En una democracia, la Constitución es la que debe regir la
vida política del país, y como tal, debe ser reverenciada y respetada. Pero
históricamente hemos visto como la Constitución
Dominicana ha sido manejada al antojo de dictadores y
criminales de Estado para favorecer ideologías o intereses propios o de sus
partidarios más cercanos.
El Congreso Constituyente se instaló en San Cristóbal el
21 de septiembre de 1844, presidido por Manuel María Valencia, diputado por
Santo Domingo. Tomó como modelo para sus trabajos la Constitución de E.E.U.U. y
la Constitución
de Cádiz, aprobada por las Cortes Españolas en 1812. Sin embargo, esta
Constitución fue rechazada por el Presidente de la República , General Pedro
Santana, quien al devolverla sin firmar a San Cristóbal, también envió tropas
para que los constituyentes entendieran que su poder no aceptaba límites, así,
bajo la intimidación de las bayonetas, se le agregó al documento original el
famoso Artículo 210.
Artículo 210: “Durante la guerra actual y
mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede
organizar el ejército y la armada, movilizar las guardias nacionales y tomar
todas las medidas que crea oportunas para la defensa y seguridad de la nación,
pudiendo en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que
convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna”.
Con la inserción de este artículo, los 209 precedentes se
convirtieron en letra muerta: Santana se convirtió en dictador. En 1854, este
mismo personaje hizo aprobar una Constitución donde se eliminaba el congreso.
El poder ejecutivo nombraba los jueces y se creaba un senado consultor para
hacer leyes.
En diciembre de 1856, estando Buenaventura Báez en el
poder, la Asamblea Nacional
conoció un acta de acusación contra el General Santana, la misma estaba
contenida en un documento firmado por más de 200 ciudadanos. Los Asambleístas
demandaron un castigo para Santana, por los atropellos y crímenes cometidos
contra muchos hombres que se habían sacrificado por la patria y cuyo único
delito era estar en desacuerdo con el férreo militar y sus seguidores. Entre
las víctimas de los desafueros del Presidente hatero estuvieron María Trinidad
Sánchez, Antonio Duvergé, Tomás de la
Concha , los hermanos José Joaquín y Gabino Puello, entre
otras célebres figuras patrióticas. El 12 de diciembre, el Senado Consultor
dejó sin efecto la acusación, levantando la sesión, sepultando lo que pudo
haber cambiado el curso de la historia.
En 1857 al realizar una revolución, los cibaeños hicieron
una Constitución, señalando a Santiago como capital de la República.
En 1865 Buenaventura Báez hizo redactar su propia
Constitución.
Ignacio María González hizo aprobar dos; una en 1874
cuando era un líder democrático y otra en 1875, cuando se convirtió en
dictador.
En 1879 Cesáreo Guillermo “confeccionó” la suya.
En 1887, el dictador Lilís cambió la Constitución que
habían hecho “Los Azules” en 1880.
Trujillo hizo lo que le dio la gana en este país. Se puede
decir, sin temor a equivocarnos, que él era la Constitución.
Balaguer, en uno de sus primeros períodos de gobierno la
llamó, peyorativamente, un simple pedazo de papel. En 1995 creó un enorme
estado de confusión, lanzando un decreto del poder ejecutivo que contradijo una
ley del congreso.
(Continuará)
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