Por Raúl I. García Álvarez / Fotos: GARAL
La Trinidad o Santísima Trinidad, en el centro-sur de Cuba, surgió del alumbramiento consumado por la conquista del adelantado Diego Velázquez en 1514. La metrópolis se aproxima al medio milenio, con características distintivas de una época marcada por la ocupación y el delirio de riqueza.
Trinidad, modelo de vocación artística, arquitectónica y artesanal, es considerada el mayor museo natural del Caribe. Fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1988. En su Centro Histórico armonizan estilos de los siglos XVIII y XIX, y los primeros años del siglo XX.
El paso de las casas de adobe (barro y guano) a la modernidad de cada época permite al caminante descubrir artísticos balcones, torneados balaustres de maderas preciosas, complejos trabajos de rejería, paredes con maravillosos decorados, románticos patios y rejas criollas, de madera y hierro redondo y liso, la muestra más significativa de Cuba.
La Plaza Mayor es lugar de preferencia. Rodeada de mansiones convertidas en museos.
La residencia de la familia Sánchez-Iznaga, actual Museo de Arquitectura Trinitaria, presenta tallados en madera, decoraciones murales, colecciones de rejas y balaustradas; el Palacio Cantero, guarda costumbres de la aristocracia criolla.
Sobresalen también la casa del Regidor Ortiz; la iglesia de La Santísima Trinidad, donde se conserva la imagen del Cristo de la Veracruz, y el Palacio Brunet, ahora Museo Romántico, representativo de la época de más esplendor de la burguesía local de 1850.
La excelente conservación del centro histórico de la villa, unido a las bondades de la Península Ancón, los senderos, saltos de agua, flora y fauna autóctona de las montañas del Escambray, hacen de Trinidad un imán para los extranjeros.
Fuente: Prensa Latina
Nueva York: Ciudad de contrastes
Texto y fotos Deisy Francis Mexidor
Los impresionantes rascacielos de la Gran Manzana no logran velar los rostros tristes de los que no aparecen en las postales turísticas, aunque están ahí a la entrada del tren subterráneo o en cualquier esquina de Brooklyn, Harlem o el Bronx, intentando revivir un sueño.Nueva York es, además, una ciudad donde la gente anda demasiado rápido, como si no tuviera tiempo de reparar en el de al lado.
Comúnmente denominada la Capital del Mundo, cosmopolita y diversa, es la urbe más grande de Estados Unidos, sede de la ONU, del centro de transacciones financieras (ese Wall Street que se estremece con protestas de indignados), de las comunicaciones y también del entretenimiento.
Como secuencias de una película pasan ante el visitante los grandes anuncios, las luces, el entramado de túneles y puentes, los taxis amarillos, el tránsito en ocasiones infranqueable…
Los altos rascacielos comenzaron a empinarse en la década de 1930 y hoy dan un toque de singularidad a zonas como Manhattan, donde pareciera que a falta de espacio horizontal se ha disparado la búsqueda hacia arriba.
Fuente: Prensa Latina
Parque Nacional El Ávila: Una mirada a Caracas desde las alturas
Texto y fotos: Damy Vales
El Sistema Teleférico de Caracas, inaugurado el 19 de abril de 1956, se ha convertido en una de las mejores alternativas de esparcimiento para disfrutar los encantos de la Ciudad Capital.Ubicada en ese maravilloso pulmón vegetal que es el Cerro Ávila, esta atracción de transbordador, que entremezcla la pasión por la ecología y el miedo a las alturas, constituye uno de los sistemas más modernos y seguros del mundo al atravesar una distancia de 3.5 kilómetros.
Mediante 83 cabinas que parten desde la estación de Maripérez, en las adyacencias del corredor denominado la Cota Mil, las personas que visitan esa cordillera montañosa tienen la posibilidad de deleitarse con el Parque Nacional Waraira Repano.
En las cercanías del Hotel Humboldt, enclavado en el Pico El Ávila, está asentada una pequeña población rural llamada Galipán, donde sus pobladores realizan actividades agrícolas y turísticas, además de destacarse por su cultivo de tulipanes, único en toda Caracas.
Fuente: Prensa Latina
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