Hoy se cumplen 52
años de su ajusticiamiento
POR MARIELA MEJÍA/Diario
Libre
"Una mano criminal ha atentado contra la integridad
de la Patria al atentar contra la vida del Generalísimo y Doctor Rafael
Leónidas Trujillo Molina (…) esa grandeza, ese poder y esa fuerza los puso al
servicio de su Patria, con un desprendimiento de alma que no tiene igual en
ninguno de los próceres de la Independencia americana. De Trujillo aprendimos
los dominicanos que el patriotismo es amor".
La anterior cita se publicó en uno de los periódicos
dominicanos, luego de conocerse el ajusticiamiento del dictador Trujillo el 30
de mayo de 1961 que, justo un día como hoy, ya cuenta 52 años.
Cuando quien suscribe esta nota hurgaba en el Archivo
General de la Nación en decenas de periódicos publicados durante la Era de
Trujillo (1930-1961), para el trabajo final de la maestría que cursaba, se
encontró con el gran titular del periódico El Caribe del 1ro de junio de 1961:
"Vilmente asesinado cae el benefactor de la Patria".
El Caribe, que en ese entonces tenía una fuerte influencia
de la dictadura, tituló su editorial: "Tragedia, dolor y lágrima". En
éste reseñó: "El repúblico insigne que logró para la República Dominicana
las más brillantes y extraordinarias conquistas de civilización y de progreso
ha muerto en la manifestación corpórea de la materia, pero su nombre ha pasado
a la historia como uno de los hombres de mayores arrestos civilistas de la
humanidad".
En su editorial del 2 de junio de 1961, titulado
"Unidad y continuidad", el periódico La Nación se enfocó en el
entierro de Trujillo: "El pueblo dominicano siguió y amó a Trujillo en
vida y le amará y le seguirá después de su muerte, por haberse consagrado por
entero a la Patria y por haberse dado a ella sin medir sacrificios. Las manos
criminales que segaron su vida fueron manos que atentaron contra la integridad
de la Patria".
Las anteriores publicaciones son breves ejemplos del
control mediático que la tiranía ejerció en la prensa, llegando la junta
directiva de la Sociedad Dominicana de Prensa a emitir en ese entonces una resolución
que condenó "la trágica muerte del Primer Periodista Dominicano,
Generalísimo y Doctor Rafael L. Trujillo Molina".
El miembro de la Academia Dominicana de la Historia,
Ciriaco Landolfi Rodríguez, recuerda que "Trujillo fue un dictador severo
y drástico, sobre todo un dictador".
Hoy, 52 años después, la sociedad disfruta de libertad de
expresión mientras sigue recordando el trujillismo con diferentes
manifestaciones, rememoraciones que Landolfi considera "excesivas,
exageradas y superlativas". Asegura, además, que Trujillo aún no ha sido
estudiado con el fundamento e imparcialidad que merece.
"La sociedad ha ganado mucho en estos 52 años. Es
otra vida, otra realidad la que se vive después del 30 de mayo de 1961.
Trujillo ya pasó a la historia, Trujillo ya no saca a una dama a bailar. Ya el
caballero fue tal, murió y ya no tiene ninguna trascendencia", concluye.
¿Por qué los
crímenes cometidos en la Era de Trujillo no deben quedar impunes?
Por: MILLIZEN
URIBE/Hoy
Que el oscuro manto de la impunidad no cubra de manera
perpetua el dolor que se cuece como resultados de los atropellos y vejaciones
cometidos en las dictaduras es el
objetivo de decenas de personas alrededor del mundo que se han articulado en "Comisiones de La Verdad".
Se trata de organismos de investigación oficiales,
temporales, no judiciales, encargados de indagar sobre abusos cometidos en
franca violación a los derechos humanos
y de, como su nombre lo indica, determinar la verdad.
Una gran parte de estas comisiones concluye su trabajo con
un informe final que recopila los resultados de la investigación y formula
recomendaciones para que se proceda judicialmente contra los señalados como
culpables.
