Por
Humberto Salazar
En
las últimas semanas nos ha tocado vivir uno de los escenarios mas desgarradores
y dolorosos que, en nuestro caso, hemos transitado en el tortuoso camino de la
actividad política, desde que iniciamos nuestra participación militante, al
regresar al país de nuestros estudios de post grado en 1985.
Son muchos los episodios de los que hemos sido testigos de excepción en estos 30 años, porque aunque hemos compartido la militancia con el ejercicio de nuestra profesión médica, siempre hemos estado en primera fila defendiendo desde nuestra trinchera lo que creemos son los mejores intereses de la nación, es decir, nuestra verdad.
Equivocados o no, para nosotros nuestra verdad es sagrada hasta que alguien sea capaz de convencernos de que estamos equivocados, en cuyo caso, de forma humilde aceptaremos nuestro error porque solo Dios nuestro creador es un ser infalible.
En esta discusión sobre la reforma de la Constitución hemos asumido de forma militante nuestra oposición, porque como muchos dominicanos creemos que el pacto social que se construyó con el aporte de todos en discusiones por todo el país durante dos años y donde participaron todas las fuerzas políticas y sociales de la República Dominicana, no debe modificarse para beneficio particular de nadie.
Son muchos los episodios de los que hemos sido testigos de excepción en estos 30 años, porque aunque hemos compartido la militancia con el ejercicio de nuestra profesión médica, siempre hemos estado en primera fila defendiendo desde nuestra trinchera lo que creemos son los mejores intereses de la nación, es decir, nuestra verdad.
Equivocados o no, para nosotros nuestra verdad es sagrada hasta que alguien sea capaz de convencernos de que estamos equivocados, en cuyo caso, de forma humilde aceptaremos nuestro error porque solo Dios nuestro creador es un ser infalible.
En esta discusión sobre la reforma de la Constitución hemos asumido de forma militante nuestra oposición, porque como muchos dominicanos creemos que el pacto social que se construyó con el aporte de todos en discusiones por todo el país durante dos años y donde participaron todas las fuerzas políticas y sociales de la República Dominicana, no debe modificarse para beneficio particular de nadie.
Ahora, después de dimes y diretes inacabables, discusiones sobre temas constitucionales de las que no somos expertos ni nada que se le parezca, palabras ofensivas a amigos de años y recibir los golpes emocionales de personas a quienes conocemos y con los que hemos compartido victorias y derrotas, entendemos que todos deberíamos hacer un alto y permitirle al Congreso de la nación asumir su papel.
En la tarde de ayer la presidenta del Senado de la República, Cristina Lizardo, al enviar el proyecto de reforma a la Constitución que abriría las puertas a una repostulación del actual Presidente Danilo Medina, dijo unas palabras que deberían llamarnos a la reflexión: ¨ estoy convencida de que cada legislador debe ponderarlo y dar a conocer su opinión y votar de acuerdo a su íntima convicción¨.
Lo que dijo Cristina es sabio y viene de una persona que se ha caracterizado por la moderación y decencia en el ejercicio político, ella, que es a su vez miembro del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, hizo un llamado, no a que los legisladores voten amenazados por expulsiones o sanciones en sus partidos, sino de acuerdo al deber que tienen para con su conciencia.
Porque cuando la presidenta del Senado habla de la intima convicción de los legisladores, retrata en sus palabras lo que debería ser el papel del parlamento en un país organizado y con instituciones fuertes, que cada representante de una demarcación electoral actúe defendiendo los intereses de sus electores y no los mandatos cerrados de un partido político.
Es que los representantes del primer poder del Estado, que según nuestra Constitución es el Congreso de la República, cuando son electos se convierten en Senadores y Diputados de la Nación, del mismo modo que el Presidente del Ejecutivo es el mandatario de absolutamente todos los dominicanos y dominicanas.
No existe el mandato imperativo a los legisladores de la República, es decir, es imposible desde el punto de vista legal obligar a un congresista a votar un proyecto por el mandato obligatorio de un partido político, esto quizás era posible con la Constitución dominicana que estuvo vigente hasta el 2010, ahora no existe la posibilidad de someter a juicio y expulsar a un legislador por votar de acuerdo a su conciencia, ya que dicha sanción implicaría una violación a la ley y a los derechos y deberes de los congresistas.
Como esto es así, creemos pertinente permitir que los únicos que tienen derecho constitucional a decidir el tema, que son los miembros del Congreso, hagan su trabajo, estudien lo positivo o negativo de este problema tan llevado y traído que voten, como dijo Cristina Lizardo, de acuerdo a su conciencia y a la responsabilidad individual que tiene cada uno de ellos y nos tocará a los ciudadanos aceptar su decisión.
Lo que pensemos o podamos plantear cada uno de nosotros ya no tiene ninguna importancia, será imposible complacernos a todos después de las intensas discusiones y confrontaciones que hemos tenido durante estos días, unos quedaremos conformes y otros heridos por la refriega política, sin embargo cuando se asienten los humos de la batalla interna, tendremos que dedicarnos a reconstruir el proyecto de nación en que cada uno tiene confianza y trabajar para convencer a mas del 50% de los electores de que nuestra opción es la mas saludable para los intereses del país.
La reforma o no de la Constitución esta en manos del Congreso y, a nuestro entender, lo mejor que podemos hacer es permitir a la Comisión Especial bicameral que haga su trabajo, para que de su informe, se pueda discutir la ley y se proceda a votar.
Cada uno de nosotros será vigilante del voto del legislador de su demarcación, es lo único que podemos hacer como ciudadanos y ciudadanas.
Todo esto debe ya de pasar, para que el gobierno y el país puedan centrarse a discutir los temas nodales que interesan y afectan, no solo a los que activamos en política, sino a todos los dominicanos.
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