Por Nélsido Herasme
Los ciudadanos de buena voluntad, los que aspiramos a
vivir en un país libre de contaminaciones, en muchas ocasiones aplaudimos las
buenas acciones de la Policía Nacional, como organismo preventivo, en la lucha
contra el robo, el crimen organizado, el narcotráfico y otros flagelos que
desgarran a nuestra sociedad, pero otras veces nos sorprendemos y nos sentimos
defraudados con actitudes desleales de superiores y subalternos en esa
institución, digna de una profunda profilaxis de arriba hasta abajo.
El caso de la Dirección Central Antinarcóticos (Dican) de la Policía nos trae
a colación el triste recuerdo de hace casi unas cuatro décadas del entonces
coronel Aridio Descartes Pérez, ex director del Departamento Antinarcóticos de
esa institución, quien vestía impecablemente de blanco para dar muestras de que
actuaba con limpieza y transparencia en la lucha por enfrentar y erradicar la
drogadicción en los barrios, pero resultó que mucha de la droga consumida en
los sectores era suministrada por el departamento del susodicho coronel.
Descartes Pérez fue descartado, a la cárcel fue a parar y
el departamento que dirigió fue abolido, para luego, mediante ley, darle
entrada a la Dirección Nacional de Control de Drogas.
Estamos frente a un caso similar con el Dican, por lo que
la sociedad espera respuesta radical y contundente.
Para nosotros es un taponamiento, porque no le vemos
sentido que un departamento ejerza el mismo papel, función y autoridad que una
dirección nacional en la lucha, represión y prevención de drogas narcóticas.
La frustración se ha apoderado de la ciudadanía y por
doquier lo que se escucha es que una institución que está para aportar al
saneamiento de la sociedad, sea la que se corrompa a la vista de todos.
Indelicadezas como la cometida por los agentes y
autoridades de la Dican, son la que le dan carácter de disfuncionalidad y
fallida a la institución policial, por lo que se espera que ha de esperarse que
los responsables paguen el error.
Mantengámonos al acecho, vigilantes y atentos a lo que ha
de pasar, porque el país está siendo administrado por autoridades que piensan
que nada es nada es nada y que las situaciones de importancia y de envergadura son percata minuta.
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