Hasta el momento, se han creado estas comisiones, aunque
no siempre con el mismo nombre, en países como Chile, Perú, Argentina, Brasil,
Guatemala, Paraguay, El Salvador, Marruecos y Sudáfrica, entre otros.
En República Dominicana, hace unos meses el Museo Memorial
de la Resistencia Dominicana, MMRD,
solicitó al presidente Danilo Medina, la creación de una Comisión de La
Verdad para que investigue de manera específica los crímenes cometidos durante
la sangrienta dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, desde 1930 hasta
1961.
La petición fue hecha en el marco de la campaña
"Operación nunca más", que empezó en noviembre del 2012 y que
busca preservar "el respeto a las
víctimas y el derecho a la verdad" frente a personas como Ramfis Domínguez
Trujillo, nieto del dictador, quien en esos días había participado en foros
públicos y medios de comunicación defendiendo la dictadura.
Luisa De Peña, directora del MMRD, fundamentó la necesidad
de la creación de la Comisión de La Verdad
en la importancia de que el Estado dé una respuesta justa ante el
sufrimiento, la impunidad, las frustraciones y expectativas no satisfechas, de
las víctimas, de sus familiares y de sus aliados".
Explicó, además, que el objetivo de esta comisión será
“investigar, registrar y tipificar las
violaciones de derechos humanos cometidas durante el régimen de Trujillo,
usando una metodología objetiva y transparente”.
"Solamente así podremos estar seguros de que nunca
más en la República Dominicana se repetirá un régimen tan aberrante", dijo
mediante nota de prensa enviada en ese entonces a este medio de comunicación.
¿Por qué hacer justicia? Fue la pregunta que hicimos a la
comunicadora Patricia Solano, una de las personas que reclama la creación de la
Comisión de La Verdad. Con la pasión que le caracteriza, nos explicó que el
hecho de que a más de 50 años Trujillo siga despertando interés (libros,
discusiones y reportajes) es el principal indicador de que algo ha quedado
pendiente: ¡Hacer justicia!
“Es difícil calcular el alcance de la impunidad y su
estela nociva en la gente. Por no haber restaurado el orden (no el
"orden" de Trujillo, sino el verdadero, el que parte del ordenamiento
jurídico, que es el único que realmente sirve para el progreso) en varias
generaciones se ha enraizado una cultura que justifica la represión y el abuso
policial, el robo al erario, la invasión a la propiedad ajena basado en la
fuerza, en fin, la barbarie, y todo por tumbar a medias la dictadura”, nos
explicó.
Su tesis de que en la realidad socio cultural del pueblo
dominicano todavía quedan rastros del trujillismo es compartido por muchos
sociólogos e historiadores, entre ellos Alejandro Paulino, catedrático de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, quien señala que un gobierno de 30
años produjo una sociedad marcada por la ideología y los valores políticos de
Trujillo Molina, quien reestructuró el Estado para que sirviera
fundamentalmente a su interés personal.
¿Cómo se perpetua esto a través del tiempo? Patricia
resalta el hecho de que Juan Bosch llegó al poder en 1962 con un discurso de
libertades públicas, pero fue derrocado siete meses más tarde.
“Esta es la hora en que todavía en este país la mayoría de
las personas comunes y corrientes no se sienten sujetos de derecho. Cuando nos
invade esa sensación de estar en la selva, donde prima la ley del más fuerte,
no hacemos el vínculo que tiene esa situación con la relación política entre el Estado y la
ciudadanía, y sin embargo, esa fuerte inclinación a saltarse la ley e imponerse
a la fuerza, que la tiene aquí desde un general hasta un chofer de carro público,
viene de ese aprendizaje. Derrocamos al tirano pero el sistema de valores quedó
casi intacto”, cuenta.
¿Qué cambió con el ajusticiamiento? No podemos ser
fatalistas y negar que con la muerte física del tirano hubo cambios en la
sociedad dominicana. Solano explica que a partir de ahí fue distinta la
concentración de poder, y además el sistema económico, que durante la dictadura
se sustentaba en prácticas monopólicas y un aparato de explotación y saqueo,
que Bosch nombró como único en América (ver "Trujillo: Causas de una
tiranía sin ejemplo").
