jueves, 29 de octubre de 2009

DEL SICARIATO COLOMBIANO Y LOS PERIODISTAS SFM

Por Reynaldo Hernández Rosa

Fue Enero del dos mil seis, el periódico regional El Observador Independiente al igual que este portal digital revelaron la información sobre “la instalación de personal colombiano” en todo el Cibao. Los archivos están ahí.

La información calzada por nosotros, advertía en torno a los nexos mafiosos que sicarios mexicanos y colombianos estarían en ese entonces urdiendo para los cobros compulsivos así como la protección a la “mercancía” en la zona.

Pese a que la nota informativa preocupó a diversos segmentos de la sociedad cibaeña, dado lo grave de la denuncia, empero, salió una capilla de programeros y pseudos periodistas del área lanzando todo tipo de epítetos y denuestos en contra del autor de la nota.

Muchos de los programeros llegaron hasta llamarme “loco”, buscador de protagonismo, exhibicionista e incluso varios vocingleros tosco, que lo único que saben es transcribir notas insulsas de la Policía, me calificaron como “un campesinito de Hostos desinformado”.

Hoy, esos mismos acéfalos de la televisión nordestana, de pútrido pasado en ultramar, son los protagonistas, buñangueros y exhibicionistas cuando de evidenciar el egocentrismo inherente cuando la plataforma neurocerebral ha sido afectada por vicios escatológicos.

Los recientes pasados secuestros, asesinatos, tumbes, nexos narcos/militares/policiales en todo el nordeste, dejan al desnudo los presagios de aquella nota que destapó lo que tiene atemorizado a todo San Francisco, Cotuí, Nagua y zonas circunsvecinas.

Los involucramientos de personal militar y policial en connivencia con estamentos del narcotráfico en región nordeste y de la cual no tocan los rancios rostros caprinos del periodismo local, ya sea por cobardía, por pagos o porque son parte del axial corrupto entronizado en toda la zona.

La captura más reciente de un colombiano perseguido por la DEA en Cotuí así como las amenazas a comunicadores de allí, nunca a las carpantas del mal agüero franco/macorisana, los cuales siempre han vivido “las buenas relaciones” con todo el que llega a los aclimatados despachos de la claque policial y militar.

Desde luego, apenas una decena de maulas que se dicen ser periodistas cuando lo que son unos adlátares inocuos que sirven a la miasma politica, empresarial y alcahuetes trepadores.

Todos los saben, los conocen y por eso tiene que sobrevivir en el trepar cotidiano entre lisonjas y el rancio pedir, carajo….

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