Por: Nélsido Herasme
Apropósito del “Premio Nacional de Periodismo” que cada
cierto tiempo otorga el Estado a través del Ministerio de Educación a
reconocidas figuras de los medios, soy de los que creen que la entrega al productor de televisión y profesor
universitario Juan Bolívar Díaz Santana, es más que merecido.
Al poner tan alta distinción en manos de este recio
comunicador, se hace justicia a favor de quien la merece.
Los premios colman el alma de satisfacción, forran de
alegría y elevan el espíritu para continuar el compromiso.
El premio es para quien ha hecho aporte a su sector y, por
ende a la sociedad, porque los méritos, a lo igual que los talentos se siembran
y luego se cosechan; ambos son fruto del trabajo, el esfuerzo, la
responsabilidad y el sacrificio.
Al pasar balance de su trayectoria comunicacional, podemos
decir que don Juan Bolívar ha dado muestra de verticalidad, objetividad y apego
a la ética y buenas costumbres.
Como respuesta a la autocensura de muchos comunicadores,
Juan Bolívar dijo: “El gobierno tiene un aparato de medios de comunicación
propio y atrapado como nunca en nuestra historia. Con miles de periodistas
asalariados, decenas de ellos multimillonarios, pero quiere acallar a algunas
decenas que disienten de ellos”.
Recuerdo a este insigne maestro en mis años de estudiante
de la carrera de comunicación social en la Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD) en los finales de los años 80s, sus inyecciones de compromisos y
sus consejos, en el marco de las cátedras que impartía en la facultad de
Humanidades.
Tal y como lo afirmó el propio presidente de la República
“es poco lo que se puede decir de Juan
Bolívar Díaz, porque él es más que eso”.
El director del programa televisivo “Uno Más Uno” es una
lumbrera que prestigia y adorna con laurel el espectro radioeléctrico y los
medios impresos, porque a pura prueba se lo han ganado.
No hay que recordar los momentos difíciles que pasó
durante su ejercicio, lo que obliga a la presente generación de comunicadores a
manejarse con objetividad y responsabilidad.
A cualquiera no se le otorga un premio, porque el mismo
puede perder esencia, color y sabor.
En el país son muchos los hombres y las mujeres de la
radio, la televisión y los medios impresos, quienes realizan resaltable labor
que prestigian la comunicación.
Tenemos verdaderos artistas de la investigación, la
entrevista, hacedores de opinión pública y escribidores de crónicas.
Durante 40 años hemos observado el rutilar de brillantes
estrellas de la comunicación, que desde la salida del sol hasta la puesta, en
el marco de la ética y la objetividad, en el día a día cumplen con la sagrada
misión de informar y orientar a la población sobre diversos temas de interés
colectivo, incluso corriendo el riesgo de ser reprendidas por quienes ejercen
el poder político y sancionadas por los dueños de los medios.
Es harto conocido que en innumerables oportunidades los
periodistas son colocados entre la espada y la pared, porque como asalariados,
su labor apunta al interés del dueño, que muchas veces es un empresario y en
otras, un político en la oposición o en el gobierno.
A pesar de las limitaciones con que los y las periodistas
ejercen su papel de orientadores, los hay que son merecedores, no solo del
Premio Nacional, sino del cariño y el respeto de la ciudadanía.
Juan bolívar es una voz que en muchas ocasiones han
querido acallar, una pluma disidentes que causa ruidos y estridencia a favor de
los excluidos, la cual se ha tratado de opacar.
El maestro docente de la educación superior en el
discurrir de su trayectoria comunicacional, ha tratado de ser zarandeado por
personeros al servicio de la mediocridad, la impunidad y la corrupción. Juan
Bolívar ha sido víctima de atropello, la
amenaza, la censura y el acoso de sectores con grandes influencias en los
medios de comunicación del país.
Aprovechamos la ocasión para alertar a las organizaciones
de la sociedad civil y los partidos alternativos, junto a los hombres y mujeres
de compromiso con la democracia, para ir pensando en la construcción de un
espacio de coordinación político social que permita hacer oposición firme y
frontal, en vista de que estamos
frente a unos vientos que
soplan exactamente en la dirección de llevarse a la oposición
por delante. Recordemos que para al régimen de los 12 años de Joaquín Balaguer
resultó más fácil y barato asesinar a comunicadores y eliminar voces pensantes,
antes que tener que enfrentar a las masas en las calles.
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