“A la caída de la dictadura, el hecho de no enmarcar al
Estado dominicano en un esquema de respeto a la ley hizo que las relaciones
económicas se basaran en privilegios. Como Bosch no estaba dispuesto a tolerar
esa práctica de asalto al erario a manera de botín, le dan el golpe de Estado.
Ahí entonces se transforma el modelo de Trujillo de saqueo intensivo al Estado
en una repartición selectiva que sólo se diversifica, pero saqueo al fin,
atropella toda base para organizar este país, hacerlo competitivo y encaminarlo
al desarrollo sostenible, el que provee bienestar a la mayoría”, afirma.
Cuestión de impunidad. Pero es tal vez la sensación de
sentirse intocables por la ley y las manos de la justicia, la herencia más
lastimera de la dictadura de Trujillo. Al respecto, Patricia nos dice que no ha habido justicia para los delitos contra
la gente ni para los delitos contra el Estado mismo, es decir, el robo.
Como resultado de esto, continúa explicando la periodista,
las consecuencias han sido funestas para el desarrollo.
“Aún con crecimiento económico sostenible, todavía aquí se
va la luz y la gente muere porque no tiene lo que cobra un hospital público,
que debería ser gratuito. La mala calidad de los servicios públicos son una
sentencia de muerte para la mayoría pobre: salud, educación y seguridad
social”.
Prosigue indicando que la impunidad del robo es tal que un
hijo de Angelita Trujillo piensa que a lo mejor ellos pueden
"recuperar" fincas y casas. ¡El colmo”, dice.
“También existe quien cree que Trujillo `no era tan malo´
porque ve las carencias y problemas del presente, ignorando que todo esto es
producto, no sólo de lo que pasó entre 1930 y 1961, sino además del hecho de
que nunca se haya hecho justicia”, sostiene.
Lo cierto es que a 52 años del ajusticiamiento del tirano
República Dominicana debe cerrar el capítulo del delito de Estado cuanto antes,
creando una Comisión de La Verdad que juzgue y sentencie.
“Nada sería más saludable para las presentes generaciones,
desde todo punto de vista, pero principalmente, para generar el esperado cambio
de cultura política”, concluye Patricia.
Trujillo murió, pero
¿vive su legado en la sociedad dominicana?
Por: CRISTAL
ACEVEDO/Hoy
En cualquier sociedad, los gobernantes pueden marcar
pautas para el manejo del Estado y sus simientes perdurar a lo largo del
tiempo, sobre todo cuando un mandatario se mantiene en el poder, uno o dos
períodos. Pero, ¿qué sucede cuando un “gobierno” se extiende por más de tres
décadas, como sucedió con el de Rafael Leónidas Trujillo Molina, electo para el
período constitucional 1930-1934?
Para 1930 la República Dominicana había sobrevivido a la
primera intervención militar norteamericana, la cual se produjo en 1916 y se
prolongó hasta 1924, cuando fue elegido presidente Horacio Vásquez, quien
precedió en el gobierno al dictador Trujillo Molina, joven militar oriundo de
San Cristóbal que se mantuvo en el poder hasta el 30 de mayo de 1961, cuando
fue ajusticiado.
Un gobierno de 30 años produjo una sociedad marcada por la
ideología y los valores políticos de Trujillo Molina, quien reestructuró el
Estado para que sirviera fundamentalmente a su interés personal, señala el
historiador Alejandro Paulino.
“Único jefe y salvador” y el presidencialismo. Explica que
Trujillo quería lograr que cada dominicano viera en su nombre y persona, la
única figura con capacidad para resolver los problemas del pueblo, consiguiendo
que con esa proyección de “único jefe y
salvador”, se concentrara en los dominicanos la idea de que solo el Presidente
es el responsable de resolver los problemas del país.
“Esto se manifiesta en la falta de institucionalidad que
ha vivido el país en los últimos 52 años. Por eso todos los reclamos, por más
mínimos que sean, la gente siempre trata de exigirle al Presidente la solución”,
dice Paulino.
