Por: Anny Duarte
La violencia arruina y destruye todo a su alrededor; pero, es aun más penoso si se refiere a un hogar, donde hay golpes, puños y palabras hirientes que vienen de esa persona cercana que una vez prometió amar en las buenas y en las malas. Sin embargo, todo acabó en un feminicidio.
Feminicidio se le llama a toda muerte de una mujer producida por una pareja, ex pareja, familiar, violador, acosador o agresor sexual y, también, a aquellas muertes producidas al defender a otra víctima de este flagelo.
Esta vez la víctima es Rosana Tapia (Rosa), de 25 años de edad, quien fue asesinada de varios disparos por su esposo, Alejandro González Camacho, en La Cueva de Cevicos, provincia Sánchez Ramírez.
Con el homicidio de Tapia suman alrededor de cien las mujeres que han muerto a manos de sus esposos, novios y ex compañeros sentimentales en lo que va de año.
De acuerdo a estadísticas suministrada por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en el 2010 se registraron 192 feminicidios, lo que significa un incremento de 159% con respecto al 2009, año en que se contabilizaron 74 casos. Más del 50%, fueron ejecutados por la pareja o alguien del entorno de las víctimas.
Generalmente, los crímenes fueron ejecutados con armas de fuego, cuchillos, sogas, estrangulamientos, gasolina para incinerar los cuerpos, herramientas de hierro y cualquier objeto cortante, además, siempre el motivo es por rehusarse a volver con ellos o celos pasionales.
La Fiscalía clasifica las muertes de mujeres con términos como feminicidio íntimo o pasional, a fin de establecer diferencias sobre el crimen.
En ese sentido, la defensora de los Derechos Humanos de la Mujer, María de Jesús Pola (Susi), no concibe por qué la Fiscalía ha dividido la calificación de feminicidio en íntimo y pasionales, puesto que eso limita y confunde a la población y no refleja el número real de las afectadas.
Explicó Pola que en el Código Procesal Penal no existe la clasificación de feminicidio, debido a que la pieza jurídica sólo contempla el homicidio como forma de quitar la vida a una persona, por lo que la Fiscalía no puede usar dicho término: “pero nombrarlo como un homicidio pasional es también un grave error”.
Estimó la defensora de los Derechos Humanos de la Mujer como un fracaso, no únicamente de la justicia, sino también de la sociedad y el entorno, que tenga lugar un asesinato luego de que la mujer amenazada se haya querellado anteriormente, sin que se asumieran las medidas pertinentes.
Es un descuido tremendo de la justicia dominicana y entidades destinadas a enfrentar este horrendo delito.
La relación de poder que se da entre hombre y mujer en un hogar es un arma letal y no existe un perfil determinado para identificar a un abusador. El 50% de los feminicidios son cometidos por hombres que no tienen nada que ver con sus víctimas.
Entre las causas de los feminicidios se hallan, esencialmente, las socioculturales, que en la sociedad dominicana se ha caracterizado por las prácticas violentas, irrespetuosas, exceso de machismo, entre otras.
Si bien es cierto que la magistrada Roxanna Reyes, procuradora general adjunta para Asuntos de la Mujer, ha considerado las acciones del Ministerio Público y la Justicia un muro de contención, aún la nación dominicana se halla entre las de más altas tasas del mundo en crímenes cometidos contra las mujeres.
El Foro Feminista expone entre las causas: “la persistencia de las desigualdades de género en el ámbito económico, como se observa en el hecho de que el 51% de los hogares con jefatura femenina están por debajo de la línea de pobreza (frente al 32% con jefatura masculina), así como en las grandes disparidades en materia de empleo y de ingresos.
Los datos muestran que la tasa de ocupación de la PEA masculina duplica la femenina (62.1% vs. 31.3%), en tanto el ingreso promedio anual de los hombres casi duplica el de las mujeres (US$ 8,416 vs. 4,985)”.
En definitiva, la balanza sigue pesando en contra de los derechos femeninos de las dominicanas. El año 2010 colmó de luto 192 hogares y este avanza con superar esas cifras.
Educar y empoderar a la mujer para que detecte cuando está en una situación de abuso y que sepa dónde acudir a denunciarlo resulta imprescindible; pero, que sean atendidas rápidamente, y apoyadas a través de protocolos e integración de medidas fiscales, u otras formas, que algo más fuerte detenga en la República Dominicana la violencia de género.
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