martes, 24 de noviembre de 2009

UN MOMENTO: Nacionalismos

Mons. Ramón Benito De La Rosa y Carpio

El apreciar a la propia nación y el defender la propia nacionalidad es un valor, porque es un don el pertenecer a una determinada etnia y a un determinado grupo nacional. Sin embargo, ese valor se puede volver un antivalor cuando el nacionalismo se vuelve un fanatismo.

Cuántas veces los grupos, por defender su nacionalidad a ultranza caen en extremos; cuántas veces hemos visto pueblos opuestos entre sí luchando de una manera estúpida en la defensa de esos nacionalismos.

Cuando el nacionalismo se vuelve un fanatismo entonces hace daño, como todo lo que ciega las mentes, como todo fanatismo en el mundo, de la misma manera que se ha ido repitiendo, como Madame Rolland, en Francia: “Libertad, libertad, cuántos crímenes se han cometido en tu nombre”. Por eso, también hemos de repetir: Nacionalismos, nacionalismos ciegos, cuántos crímenes se cometen en tu nombre.

Defendamos a la nación, pero no caigamos en los nacionalismos estúpidos ni en ningún tipo de fanatismo.


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