En uno de mis cuentos inéditos un
personaje expresa: “Ni Balaguer pudo con la luz ni Trujillo con los haitianos”.
(Donde dice luz entiéndase energía eléctrica). Muchos creen que la matanza de
1937 ordenada por Trujillo resolvió la problemática de la inmigración haitiana,
y realmente no fue así. Para 1936, más
de cincuenta mil haitianos poblaban la República Dominicana, la mayoría de
ellos establecidos en la región Norte, manteniendo sus propios medios de
producción y su propia base económica. Tanto así, que la moneda haitiana llegó
a circular por varias zonas del territorio dominicano. Ese tipo de
independencia económica jamás sería permitida por la megalomanía de Trujillo,
quien había convertido a la nación de Duarte en un exclusivo feudo personal.
Trujillo tenía un control absoluto en todas las dependencias estatales. A eso
había que agregarle ciertas “sugerencias” de sus asesores racistas, quienes
recomendaron “blanquear la raza” en la República Dominicana. Fue en ese
contexto que, encontrándose en la hacienda de doña Isabel Mayer, Trujillo
ordena la dantesca matanza de unos quince mil haitianos. El genocidio comenzó a
finales de septiembre y duró casi dos semanas. Concluida la matanza fueron
confiscadas las propiedades de los asesinados. Hamilton Fish, un reputado
funcionario norteamericano, propuso a su gobierno que rompiera las relaciones
diplomáticas con la República Dominicana si Trujillo no remediaba el problema
fronterizo. El problema, al parecer se resolvió en el momento, pero no por
mucho tiempo, la inmigración haitiana, como todos sabemos, continuaría
gradualmente al paso de los años.
No fue por patriotismo que
Trujillo ordenó la matanza de 1937, ni por principios verdaderamente políticos,
fue por un recelo feudal, fue por una situación que atentaba contra su sus
intereses personales. Un hecho similar ocurrió en la Alemania nazi. Cuando
Hitler tomó el poder en 1933 no se hicieron esperar las medidas radicales y
dictatoriales planificadas previamente por el Canciller. Se tomó un control
absoluto de los medios de comunicación y de las actividades culturales. Sólo se
aceptó un partido político: el Nacionalsocialista. Y basado en ese
nacionalismo, como trasfondo, tomando el control de la economía, fue que las
autoridades alemanas planificaron el devastador exterminio contra los judíos,
precisamente porque al Hitler llegar al poder los judíos manejaban una
considerable parte de la economía alemana. Tanto la matanza perpetrada por
Trujillo en 1937, como el exterminio judío ideado por Adolfo Hitler, tienen sus
consecuencias en el aspecto económico, aunque no se pueda descartar la
implicación de elementos racistas y/o nacionalistas.
Ante la problemática de la
inmigración haitiana en la República Dominicana, a veces se escucha por ahí:
“Aquí hace falta Trujillo pa que saque eto haitiano”, y lo dicen, en un tono
como si Trujillo hubiese planificado la matanza de 1937 por un móvil
patriótico; y resulta, como ya hemos expuesto, que tanto Trujillo como Hitler
fueron los ideólogos de dos grandes exterminio movidos por razones más que
económicas por trasfondos racistas y políticos. En conclusión, Trujillo no
resolvió el problema fronterizo con Haití. La matanza de 1937 sólo fue un
momento histórico que pareció ser la solución, por el lapso que duraron los
nacionales haitianos para volver a penetrar masivamente a territorio
dominicano.
En la historia de las naciones
siempre están presentes las paradojas y los hechos cargados de contrasentidos,
resulta que, Trujillo receloso con su feudo, liquida y expulsa a los haitianos
en 1937, considerando que atentaban contra la Economía del país, de hecho,
contra su Economía. Hoy, los gobiernos y los emporios privados de la República
Dominicana (y otros de menor envergadura), se abastecen a gran escala de la
mano de obra haitiana para impulsar sus economías, poniendo en juego el futuro,
tal vez no tan lejano, de la soberanía, de la paz y de la convivencia nacional.
(Continuará).
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