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La Constitución Dominicana: ¿Un simple pedazo de papel?

sábado, 8 de noviembre de 2014

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com
Por Stanislaw Peña
En una democracia, la Constitución es la que debe regir la vida política del país, y como tal, debe ser reverenciada y respetada. Pero históricamente hemos visto como la Constitución Dominicana ha sido manejada al antojo de dictadores y criminales de Estado para favorecer ideologías o intereses propios o de sus partidarios más cercanos.
El Congreso Constituyente se instaló en San Cristóbal el 21 de septiembre de 1844, presidido por Manuel María Valencia, diputado por Santo Domingo. Tomó como modelo para sus trabajos la Constitución de E.E.U.U. y la Constitución de Cádiz, aprobada por las Cortes Españolas en 1812. Sin embargo, esta Constitución fue rechazada por el Presidente de la República, General Pedro Santana, quien al devolverla sin firmar a San Cristóbal, también envió tropas para que los constituyentes entendieran que su poder no aceptaba límites, así, bajo la intimidación de las bayonetas, se le agregó al documento original el famoso Artículo 210.
Artículo 210: “Durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede organizar el ejército y la armada, movilizar las guardias nacionales y tomar todas las medidas que crea oportunas para la defensa y seguridad de la nación, pudiendo en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna”.
Con la inserción de este artículo, los 209 precedentes se convirtieron en letra muerta: Santana se convirtió en dictador. En 1854, este mismo personaje hizo aprobar una Constitución donde se eliminaba el congreso. El poder ejecutivo nombraba los jueces y se creaba un senado consultor para hacer leyes.
En diciembre de 1856, estando Buenaventura Báez en el poder, la Asamblea Nacional conoció un acta de acusación contra el General Santana, la misma estaba contenida en un documento firmado por más de 200 ciudadanos. Los Asambleístas demandaron un castigo para Santana, por los atropellos y crímenes cometidos contra muchos hombres que se habían sacrificado por la patria y cuyo único delito era estar en desacuerdo con el férreo militar y sus seguidores. Entre las víctimas de los desafueros del Presidente hatero estuvieron María Trinidad Sánchez, Antonio Duvergé, Tomás de la Concha, los hermanos José Joaquín y Gabino Puello, entre otras célebres figuras patrióticas. El 12 de diciembre, el Senado Consultor dejó sin efecto la acusación, levantando la sesión, sepultando lo que pudo haber cambiado el curso de la historia.
En 1857 al realizar una revolución, los cibaeños hicieron una Constitución, señalando a Santiago como capital de la República.
En 1865 Buenaventura Báez hizo redactar su propia Constitución.
Ignacio María González hizo aprobar dos; una en 1874 cuando era un líder democrático y otra en 1875, cuando se convirtió en dictador.
En 1879 Cesáreo Guillermo “confeccionó” la suya. 
En 1887, el dictador Lilís cambió la Constitución que habían hecho “Los Azules” en 1880.
Trujillo hizo lo que le dio la gana en este país. Se puede decir, sin temor a equivocarnos, que él era la Constitución.
Balaguer, en uno de sus primeros períodos de gobierno la llamó, peyorativamente, un simple pedazo de papel. En 1995 creó un enorme estado de confusión, lanzando un decreto del poder ejecutivo que contradijo una ley del congreso.

(Continuará)

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