en lo que dice el discursante u orador. (Pathos) mensajes que conectan al emisor con el receptor de manera emocional para cautivar al público. (Logos), la lógica del mensaje presentado por medio de “hechos reales”, para por ser entendido, única forma de aceptar lo que dice o argumenta el emisor. (Ver Modelo de Comunicación de Aristóteles, en todo sobre comunicación, internet).

Para Aristóteles, no hay objeto o intención comunicación que no sea la persuasión. Persuadir al receptor, al público, al auditorio, al oyente, para que crea en lo que el emisor u orador le está diciendo, argumentando, planteando, es decir, persuadir para convencerlo de las bondades de sus ideas, pensamientos y propuestas.
Para la Real Academia Española, credibilidad es la cualidad de creíble. Pero la base de la credibilidad es la honestidad del mensaje y de quien lo dice, informa o divulga. Es tener confianza en alguien o algo.
Como hemos visto, para poder incidir, influenciar al receptor del mensaje, es decir al público o a las masas debemos, primero ser creíble y concebido con la autoridad moral, con la especialista y con experiencia en el tema que tratamos.
¿Cuantas personas hablan por los medios de comunicación, sin poseer credibilidad publica? No hay forma de persuadir a nadie, si usted no posee esas condiciones para persuadir. Mucho menos hoy día con la poderosa Internet como medio de comunicación.
El receptor de hoy no es el mismo de ayer, es un receptor/perceptor con la inmediatez que le da la Internet para responder, criticar, ripostar, comentar de una vez.
Los comunicadores, como profesionales de la comunicación social debemos tenerlo muy claro y muy cuenta a la hora del ejercer la profesión. Igual los políticos. Vivimos una nueva realidad comunicacional.
Si Aristóteles exigía ciertas condiciones para persuadir, ahora con más fuerza, en razón que el receptor de hoy no es el del tiempo del referido filósofo griego, un receptor/perceptor y emisor la vez, que posee el poder de la comunicación a través de las redes sociales, que castigan sin piedad a quienes consideran no se portan bien.
En definitiva, un emisor sin credibilidad no influirá en el público, por lo menos en la dimensión deseada. A su vez, un emisor de mensajes con alta credibilidad influirá muchísimo en el receptor, en las masas, en el público o en la audiencia o auditorio. Para tomarlo en cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

PrensaLibreNagua se reserva el derecho de no publicar comentarios de contenido ofensivo.