Por Nélsido Herasme
De mi parte los embutidos y otros productos cárnicos se
seguirán vendiendo en el colmado de la esquina, porque yo lo seguiré
consumiendo.
Continuaré ingiriendo, como lo hemos hecho toda la vida,
cualquier tipo de embutido, frito, guisado, o como sea, pero no me haré eco de
quienes, usando los medios masivos de comunicación, nos quieren hacer creer una
cosa por otra.
Porque es muy bonito, desde el arrabal acogerse al llamado
de no comer salami, cuando el que te anima lo hace desde la tranquilidad de su
mansión con un suculento plato de filete en su mesa.
Para mi ese cuento está muy manoseado, porque cada cierto
tiempo la población es sometida a alocadas campañas, cuando a alguien se le
ocurre introducir un producto al mercado o, en su defecto, hacer reducir las
ventas de otros.
A mí, como a gran parte del pueblo dominicano, me seguirán
tomando de pendejo para ciertas cosas, pero esta vez no impedirán que me
abroche mi pedazo de salami.
Lo seguiré comiendo tal y como lo hago desde chiquito,
cuando mi mamá me enviaba a la escuela República de Honduras, del sector María
Auxiliadora, con un pedazo de salchichón “Cami”, el que producía Matadero
Industrial Dominicano (MID) y tres “Galletitas Toni”, bebía chocolate Trópico y
agua del bebedero del plantel y nunca me paso nada.
Las autoridades sanitarias del gobierno del PLD nunca han
gozado de mi confianza, porque manejan todo en el marco de coyunturas políticas
y, al final, la población no ve resultados.
Cómo se explica que instituciones que están para velar por
la salud de todos, lancen alegres denuncias al aire, con la finalidad de que
los medios se hagan eco. Ahora es el salami; mañana cuál será.
Todos sabemos que el salamis los fabrican empresas, y si
una de ella no está llenando los
requisitos que establecen las leyes de sanidad, entonces, sométala y oblíguela
a ajustarse a los estándares de calidad. Lo correcto es que las autoridades
determinen con exactitud que industria cárnica esta trabajando apegada a las
normas de calidad, pero no salir, como lo hicieron, con un megáfono a vociferar
que tal embutido está hecho de mierda.
En ese sentido nos preguntamos, cuántos fabricantes fueron
sometidos a la justicia por vender
productos infectados, ninguno, entonces por eso es que digo, que la
campaña solo sirvió para hacer daño, por lo tanto, ahora con más fe seguiré
comiendo salami.
El autor es periodista de Santo Domingo
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