Andrea Berger
Royal United Services Institute, especial para BBC
Jueves, 28 de marzo
de 2013
Más de 40.000 soldados estadounidenses y surcoreanos se
encuentran actualmente realizando maniobras militares en la península coreana,
como parte del ejercicio anual Foal Eagle.
Aviones de combate, bombarderos y submarinos de Estados
Unidos se dirigieron a la región, en un esfuerzo por "mejorar la seguridad
y la preparación" de Corea del Sur.
Esos ejercicios son considerados como una garantía visible
de la confiabilidad de la alianza de Washington y Seúl y su compromiso
extendido de disuasión.
Corea del Norte supuestamente hace una lectura diferente
del propósito de estos ejercicios, argumentando que podrían ser una pantalla
para la preparación de un ataque sorpresivo.
Por tanto, como respuesta, Pyongyang ha recurrido a su
herramienta más familiar: fieras amenazas de escalada del conflicto.
Palabras de guerra
La cobertura internacional de las tensiones con Corea del
Norte crea la impresión de que sus recientes amenazas en respuesta a los
ejercicios militares surgieron de la nada.
De hecho, Pyongyang ha objetado ruidosamente las maniobras
conjuntas durante décadas.
En lo que sus últimas amenazas difieren del pasado es en
su intensidad y especificidad.
Durante el mes pasado, Pyongyang prometió hacer trizas el
armisticio de 1953 entre las dos Coreas y cerrar la línea directa en la región
fronteriza.
Luego anunció que había incrementado el nivel de
disposición al combate de sus fuerzas de artillería, con las bases
estadounidenses en Guam y Hawai en el punto de mira.
El aviso más audaz de Pyongyang fue que se reserva el
derecho a una guerra nuclear preventiva contra Washington o Seúl.
Aunque Pyongyang ha cumplido con cortar la comunicación en
Panmunjom, hay pocas razones para sospechar que lo hará con algunas de sus
otras promesas, al menos a corto plazo.
Una razón es que el principal público de las duras
palabras de Kim Jong-un es interno. El joven líder fue promovido velozmente en
el Ejército Popular de Corea por su difunto padre, a pesar de haber hecho poco
para merecer esas calificaciones. Enfrentarse a los enemigos externos del país
ayudará a Kim Jong-un a consolidar su poder militar y político.
Una segunda causa para la calma temporal son las
deficiencias tecnológicas de Corea del Norte en los campos nuclear y de
misiles.
En su mayoría, los analistas concuerdan en que es improbable
que Pyongyang haya dominado exitosamente la tecnología necesaria para ubicar
una ojiva nuclear en un misil balístico y apuntarlo a Washington... todavía.
Sin embargo, sus recientes pruebas nucleares y de
lanzamiento de misil demuestran que Corea del Norte está ansiosa por avanzar en
su capacidad en ese campo.
Temor a ejercicios
militares
A la vez que podemos repudiar las amenazas de Pyongyang y
sus bravuconerías mayormente para consumo nacional, es posible que las
inseguridades subyacentes de Corea del Norte sean sinceras.
Las preocupaciones de que los ejercicios militares puedan
ser usados como un velo para preparar un ataque sorpresivo contra Corea del
Norte parece incomprensible desde una óptica occidental.
Los "juegos de guerra" son precisamente eso, y
su valor para tranquilizar a una nerviosa Corea del Sur es un importante
beneficio político agregado.
Pero Corea del Norte, que piensa en términos
"militares primero" y prioriza la autosuficiencia en sus asuntos,
podría tomar con escepticismo que los ejercicios conjuntos sean sólo sobre su
preparación a responder a un ataque o una demostración benigna del compromiso
de la alianza de Corea del Sur y EE.UU.
Lo que posiblemente consolide la interpretación divergente
norcoreana es el hecho de que en 1950, Pyongyang usó los ejercicios con el
mismo propósito maligno que ahora ve en Foal Eagle.
En junio de 1950, Pyongyang puso en marcha un plan que
encubría movimientos militares a gran escala hacia el paralelo 38, disfrazados
de ejercicios de entrenamiento. En medio de estos juegos de guerra, varias
divisiones participantes se dirigieron al sur hacia Seúl, desencadenando la
Guerra de Corea.
Gobiernos estadounidenses previos han reconocido
tácitamente que la brecha en el entendimiento entre Washington y Pyongyang acerca
del propósito de las maniobras militares es vasta.
El riesgo de un
error de cálculo
El expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, canceló
reiteradamente los ejercicios anuales Team Spirit para aplacar las
preocupaciones de Pyongyang e incentivar las negociaciones sobre su programa
nuclear.
Actualmente, el riesgo no es de una guerra a gran escala o
un ataque nuclear, sino de un error de cálculo.
Corea del Norte continúa buscando nuevas formas de emitir
amenazas, en parte en un intento del régimen de consolidar su poder y en parte
esperando que EE.UU. cancele sus ejercicios como hizo Clinton.
Entre tanto, Occidente la pone en evidencia y sigue con
sus prácticas y vuelos de aviones B-52 sobre la península.
Este patrón ocurre en ausencia de cualquier compromiso
regular entre EE.UU. y Corea del Norte. Si persiste, el riesgo de error de
cálculo de cualquier bando subirá.
Corea del Norte podría malinterpretar una acción
estadounidense, determinar una amenaza inminente y existencial al régimen, y
atacar. O, si se le pone demasiado en evidencia, podría sentir que su retórica
ya no funciona y decidir una acción más agresiva para equiparar sus palabras.
Una prueba de la sinceridad de los temores norcoreanos
sobre las maniobras militares será medir la retórica del régimen cuando
concluyan los ejercicios en abril.
Las salidas de la situación actual son limitadas. Es
improbable que las conversaciones entre Washington y Pyongyang convenzan a
Corea del Norte de renunciar a su programa nuclear.
Pero el diálogo sobre la seguridad en la península
coreana, incluyendo el asunto de los ejercicios militares, podría ayudar a
evitar más malentendidos y errores de cálculo. Podría asegurar que Corea del
Norte no escuche sólo el enérgico mensaje de seguridad adaptado para Seúl.
Washington debería también ser cauteloso con cualquier
subsiguiente esfuerzo para garantizar visiblemente a los aliados sin la
contraproducente exacerbación de las potenciales inseguridades norcoreanas.
Medidas como mantener en la región activos militares con
capacidad nuclear podrían prolongar innecesariamente el riesgo de error de
cálculo cuando terminen los ejercicios Foal Eagle.
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