Por: Nélsido Herasme
Villa Jaragua es un pueblo del suroeste de la República
que merece la atención de todas y todo el que le duela el porvenir de su gente.
Llevamos alrededor de unos 30 años, casi la misma cantidad que tenemos en el
ejercicio periodístico, exigiendo y clamando mejores condiciones de salud,
educación y desarrollo sostenible para el pueblo de Villa Jaragua, La Villa,
Jaragua, Barbacoa, José Trujillo Valdez, o como le quiera llamar el munícipe
sencillo y común de esta hermosa y agreste terruño.
Son muchos los problemas y calamidades que hay que
enfrentar en este suroestano y pujante municipio, el que una vez vio nacer a
nuestros ancestros y a nosotros mismos, pero en cada oportunidad en que
elevamos nuestra voz para despertar el interés de quienes están en la
obligación de atender sus reclamos, aparecen los “Tumba-polvo y lambones a
sueldo” emprendiéndola contra nosotros, tratando de reducirnos y silenciar
nuestra amargura.
La problemática de Villa Jaragua es la misma de Galván,
Neyba, Los Ríos, Tamayo y otros pueblos de Bahoruco, muy parecidos a los
vividos por el resto de la población de la República Dominicana.
La tristeza de la Villa de hoy, son los mismos de ayer y
serán los de siempre, si no aparecen autoridades gubernamentales, municipales y
congresuales, que a partir del sacrificio y el desprendimiento, quieran
buscarle soluciones.
Hay comunicadores y personas vinculadas a la sociedad
civil que tendrán sus razones para obviarlos, y una de ella es el compromiso
que tienen con el gobierno de turno. Nosotros no.
Nosotros nos preguntamos: ¿Con ese tipo de argumentaciones
y otras asquerosidades es que nos van a reducir socialmente, a silenciar, a
doblegar y a indisponernos con los munícipes de nuestro pueblo? Pues se
equivocan. Nosotros vamos a seguir vigilantes y el funcionario, el legislador
está en el deber de hacer lo que la ley
y el sentido común les ordena.
Que lo sepa el mundo, que Villa Jaragua ha sido víctima de malas administraciones
congresuales y municipales y aun así, presenta niveles de preparación para
competir en lo académico, en dignidad, en decoro, en trabajo y en otros rubros,
pero necesita estrategas y analistas que vean más allá del horizonte, que
empoderen a sus munícipes y le hagan comprender la realidad del presente con un
perfil hacia el futuro.
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