EMILIO DE BENITO/Madrid/El Pais
Un grupo de científicos estadounidenses ha conseguido por
primera vez células madre embrionarias con el mismo ADN (clonadas) de un
adulto. El trabajo es el primer éxito en humanos de la técnica que dio origen,
por ejemplo, a la oveja Dolly, pero los autores insisten en que no se trata de
obtener personas clonadas, sino en llegar a la fase de blastocisto del embrión
(alrededor de los cinco o seis días de desarrollo) para extraer las células
madre. Teóricamente, estas podrían luego diferenciarse en tejidos que el
paciente necesitara para un autotrasplante, que, como tendrían el mismo
material genético que el receptor, podría usarse sin riesgo de rechazo. El
ensayo, dirigido por Shoukhrat Mitalipov, de la prestigiosa OHSU (Oregon Health
& Science University ), se publica en Cell.
La técnica utilizada es la de transferencia nuclear:: se
toma un óvulo de una donante, se le extrae el núcleo y se le inserta una célula
adulta —también se ha ensayado con otras fetales, más adaptables— del posible
receptor. Luego, el óvulo se activa, y empieza a dividirse en los primeros
pasos del desarrollo embrionario. Al llegar a la fase de blastocisto (una
especie de pelota de células), se destruye y se obtienen las células madre. Esto
sucede porque al cambiar el material genético el óvulo deja de tener una sola
cadena de ADN para tener dos, lo normal en las células. Esta es la situación
que se da en la naturaleza cuando hay una fecundación (el padre aporta una
copia del material genético y la madre otra), salvo que estas células tendrían
las dos copias de un mismo individuo: son, por eso, una clonación.
El método ya se había ensayado con éxito en distintos
animales —ovejas, cabras, vacas, perros, gatos, ratones, cerdos y macacos—, pero
nunca había funcionado en personas. Fue el fraude que anunció para apuntarse el
éxito el coreano Hwang Woo-suk en 2004, por ejemplo. Por eso, Anna Veiga,
directora del banco de líneas celulares del Centro de Medicina Regenerativa de
Barcelona (CMRB), valora especialmente que se ha conseguido mejorar la técnica
para que funcione en humanos.
Pero esta mejoría, con todo su impacto, no oculta que se
acerca, al menos un paso, a un tema tabú (en España, por ejemplo, está
expresamente prohibido por la ley de reproducción humana asistida): la
clonación humana. Visto hasta aquí, el artículo es muy importante, y tanto a
Veiga como a Jorge Cuadros, miembro de la junta directiva de la Asociación para
el Estudio de la Biología de la Reproducción (Asebir), les gustaría que el
interés por el trabajo se quedara aquí. “Ya es bastante importante”, dice
Cuadros. “Lo que nos interesa a los científicos serios es esta parte, su
utilidad para la medicina regenerativa”. Pero ambos son conscientes, como
también lo son los autores del artículo, de que se ha dado, al menos en teoría,
un paso hacia la clonación humana. El propio Mitalipov lo alude —y lo intenta
conjugar— en el resumen que ha hecho en una nota de prensa: “Nuestra
investigación está directamente dirigida a conseguir células madre para usarlas
en el futuro para combatir enfermedades. Aunque los avances en la técnica de
transferencia nuclear conducen a menudo a la discusión pública sobre los
aspectos éticos de la clonación humana, ese no es nuestro objetivo. Y tampoco
creemos que nuestros hallazgos puedan ser utilizados por otros para avanzar en
esa dirección”, ha dicho.
Cuadros, está en la misma línea de descartar ese siguiente
paso, que un embrión así producido se implante en el útero de una mujer y
llegue a desarrollarse. “Hay que pensar que la técnica que ha usado Mitalipov
es la misma que había utilizado en primates no humanos en 2007, cuando
consiguió, en un trabajo importantísimo, crear dos líneas celulares [cultivos
de células madre que se perpetúan en laboratorio]”, explica. “Han pasado ni más
ni menos que seis años hasta que lo ha conseguido repetir en humanos. Y, en ese
tiempo, ha intentado clonar los macacos sin conseguirlo”, dice el biólogo. “Lo
más que ha conseguido, aunque no lo ha publicado, es, tras implantar 67
embriones a 10 hembras, un embarazo, que acabó en aborto”, cuenta.
El especialista en reproducción cree, por tanto, que
pensar en la clonación humana “sigue siendo una barbaridad y ciencia ficción”.
