POR LIC. LUIS FRANCISCO HERNANDEZ
Conflicto social, conflicto generacional, plan de
salvataje, estigmatización, enfrentamiento, exclusión, agresión física,
violencia verbal, discriminación, palabras que se han vuelto moneda
corriente para referirse a la realidad de muchas escuelas medias en la República Dominicana, palabras que aluden y abarcan a todos los actores de la
vida educativa, a la cual también pertenecen los docentes de todas las
asignaturas; difícil realidad cotidiana de la cual ninguno de los actores
del sistema educativo escapa.
Este breve artículo pretende mostrar una
modesta mirada sobre cuatro cuestiones fundamentales, el vínculo educativo y su
frágil y delicada naturaleza, las subjetividades juveniles cambiantes que
emergen en este siglo XXI, el mapa social desigual y las reformas educativas,
todas ellas elementos que configuran el entramado complejo que aqueja a la
educación media en la Republica Dominicana. Esta breve mirada se ofrece con el
ánimo de despertar y motivar la reflexión acerca de dichas cuestiones, para
abrir la posibilidad de repensarlas y recrearlas, antes que para brindar
respuestas concluyentes sobre las mismas.
Las subjetividades juveniles
La desesperanza y el descrédito
compartidos por muchos jóvenes tienen alcances y rostros distintos según qué
lugar se ocupe en la estructura social implica para los más desprotegidos
y desfavorecidos una carencia de mecanismos institucionales que favorezcan y
garanticen su incorporación social.
El mapa social
Jóvenes excluidos que pertenecen a familias excluidas,
jóvenes en posiciones de alta precariedad, sin horizonte estable, jóvenes
“favorecidos y ya incorporados”, jóvenes que pertenecen a diversas culturas
étnicas, jóvenes a quienes el discurso sobre una supuesta equidad y
multiculturalidad divide, separa, fragmenta. Equidad que se basa en los cálculos acerca de lo que el
otro puede y de lo que el otro necesita para poder, desplazando el problema de
la igualdad de la oferta a la receptividad de la oferta.
No se trata, entonces, de salvar la educación media con
manotazos de ahogado, sino más bien de repensarla, de redefinir lo que por ella
entendemos en nuestro aquí y ahora, de abrir caminos de cambio en la cultura
institucional escolar y, especialmente, de volvernos sobre el vínculo educativo
para recrearlo, encontrando ese delicado equilibrio entre el sostenimiento de
límites por parte del agente de la educación.
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