Por:
Geraldo Fernández
Desvelándose ya todas las
interioridades de este caso caen como fichas de dominó las teorías conspiranoicas
y cede un poco la paranoia colectiva.
En esta oportunidad obviaré
los detalles del hecho en si y me referiré al comportamiento que mostró una
parte de la sociedad ubicada de manera indudable en una franja de la oposición
política la cual comenzaba a identificarse, a defender y darle un matiz seudo
revolucionario y patriótico a las andanzas de la banda hoy desarticulada con
argumentos cuasi justificativos que sorprendieron a las mayorías.
Después de lo visto no cabe
dudas que existe un sector cautivo que desprovisto de ideologías, de un
proyecto de nación o de una estrategia legítima para acceder al poder propone
un salto al vacío y a falta de un instrumento de participación efectivo o de un
liderazgo representativo de sus intereses se agarra hasta de "un clavo
caliente" para accionar en el escenario político nacional.
La identificación de estos
sectores con la oposición tradicional plantea un verdadero reto para las
fuerzas adversas al gobierno pues es una amenaza hasta para sus propios
propósitos dado el nivel de beligerancia con que irrumpen en la escena
nacional.
De no ser por la rápida
desarticulación de la estructura criminal y por la intervención del Estado
dando a conocer detalles de la investigación no imaginados, el protagonista de
la trama delictiva hoy estuviese casi al lado de Amaury, Caamaño y Manolo, por
lo menos en el pensamiento colectivo de esa parte de la población.
Adversar el sistema y al
gobierno es válido y comprensible, organizarse y participar en la vida política
nacional es necesario y sano para la democracia pero debe hacerse desde una
plataforma legal y en el marco de las leyes como suprema garantía de éxito y de
validación social, las propuestas de salto al vacío y "sálvese quien
pueda" nunca calaron en esta sociedad conservadora, pacifista y
tradicional, la historia está ahí para ser leída e interpretada.
Concluyo haciendo un llamado
a la oposición inteligente y al oficialismo para que inicien un proceso de
reestructuración que se transfiera a toda la sociedad en forma de confianza,
propuestas, ideas y garantías de participación política para así evitar que la
semilla de la anarquía aparezca y trastorne todo lo logrado a base de muchas
luchas en este poco más de medio siglo de vida democrática.
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