Se llama Antonio Arellano y fabricó varios de los zapatos
rojos que luce el Papa. Su local queda en Borgo Pio, junto al Vaticano
En 1998, Antonio Arellano dejó Perú para inmigrar hacia
Europa y llegó a Borgo Pio, el barrio vecino a la Ciudad del Vaticano. En una
de esas estrechas calles europeas, cerca de la Plaza San Pedro, fabrica zapatos
a mano.
El Papa Benedicto XVI es, sin lugar a duda, su cliente más
importante. El pequeño negocio que tiene Arellano, con olor a pegamento y
estantes pulidores de zapatos, podría pasar desapercibido, pero su ubicación
fue requerida por el Sumo Pontífice.
"Cuando era cardenal, venía aquí como cualquier
persona normal para arreglar sus zapatos", rememora Arellano, que ahora
tiene en Benedicto XVI un cliente fiel.
Satisfecho con el trabajo de Arellano, el entonces
cardenal Ratzinger le pidió zapatos fabricados a mano. Por ende, los zapatos
rojos que son un ícono, no son fabricados por la reconocida y exclusiva marca
Prada, como se decía. O por lo menos algunos de ellos.
En 2011, con las medidas del líder católico ya tomadas,
Arellano pudo crear los distintivos mocasines rojos que el Pontífice usó cuando
colocó al ex Papa Juan Pablo II camino a la santidad durante su ceremonia de
beatificación.
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