Por:
Snezana Stanojevic/El Nacional
Zasavica (Serbia), (EFE).-
Una granja en la reserva natural de Zasavica, al oeste de Belgrado, guarda el
secreto de la receta del queso más caro del mundo. Elaborado con leche de
burra, el precio de este exclusivo manjar se sitúa en 1.260 euros (1.112
dólares) por kilo.
La escasez de leche de estos
animales y la dificultad del proceso de producción del queso hacen que este
manjar sea tan exclusivo. Para elaborar
un kilo de queso se necesitan 25 litros de leche y una burra sólo da unos 20
litros de leche por año, más o menos la misma cantidad que una vaca lechera
europea produce cada 24 horas.
“Hemos logrado producir el
primer queso de leche de burra del mundo. Es el más caro en la lista de los
quesos, con 1.000 euros por kilo”, explica Slobodan Simic, desde 1997 director
de la reserva. “Muchos lo han intentado
(copiar) pero nadie más lo ha logrado hasta ahora”, asegura responsable de la
granja de burros.
De las 190 burras -de una
raza autóctona de los Balcanes- que viven en la granja de Zasavica, sólo una
veintena está siempre disponible para dar leche y son ordeñadas a mano.
La propia característica de
esta leche hace que el proceso de elaboración del queso sea especialmente
difícil. “El problema es que leche de
burra sólo tiene entre un 0,5 y 1 % de grasa y no tiene la caseína que coagula
la leche”, explica Simic a Efe, que recuerda que cuando se planteó la
posibilidad de producir queso de burra, consultó con distintos expertos en la
materia y todos le dijeron que era imposible.
“Para mí se convirtió en
todo un desafío”, dice Simic, quien recurrió finalmente a Stevan Marinkovic, un
especialista serbio en productos lácteos, quien logró dar con la fórmula
adecuada para hacer queso de burra.
El secreto de Marinkovic es
añadir algunos aditivos y agregar hasta un 40 % de leche de cabra. Pero en todo
caso, destaca Simic, la receta exacta del queso de burra “es un secreto
absoluto”. “Hacerlo requiere
conocimientos y mucha atención. No es fácil producir algo que otros no pueden”,
cuenta con orgullo.
El exclusivo producto, un
queso blanco y blando, se conserva durante unos seis meses. “Por su composición, el queso es una
esencia, es muy fuerte. Unos 50 gramos son suficientes para que lo caten hasta
diez personas”, asegura Simic.
El queso se vende en
paquetes de 50 gramos, que cuestan entre 50 y 63 euros, dependiendo del
envoltorio, y se puede adquirir directamente en la granja Zasavica o por
Internet. De momento, Simic no vende
más de cuatro kilos de su queso por año y los compradores suelen ser turistas
extranjeros, que pasan por la reserva natural.
Simic espera que las
autoridades serbias incluyan pronto la leche de burra en la lista de productos
lácteos de libre comercialización, para producir y vender a mayor escala. “Tenemos ya encargos de Rusia, Italia y de
otras partes del mundo”, explica el responsable de la granja, cuya capacidad de
producción es de unos 50 kilos de queso de burra por año.
Aunque la idea de elaborar
queso de burra es más reciente, Simic trabaja con la leche de esta animal desde
2006 cuando creó en Zasavica la primera granja de “burras lecheras” de los
Balcanes. En un principio esta leche se
empleó para la producción de jabones, licores y cremas cosméticas
rejuvenecedoras. Sus resultados son tales, explica Simic, que su uso “convierte
a las abuelas en muchachas”.
El director de la reserva
recuerda que ya Cleopatra, la última reina del Antiguo Egipto, se bañaba en
leche de burra para mantener joven su piel, al tiempo que asegura que “es un
milagro de la naturaleza, un producto increíble, algo precioso”.
De hecho, es bastante
similar a la humana, por su composición y por el sabor, y se puede consumir sin
hervir, ya que no contiene bacterias.
Además, esta leche tiene 60 veces más vitamina C que la de vaca, es rica
en vitaminas B, D12 y E, en minerales y en proteínas. La lista de propiedades es larga- refuerza
la inmunidad, revitaliza el organismo y es un remedio para la bronquitis y para
el asma infantil, concluye Simic. EFE
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