En el marco de un acto público Luís Rodolfo Abinader
Corona se lanzó probablemente al vacío, al convertirse en el primer
precandidato del PRD para las elecciones del año 2016.
El economista y “precandidato presidencial” del Partido
Revolucionario Dominicano, con su pretendida aspiración, está haciendo disparos
con la carabina de Ambrosio, consciente de que a nadie causará impacto.
Empalagado por el dulzor del flash de una firma
encuestadora que lo coloca “por encima de todos los aspirantes presidenciales
en el PRD”, el joven empresario se olvida de la problemática que mantiene a su
partido de rodillas en la oposición.
Abinader reunió su equipo de campaña, “lanzó su proyecto
nacional” y presentó a sus principales voceros, coordinado por Tony Peña Guaba,
hijo del Dr. José Francisco Peña Gómez.
Parece que nadie hace ver a Luís Rodolfo que el momento
que vive el PRD es de amargura; no de candidaturas nacionales.
La situación de la organización en las actuales
circunstancias es digna de reflexión y acciones a tomar de cara a la
celebración de una convención que, primero le permita a sus bases, en libertad
plena, escoger a sus autoridades y más tarde, a partir de los perfiles,
seleccionar a la persona que reúna las condiciones para encabezar la boleta
presidencial del 2016.
En medio del acto, el doctor Abinader giró su vista a los
lados y observó que los dirigentes que lo acompañaron no eran figuras con
historia dentro de su partido, lo que le permitió acudir a un programa de
televisión de la mañana para explicar “que el acto en que anunció hasta su jefe
de campaña y los demás integrantes no se trató del lanzamiento de su proyecto
presidencial”.
Un PRD sin sabor, olor y color y unas elecciones que serán
celebradas dentro de tres años, qué puede perseguir un precandidato a estas
alturas con aspiraciones destempladas y extemporáneas.
Por qué se no hace tan difícil comprender que el momento
es propicio para construir escenarios de diálogo y concertación, donde se
pudiera llegar a acuerdos sobre grandes temas que preocupan a la nación.
Con su débil arranque, Abinader nos dice que está un tanto desesperado y que no cuenta con la
ayuda de estrategas que le diseñen una plataforma política diferente a la que
está enseñando en la actualidad.
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