El futuro de la industria lechera
podría ser robotos que ordeñana vacas cuando ellas deciden
Por BBC Mundo
Hay un número creciente de granjas lecheras donde las
vacas son ordeñadas con el aporte mínimo de los humanos. ¿Es este el futuro de
la ganadería lechera?
Las vacas en dichas fincas pueden entrar libremente a las
zonas donde se encuentran los robots de ordeño en cualquier momento del día,
aunque a veces les toca esperar y hacer fila.
Una vez adentro, son identificadas por sus etiquetas. Si
la vaca se ordeñó hace poco, una puerta electrónica la conduce afuera.
Pero si no, sus ubres son cepilladas y limpiadas antes de
que un láser señale exactamente donde poner las bombas de leche, cuyo agarre se
ajusta para ser lo más suave posible.
Más relajadas
Mayor producción de leche y costos de mano de obra más
bajos son dos factores que incentivan a los agricultores a adoptar el proceso
de ordeño robotizado, dice Ian Ohnstad, director del Grupo Lácteo y
especialista en tecnología de ordeño.
Pero hay agricultores que ven otros beneficios, dice, como
días de trabajo más flexibles o más tiempo disponible para sobre el rebaño.
Usualmente los agricultores tradicionales ordeñan dos
veces al día utilizando bombas automáticas que tienen que ser conectadas
manualmente, un proceso que consume tiempo.
Los robots de ordeño permiten que algunas vacas entren
hasta cinco veces al día, impulsadas por la posibilidad de aliviar la presión
de la leche en las ubres, y de comer durante el ordeño.
Incluso con una media diaria de 2.8 ordeños, la cantidad
total de leche producida es mayor, dice Ohnstad.
Chris Bargh, un granjero de Blackburn, Reino Unido, compró
tres máquinas de ordeño para sus 180 vacas hace seis años y estima que su
rendimiento aumentó 12.8%.
Bargh dice que permitir que las vacas se ordeñen más a
menudo es mejor para su salud y bienestar.
"Si a una persona sólo se le permitiera ir al baño
dos veces al día tendría mucho dolor", dice.
Agrega que las vacas son lo suficientemente inteligentes
para ubicarse en las filas más cortas para llegar hasta los robots.
"Hace que las vacas estén mucho más relajadas", asegura.
Ohnstad sin embargo descarta diferencias grandes de
bienestar.
"Tienden a estar más tranquilas, pero en términos de
bienestar yo no creo que haya un beneficio mensurable comparado con el ordeño
convencional", dice.
Por supuesto, algunos activistas de animales argumentarían
que ninguno de estos métodos es suficientemente humano.
Recolección de datos
El ordeño robótico es un tecnología desarrollada al final
de los 80 que se popularizó en la siguiente década.
Ha estado disponible comercialmente en Holanda desde 1992,
en Reino Unido desde 1994 y en países como Canadá y Estados Unidos desde
mediados de los 90.
Sin embargo ha tomado un tiempo para ponerse en marcha.
"La tecnología ha avanzado enormemente en los últimos
10 años", dice Ohnstad. "Los sistemas son ahora muy confiables y
eficientes".
Y los datos que pueden recolectar estos robots son
asombrosos, según Bargh, mientras muestra una diversidad de estadísticas que se
pueden extraer de las computadoras del robot, desde la cantidad de grasa de la
leche hasta el recuento de glóbulos blancos.
"Es la punta del iceberg", dice.
Pero Ohnstad señala que lo mismo puede decirse de
cualquier sala de ordeño manual por estos días.
Hay otro obstáculo para que aumente el uso de los robots
de ordeño, uno que golpea más el corazón filosófico o sentimental de la cría de
la vaca, y es la proximidad a las propias vacas.
"Si nos fijamos en el incentivo de muchos productores
de leche, parte de lo que disfrutan del trabajo es el contacto con la
vaca", explica Ohnstad.
"Con el ordeño robotizado el proceso de extracción de
la leche se convierte en una actividad más distante".
"La agricultura robótica es una versión del
futuro", dice Ohnstad, "no es la solución para todos los productores
de leche".
Bargh sostiene que esta tecnología es de hecho más
apropiada para los agricultores que aman ordeñar a sus vacas, ya que hay que
supervisar constantemente al rebaño y estar pendiente de sus necesidades.
"Hace que los buenos ganaderos sean mejores y los
malos, peores", asegura Bargh.
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