MÉXICO. Cuando el ser humano pise
por primera el planeta Marte, deberá sortear una serie de dificultades psicológicas
agravadas por la costumbre de obtener información constante a través de las
redes sociales, informaron hoy científicos de la Universidad Nacional Autónoma
de México (Unam).
Las generaciones que vienen van a
requerir de una gran preparación para soportar las condiciones de aislamiento a
las que se someterían en el planeta rojo, dado que “nacieron con los medios
bajo el brazo”, expuso la psicóloga Betel Martínez en conferencia de prensa.
Estas conclusiones surgen a raíz
de una misión análoga realizada en el desierto de Utah (Estados Unidos) durante
dos semanas de la que regresaron recientemente los estudiantes de la Unam
Danton Bazaldua y Tania Robles.
Martínez no viajó en la
expedición que simulaba las condiciones del inhóspito planeta, pero sí llevó a
cabo un monitoreo desde el aspecto psicológico del equipo humano de esta
expedición, impulsada por la Mars Society y en la que los 7 integrantes fueron
personas latinoamericanas.
La psicóloga contó que durante el
aislamiento, las personas comienzan a vivir un proceso de humanización y a
valorar aspectos que se han “dejado de lado al tener acceso a tanta
información”.
“Sí hay un cambio más relevante
en cómo ellos empiezan a asimilar la información”, aseveró la especialista, en
referencia a una sociedad hipercomunicada, que recibe estímulos, noticias y
entretenimiento a cada minuto.
En la parte emocional, se pudo
observar en los reportes que las personas que allí estaban extrañaban sus
familias y amigos y comenzaban a valorar cosas cotidianas.
Durante esta misión análoga, los
astronautas tuvieron que subsistir en condiciones atmosféricas, climatológicas
y geológicas muy similares a las de Marte, estando completamente aislados en el
corazón del desierto, con la ciudad más cercana a 450 kilómetros de distancia.
A esto se agrega la adaptación a
una disminución drástica de los recursos, como en el caso del agua, de la que
únicamente disponían de 1.000 litros y que obligaba a los científicos a tomar
una sola ducha por semana.
“Aprendimos a vivir y a convivir
entre nosotros y eso nos ayudó mucho. Poco a poco nos iban deteriorando las
condiciones”, contó Bazaldua, quien ejerció de oficial médico en la misión.
“La segunda semana el cansancio
era mental, no podíamos despertarnos tan temprano. Teníamos pensamientos más
profundos de la vida en la tierra. Incluso pensamientos más poéticos”, dijo por
su parte Robles, encargada de realizar reportes diarios.
Estas condiciones hacían a los
astronautas sentirse en Marte, contemplando los atardeceres rojos y utilizando
trajes especiales para las actividades extravehiculares, emulando así los
protocolos que se acatarían en una auténtica misión espacial.
La expedición no tuvo ningún
accidente ni tampoco ninguno de los integrantes sufrió de crisis nerviosas
fuera de lo normal.
La psicóloga apuntó que es
posible que las personas sufran conductas esquizoides o violentas y que, en tal
caso, debe procederse al aislamiento del sujeto en cuestión.
Esta fue la segunda misión
análoga a Marte realizada exclusivamente por personas latinoamericanas.
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