“La transferencia nuclear es una técnica insegura e ineficaz. La hemos probado
en animales, con tasas de éxito del 1%. Eso quiere decir que en el otro 99% ha
habido abortos o crías que han muerto nada más nacer, y muchos de los pocos
animales que se han conseguido tienen malformaciones o enfermedades graves. Que
eso pase en animales nos da pena, pero en humanos sería inaceptable”, dice
Cuadros. “En lo que va a ser útil es en la medicina regenerativa”, insiste.
Solo tras insistirle, el especialista admite que se ha
dado “un paso” hacia la clonación reproductiva (usar la técnica para conseguir
niños con el mismo ADN que un adulto concreto, y, por lo tanto, lo más
parecidos, al menos físicamente, que se puede ser). “Pero es solo eso, un paso,
y faltarían muchos por cubrir”.
Los expertos creen que es un paso, pero que falta mucho
para crear humanos idénticos
El motivo está en que, hasta ahora, la técnica no es
demasiado eficaz. “Que se haya llegado a la fase de blastocisto no implica que
ese embrión vaya a seguir desarrollándose si se implanta en un útero de una mujer
o que lo haga sin abortar o sin anomalías. Hay reparos éticos y técnicos para
ello. Los primeros no han cambiado, y los segundos todavía pesan aún más”.
Yendo aún más allá, Cuadros no cree que “científicos
serios” quieran nunca dar ese paso. “Cuando se clonó a la oveja Dolly, hace 15
años, yo enseñaba en la universidad que eso no era posible, que era demasiado
complejo, y tuve que cambiar. Llevamos desde entonces hablando de clonar
personas, pero hay una pregunta que me hice entonces y que nadie me ha contestado:
¿para qué hacerlo? Los científicos serios ni se lo plantean, porque es algo que
no tiene ninguna utilidad. Si alguien quiere tener un hijo y no puede, hay
otros métodos mucho más sencillos y con menos riesgos. Por eso lo importante de
este trabajo, que ya he dicho que es un hito, es lo que ha conseguido”.
La complicación de usar la técnica de Dolly en personas ha
sido hasta ahora insalvable, y por eso el estudio tiene el mérito de que la
vence. Las mejoras abarcan casi todo el proceso, empezando por el proceso de
estimulación para que la donante produzca más óvulos. “Cuestiona los protocolos
actuales”, dice Veiga. En contra de lo que se pensaba, por ejemplo, el objetivo
no es que haya muchos óvulos para utilizar, sino su calidad. En animales esta parte
no se cuida tanto, ya que perder óvulos por el camino no es tan importante,
pero los investigadores han llegado, en algunos casos, a tener éxitos del 50%
(conseguir dos óvulos de una donante y que uno de ellos funcione y se
desarrolle).
Pero la clave, según los autores, está en su capacidad
para elegir el momento de insertar el nuevo material genético en el óvulo sin
que este pierda su capacidad para dividirse. La división celular se denomina
meiosis, y los investigadores han descubierto cuál de sus fases es la mejor y,
sobre todo, cómo mantener la activación de los factores del citoplasma (el
contenido interior de la célula) que están actuando en la división. Hay más
mejoras, indica Veiga, como que la activación posterior se refuerza mediante
electroporación (una pequeña descarga). Todo esto había sido ya probado en
macacos rhesus.
El artículo —“impecable”, según Veiga— llega hasta el
final del proceso: la obtención de cuatro líneas celulares diferenciadas, lo
que demuestra que se consiguieron células madre. En este sentido, el de la
medicina regenerativa, “el trabajo es un hito”, afirma Cuadros.
La investigadora catalana recalca que las células así
obtenidas, al ser completamente equiparables a las embrionarias, evitan algunos
de los problemas que se han visto en la otra fuente de células madre, las
reprogramadas a partir de las adultas (las iPS, que en algunos trabajos han
demostrado que mantenían algunas mutaciones adquiridas por las adultas que son
su fuente, lo que podía ser peligroso). Por eso ella insiste en que el trabajo
tendrá gran importancia a la hora de crear bancos para su uso futuro, similares
a los que hay ahora de cordón umbilical. Porque, aunque los autores lo
mencionen, la idea de hacer una medicina personalizada en la que cuando un paciente
necesite tejido cardiaco o neuronas, por ejemplo, se le someta a todo el
proceso para fabricar unas genéticamente idénticas a él, no le parece
“contemplable”. “Aunque sea posible sería carísimo. Lo que se pueden tener son
bancos con variedad de muestras que sean compatibles”, añade.
El logro es indudable, pero quizá quede oscurecido por la
posibilidad de la clonación, mucho menos práctica pero más llamativa.
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