BBC Mundo/ Yolanda
Valery
Si todo ocurre como está previsto, para finales de esta
semana unas 47 personas habrán sido ejecutadas en el más pequeño de los países
del África continental, Gambia.
Mientras tanto, y más o menos por las mismas fechas, el
confeso atacante noruego Anders Breivik cumplirá su primer mes de sentencia de
cárcel, a que fue condenado por la muerte de 77 personas en dos atentados
planeados y ejecutados por él en 2011.
En Gambia, donde no se hacía efectiva la pena capital
desde hace más de dos décadas, el presidente Yahya Jammeh ha decidido que la
mejor manera prevenir el crimen es materializando el castigo que pende sobre
todos los prisioneros sentenciados a muerte por los tribunales.
En contraste, aunque Breivik podría nunca respirar como un
hombre libre otra vez (su caso puede ser revisado a intervalos), su pena de 10 a 21 años de prisión podría
parecer leve. En especial si se la compara con el destino que aguarda a los 47
convictos en Gambia, la mayoría de los cuales, de acuerdo con organizaciones de
Derechos Humanos, fueron condenados por delitos de traición.
Recluido en Ila, la prisión de máxima seguridad de
Noruega, Breivik dispone de tres pequeñas celdas, con acceso a máquinas de
ejercicio y una computadora.
"Lo que otros deben entender es que el sistema penal
aquí (en Noruega) tiene por objeto rehabilitar, más que castigar", dijo el
día del veredicto Rolf Henning Larsen, un ciudadano noruego entrevistado por la
BBC.
Para el presidente gambés, en cambio, "no hay manera
de que mi gobierno vaya a permitir que el 99% de la población sea puesta en
jaque por los delincuentes", declaró.
El dilema del
prisionero
Más allá de las consideraciones que explican tan
contrastantes realidades, éstas ponen de relevo que el problema de cómo tratar
a quienes cometen delitos constituye un auténtico dilema sobre el que el mundo
parece no ponerse de acuerdo.
"Hay tendencias definitivas, pero casi se pelean unas
con otras", le dice a BBC Mundo Gary Hill, especialista en el tema y
director de Entrenamiento de Personal de la Asociación Internacional de
Prisiones y Correccionales.
Hill explica que la forma en que una sociedad reestablece
la justicia está intrínsecamente ligada a la cultura de la que emanan las
leyes. En unas, el individuo es supremo, en otras, lo es el Estado; para un
tercer grupo, dios está por encima de la ley y para un cuarto, se combinan
todas las opciones anteriores.
Esto repercute en cómo y sobre qué base se llega al
veredicto, que varía significativamente. En cambio, en el siguiente paso -¿qué
hacer con el delincuente?- parece haber un consenso. Al menos en el papel.
"Los países, sin excepción, dicen que quieren
rehabilitar más que castigar. Pero en la realidad los tribunales usan la cárcel
porque es lo más fácil, lo más rápido y también porque temen la mala
publicidad", indica.
Como consecuencia, las cárceles son cada día más la opción
preferida en gran parte del mundo.
Alternativas
Pero esta estrategia parece no estar dando resultados de
fondo: en vez de bajar, las tasas de criminalidad siguen creciendo en el mundo,
según le dice a BBC Mundo Andrea Huber, directora de políticas de la ONG
Reforma Penal Internacional, que aboga por la eliminación del presidio
innecesario.
"Utilizar la ley criminal por defecto, para tratar el
comportamiento antisocial e indeseable, es una respuesta política, que sólo
trae una sobrepoblación en las cárceles", señala.
Reforma Penal Internacional es partidaria de mecanismos
alternativos a la pérdida de libertad, como la "justicia
restaurativa".
Hill admite que no hay investigaciones que muestren que
tales mecanismos redundan en una reducción del crimen. "Sin embargo, hay
un vínculo directo entre empleo y crimen, pobreza y crimen, educación y crimen.
Y la participación en programas de tratamiento tiene un impacto en la tasa de
reincidencia", dice.
Una vez que la decisión de poner al individuo tras las
rejas ha sido tomada, el dilema de rehabilitar o penalizar vuelve a asomarse
tercamente. Y no es fácil de resolver.
Doble pena
"El sistema criminal no puede seguir siendo una forma
costosa de darle un descanso a los ciudadanos de los delincuentes, antes de que
vuelvan a las calles a cometer más crímenes", decía un informe oficial del
Ministerio de Justicia británico en 2010.
"Desafortunadamente, yo diría que en muchos países y
regiones todavía se pone el énfasis en el castigo. Incluso si discutes las
condiciones de vida dentro de la prisión, te dicen que no se supone que sean
bonitas. Pero esto no debería ser una condena adicional a la pérdida de libertad.
Es un castigo doble", sostiene Huber.
Sea porque así fueron concebidas o porque las
circunstancias han hecho de ellas "infiernos contenidos", este cuadro
parece describir en buena medida el panorama de las prisiones en América
Latina.
"Pero al mismo tiempo -apunta Gary Hill- hay una gran
mezcla. Algunos tienen programas maravillosos de manejo de agresividad, de
madres y bebés en prisión. El problema es que las sentencias se están
incrementando y los países no están preparados para ofrecer alternativas a la
prisión".
Para Andrea Hubber, las condiciones en prisión son clave
de cara a la futura liberación de quienes han cometido un delito.
"La cárcel no va a la razón por la cual se cometió la
falta. Si simplemente encierras a la gente no es sorprendente que luego no se
adapten a la sociedad", añade.
Para Huber, lo más grave del asunto es que "el tema
no está en la agenda internacional".
"La idea es seguir tratando el crimen con dureza.
Pero, ¿está haciendo a las sociedades más seguras o sólo es un sistema increíblemente
caro?", se pregunta.
La justicia
restaurativa
La justicia restaurativa o de reparación es un concepto en
el que se busca atender las necesidades de las víctimas, las personas que
cometen el delito y la comunidad en general.
La idea es que el agresor repare el daño cometido, y al
mismo tiempo ayudarlo a no reincidir. La reparación incluye una disculpa y la
posibilidad de efectuar servicio comunitario o pagar multas, entre otras.
"La prisión no hace que el individuo enfrente las
consecuencias de sus actos", dice Andrea Huber, de Reforma Penal
Internacional. "Puede estar en el interés de la víctima (aplicar este
concepto), en vez de la cárcel", añade.
"Eso no significa que, bajo esta premisa, habrá un
mundo libre de prisiones, porque hay delitos que deben ser penalizados de esta
manera. Pero podría ser lo mejor para la sociedad trabajar hacia una justicia
restaurativa. Hay maneras de lograr justicia sin poner a la gente detrás de las
rejas", añade.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
PrensaLibreNagua se reserva el derecho de no publicar comentarios de contenido ofensivo.