EL
PONTÍFICE SE TRASLADÓ ESTE JUEVES SANTO A LA CÁRCEL DE PALIANO
Ciudad del Vaticano (EFE).-
Como hiciera Jesús durante la Última Cena, el papa Francisco lavó hoy los pies
a doce reclusos en una cárcel próxima a Roma y les animó a ayudar a sus
compañeros de celda si así lo necesitan porque, apuntó, eso también es
"amar".
El pontífice se trasladó
este Jueves Santo a la cárcel de Paliano, en provincia de Frosinone (centro),
única penitenciaría de Italia reservada a los colaboradores de la Justicia y
que, en la actualidad, cuenta con 70 reclusos.
Ante ellos Francisco
explicó que el lavado de pies no es "folclore" sino una tarea que los
esclavos realizaban antiguamente cuando llegaba alguien a casa para limpiar el
polvo de sus zapatos, pero que Jesús lo hizo con la voluntad de "sembrar
amor".
"Él, que era el jefe,
que era Dios, lavó los pies a sus discípulos (...) Esto lo hacían los esclavos.
Jesús dio la vuelta a esto y lo hizo Él. Había venido al mundo para servir,
para servirnos, para hacerse esclavo por nosotros, para dar la vida por
nosotros, para amarnos hasta el final", señaló el papa.
Francisco recordó que el
papa, como representante de Cristo, está llamado a ser el primero en
"servir", "a sembrar el amor" en el mundo.
"El jefe de la
Iglesia es Jesús. El papa es la figura de Jesús y querría hacer lo mismo que él
ha hecho. En esta ceremonia, el párroco lava los pies a los fieles. El más
grande trabajo de esclavo para sembrar amor entre nosotros", explicó.
El papa animó a los
reclusos a que cumplan con ese "símbolo" y que ayuden a sus
compañeros de la cárcel si necesitan algún tipo de asistencia.
"Yo no os digo que
vayáis los unos a los otros a lavaros los pies, sería una locura. Sí os diré
que si podéis hacer una ayuda, un servicio, a vuestros compañeros en la cárcel,
hacédselo. Porque eso es amor, es como lavar los pies. Ser siervo de
otros", instó.
Tras su homilía, el papa
procedió a lavar los pies a doce de los detenidos, entre ellos tres mujeres, un
musulmán que se convertirá al Catolicismo en junio, cuando sean bautizados, un
argentino y un albanés, mientras que el resto fueron italianos.
Entre ellos, había dos
reclusos condenados a cadena perpetua y el resto cuentan con penas que
cumplirán entre 2019 y 2073, según datos de la oficina de prensa de la Santa
Sede.
Al término de la
ceremonia, sin imágenes en directo y de "carácter estrictamente privado",
Francisco conversó con los reclusos y recibió numerosos obsequios como frutas y
verduras, una cruz de olivo y una capa de lana blanca y probó las tartas que le
habían elaborado.
Notablemente emocionada,
la directora de la cárcel, Nadia Cersosimo, destacó a Radio Vaticana que la
presencia del papa en la cárcel es "un mensaje de esperanza que muestra
que Dios está preparado a perdonar" y le describió como "un padre,
una persona de familia".
Desde que fuera elegido
papa, en marzo de 2013, Francisco decidió continuar la tradición que mantenía
cuando era arzobispo de Buenos Aires y, en el primer año de su pontificado,
lavó los pies de doce menores recluidos en una cárcel romana.
En los tres años sucesivos
hizo lo mismo con discapacitados, con reclusos de la penitenciaría romana de
Rebibbia y con refugiados.
Con la conmemoración de la
Última Cena, Francisco concluyó la jornada con la que comienza el Triduo
Pascual, que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret y
que continuará mañana con el tradicional Vía Crucis en el Coliseo de Roma.
Esta mañana Bergoglio dio
inicio a los ritos de la Semana Santa con la misa Crismal celebrada en la
basílica de San Pedro y en la que indicó a los sacerdotes que deben ser
"tiernos, concretos y humildes" pues la evangelización "no puede
ser presuntuosa".
Además, como cada año,
Francisco se vio ayer con su predecesor, Benedicto XVI, para desearle una feliz
Pasqua.
Un encuentro que, según
informó hoy el Vaticano, tuvo "un doble carácter de celebración",
pues también sirvió para felicitar al papa emérito por su 90 cumpleaños, el
próximo domingo.
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