Por JUAN T H
Un partido de masas, como lo es el Revolucionario Moderno,
que surge de la más vieja escuela democrática del país, como lo fue la del
Partido Revolucionario Dominicano, no
puede, bajo ningún concepto, escoger su candidato a la presidencia de la
República mediante una o varias encuestas.
Es absurdo, inaceptable, impropio
y enajenante.
No puede ser “moderno” un partido que no acuda a sus bases
para que decidan, mediante el voto universal, libre y soberano, quién debe ser
el candidato o la candidata a la presidencia de la República.
Hasta donde tengo entendido todos los partidos democráticos
del mundo escogen a sus candidatos mediantes convenciones o primarias donde sus
bases soberanamente los eligen. Así lo establecen las leyes y las
Constituciones de todos los países. Así lo establecen de igual modo los
estatutos o reglamentos internos.
Nuestra Carta Magna señala, con toda claridad, que los ciudadanos tienen derecho a “elegir y
ser elegibles para los cargos que establece la Constitución”. En consecuencia,
ninguna encuesta, no importa cómo se llame la firma, si es nacional o
extranjera, puede, en buen derecho, tomar una decisión que le compete al
ciudadano. Sería inconstitucional.
La ley electoral, igualmente, es clara sobre el
particular. Los estatutos, de todos los partidos del país, les confieren la
potestad a los militantes de elegir a sus candidatos. Todos los proyectos de
ley de partidos, incluyendo el más atrasado que es el del partido de gobierno,
coinciden en la realización de primarias o convenciones para elegir a sus
autoridades y a los candidatos. (En ningún lugar se habla de encuestas para
esos fines)
Una encuesta no es más que un instrumento de trabajo, una
fotografía de un instante, razón por la cual los partidos, las empresas, los
gobiernos, los medios de comunicación, la ordenan periódicamente. Porque lo que
hoy es, mañana puede no serlo.
¿Cuántos candidatos y partidos no han estado delante en
las encuestas y terminan perdiendo? ¿Acaso Hipólito Mejía no arrancó primero
en las encuestas y luego, por las
razones que todos sabemos, “perdió” las
elecciones? El caso más reciente es de Brasil. En las encuestas se disputaban
la primacía la presidente Dilma Rousseff y la socialista Marina Silva. ¿Qué
pasó? La señora Silva quedó en tercer lugar, sin posibilidad de alcanzar la
presidencia del coloso del Sur.
Otro ejemplo: Las encuestas les daban a Hipólito Mejía un
dos por ciento contra un 98 de Miguel Vargas. Sin embargo Hipólito se impuso
“mucho a poco”.
Como puede verse, las encuestas o sondeos no pueden
“decidir” un candidato. Esa potestad le corresponde, única y exclusivamente, a
la gente. Proponer que sea un sondeo quién determine la persona que ostente la
candidatura, reitero, no es sensato, ni legal. No es propio de un demócrata.
Solo un troglodita, dictador en potencia, como Miguel Vargas pudo hacer lo que
hizo en el PRD, que violando la Constitución, las leyes, los estatutos de su
partido, y haciendo fraude, se impuso como presidente y candidato.
En el PRM eso no puede suceder. Unas de las razones que
motivaron la división fueron justamente actitudes como las del traidor Miguel
Vargas. El PRM debe ser la contraparte, la antítesis del PRD de Miguel Vargas.
Los que en el PRM están planteando que el candidato sea
seleccionado por medio de encuestas están locos o están imitando a Miguel
Vargas. Un partido moderno tiene que actuar
como su nombre lo indica. Tiene que negar el pasado reciente del PRD y
demás partidos tradicionales; tiene que diferenciarse de todos en sus acciones
cotidianas. Es por eso que digo: ¡Convención, si, encuestas, no!
¡Que la democracia comience en casa!.
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