Por FABIO HERRERA
MINIÑO
El derrumbe del principal sostén de la sociedad que era el
núcleo familiar, considerado como su piedra angular, puesto que casi todos los
valores de la familia que adornaban a los países de la Tierra a través de los
siglos se han diluido para caer en un sendero del egoísmo y cada quien
preocupado por sus intereses.
Ese derrumbe familiar se confirma en el imperio de la
delincuencia, siendo el principal atributo de las comunidades universales,
donde ya impera la ley del más fuerte, y obliga a los que todavía tienen
dignidad y respeto de esos valores a refugiarse en sus hogares y evitar ser
víctimas de agresiones desaforadas que no se detiene ante nada, y mucho menos
frente a la represión oficial.
Se constriñe el círculo de los grupos que conservan y
luchan para que nuestros países no sean lugares para el salvajismo
desenfrenado, tratando a duras penas de conservar aquellos valores que, en un
momento dado, fueron responsables del progreso de las naciones y de su
liderazgo a nivel mundial, originado por las reservas y enseñanzas que venían
de las familias de hogares estables y enaltecido por la presencia de una madre
amorosa.
Hoy el país rinde tributo a la mujer que por su naturaleza
se convirtió en la responsable de ejercer el liderazgo íntimo de moldear al ser
salido de sus entrañas, como piedra preciosa, para proporcionarle los mejores
atributos que Dios deseaba para los seres concebidos a su imagen y semejanza.
Con el derrumbe de las familias, provocado por el desorden
social, la unidad familiar, que era por la madre, se dislocó en el seno de los
hogares; ya la tasa de divorcios supera más del 55% de los matrimonios, y en
muchos países es costumbre la unión consensuada y no establecer una atadura
legal o religiosa por medio de un matrimonio formal.
La familia inició su dislocamiento en los países
desarrollados, después del triunfo del capitalismo en la II Guerra Mundial,
entonces el mundo se hizo a imagen y semejanza de las sociedades triunfantes de
ese holocausto, y el hombre y la mujer comprendieron la necesidad de aparearse
ante la eventualidad que se vivió en aquellos años de una amenaza nuclear
latente. El desmembramiento familiar se produjo por las libertades adquiridas y
a la vez la invasión de la vida moderna con todos los artilugios electrónicos
para hacerla más cómoda.
La madre quedó como último reducto en contra de la
inversión y pérdida de valores. Su preeminencia la mantenía en los hogares
latinoamericanos, donde para los años 90 del siglo pasado existía un respeto
muy acendrado por la importancia de la mujer en su condición de madre, que
contra viento y marea luchaba por forjar a sus hijos en las enseñanzas que
conocían cuando fueron niñas a la sombra de sus madres.
El derrumbe moral y social, con el surgimiento de una
delincuencia feroz y descontrolada, se ha agravado a medida que avanza el siglo
XXI; los resultados lo vemos cada día con otras aspiraciones de los seres
humanos, envueltos en la obsesión de las riquezas, en donde no dejan de tener
su responsabilidad las ambiciones de las clases políticas, que con su asalto al
poder, se han convertido en los modelos a seguir por la impunidad de sus acciones.
Los delincuentes se aferran al modelo de los políticos
irresponsables, y por provenir de hogares sin la presencia de una madre
consciente de sus deberes, a sabiendas que así como a los políticos no se les
castiga, así ellos consideran que sus asaltos a la vida y propiedades tampoco
serán juzgados por una justicia inexistente en los países como los nuestros. Se
debe iniciar el rescate de los valores que adornaron una vez a las mujeres como
madres para salvar las sociedades, la nuestra y las restantes del mundo, de su
disolución, esa es ahora la señal que nos envían las costumbres disolutas de
sus integrantes, con “matrimonios” del mismo sexo, como símbolo de la libertad
de elección de los seres humanos, despojando a la madre de su elevada
gravitación en la Creación.
1 comentario:
Muy acertado, la clase dominante en la actualidad es cimentada sobre la base de acuerdos mafiosos para mantener el poder, lo cual conlleva como efectos directos la disolucion familiar y un auge en la criminalidad. Por cierto, la familia actual está compuesta, en su mayoria, por muchachos criando muchachos.
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