Clientelismo político. El historiador sostiene que junto a
la falta de institucionalidad todavía pervive la manera en que el aparato del
Estado se vincula a los partidos
políticos y citó el hecho de que durante la dictadura, el Partido Dominicano,
creado por Trujillo, tenía tanta preponderancia que si no se pertenecía a esa
organización política, las posibilidades de ascender a puestos claves en la
administración pública eran limitadas.
Esto último sigue siendo una práctica que se evidencia en
casos de personas que, solo por pertenecer a uno de los partidos mayoritarios
actuales, durante “sus gobiernos” ocupan distintos cargos en entidades
estatales, avalados por la recomendación de amigos “políticos”, compañeros de
partido.
“Creo que eso es lo que expresa que todavía, después de
décadas, una parte importante de la población pone su esperanza en su
militancia y en el triunfo de tal o cual partido”, enfatiza Paulino.
El trujillismo se encarnó en Balaguer. Otro elemento que
destaca el historiador es que todavía la sociedad dominicana no se ha podido
liberar del lastre de lo que significó la dictadura de Trujillo y eso tiene
mucho que ver con la permanencia en el poder, por más de 22 años del Partido
Reformista Social Cristiano (PRSC) y su principal dirigente, Joaquín Balaguer.
Puntualiza que la permanencia de Balaguer en el poder
significó el liderazgo trujillista encarnado en la figura del orador preferido
del tirano.
“Fue Balaguer quien proclamó en el panegírico leído ante
el féretro de Trujillo, que él y su grupo se comprometían a no dejar morir el
trujillismo, para que trascendiera, aun después de muerto y mientras ellos estuvieran vivos, y creo que lo
lograron”, resalta.
¿Legado positivo? Paulino cree que se puede entender que
un gobierno que se prolongó por décadas -refiriéndose a la dictadura de
Trujillo- debió dejar algún legado positivo para los dominicanos. Pero los
daños fueron tantos que lo eclipsaron.
“Tal vez las construcciones de obras públicas se pueden
señalar como tales, pero el daño ideológico, político, ético y moral fue tan
grande, que entonces esas obras se empequeñecen y pierden valor”, afirma.
La Constitución y
las leyes: solo
formulismos. En cuanto a la aplicación de las leyes y el respeto a la
Constitución durante la Era de Trujillo, Paulino retoma a Balaguer, quien se
refirió en una ocasión al valor de la Carta Magna, diciendo que era un “pedazo
de papel”. Un elemento sumamente dañino, heredado del trujillismo, y el que
dice está referido a la falta de aplicación de las leyes y la Constitución,
debido a que aunque las leyes existen para organizar la vida social y
económica, Trujillo sólo las aplicaba en la medida en que le interesaba.
“Por esa razón, los dominicanos aprendieron que las leyes
y la Constitución eran formulismos y que los gobernantes hacían con ella lo que
les viniera en ganas”, señala.
Paulino, quien es subdirector del Archivo General de la
Nación (AGN), considera que los
gobiernos de Balaguer fueron una prolongación de la dictadura y asegura que, de
hecho, el Partido Reformista tenía en su estructura a los más destacados
beneficiarios del trujillato.
“Para mi Balaguer es el gran responsable de lo que
significó la permanencia del trujillismo en la política y en la ideología de
los dominicanos”, manifiesta.
Herencias de la tiranía. Acerca de los aspectos de la
dictadura que existen en la sociedad dominicana, Paulino precisa que el
autoritarismo, la impunidad, la permanencia de una estructura y programa
escolar, la militarización de la Policía, las relaciones entre el Estado y el
partido, el Concordato con la Iglesia Católica, la promoción permanente del
funcionario a todos los niveles, son algunas de las cosas que heredó la
sociedad dominicana de la tiranía.
“De modo que hasta para hacer una cloaca se coloca la
imagen de un síndico para anunciar que él es quien construye la insignificante
obra”, sostiene.
Pero en adición a esto, el historiador, cree que lo que
más daño sigue haciendo al país es que los gobernantes toman decisiones por
encima de lo que dice la ley y la Constitución, lo que se resume en la falta de
institucionalidad que impera en la República Dominicana.
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